Capítulo 37

1649 Words
Maeve El frío de la noche se había instalado en el parque, filtrándose bajo mi ropa y haciéndome temblar, pero el dolor en mi pecho era aún más penetrante, un frío interno que no me dejaba pensar en otra cosa. Mis pasos me llevaron automáticamente al parque donde conocí a Luca. Con un suspiro, apagué mi teléfono, no quería más mensajes ni llamadas, necesitaba estar sola con mis pensamientos. De repente, como si hubiera surgido de la propia noche, Luca apareció a mi lado, con una sonrisa ladeada que no alcanzaba sus ojos. —Este lugar tiene algo especial para corazones rotos, ¿no es así? —dijo, su voz baja y cálida. Asentí, sin ganas de hablar, pero agradecida por la compañía que, a pesar de todo, no me era indiferente. —¿Estás enamorada de él? De Kane, quiero decir —preguntó Luca, su tono suave, casi cuidadoso. Miré al suelo, las hojas caídas crujían bajo mis pies mientras continuamos caminando. —Sí, lo estoy... por eso duele tanto. No lo sé. —Mis palabras eran un susurro, una confesión que no quería hacer ni siquiera a mí misma. Luca se detuvo y me miró con seriedad, su rostro iluminado por la débil luz de la luna. —Tal vez tuviera sus razones, Eve. A veces hacemos cosas... cosas que no queremos, por razones que otros no podrían entender. Pero si no puedes perdonarlo, o si eso te lastima demasiado, quiero que sepas que puedes contar conmigo. —No lo sé, pero gracias Luca, —le respondí con una sonrisa triste en mis labios. —Un vampiro como él... tal vez no se merece que derrames ni una sola lágrima... —dijo, su voz cargada de una sinceridad inesperada. No pude evitar sonreír ante su comentario, a pesar del dolor que aún palpitaba en mi pecho. —Luca, tú también eres un vampiro —le recordé, mirándolo con una ceja enarcada. Él me devolvió la mirada, sus ojos brillando con una mezcla de humor y algo indefiniblemente suave. —Sí, pero yo no te haría llorar. Dime, ¿no podrías considerar a otro vampiro? —Ni lo sueñes. —Negué con la cabeza, mi sonrisa se ensanchó. La expresión de Luca cambió a una de ligera decepción, pero no tardó en recuperar su tono juguetón. —¿Ni siquiera una probadita? —preguntó, una sonrisa traviesa iluminando su rostro bajo la luz de la luna. Reí, negando con la cabeza. —No, definitivamente no. Su sonrisa se desvaneció y por un momento pareció contemplar algo en la distancia antes de mirarme nuevamente. —No sé qué hacer, Maeve, pero cuando te veo así... algo aquí —se señaló el pecho— duele, y no me gusta. Sin pensarlo, me acerqué y lo abracé, sintiendo cómo su cuerpo se tensaba brevemente antes de relajarse en mi abrazo. —Gracias, Luca —susurré, agradecida por su compañía en un momento tan complicado. A pesar de todo, me sentía un poco más fuerte, un poco menos rota. Luca había logrado, sin saberlo, iluminar un poco la oscuridad que me envolvía. —¿Qué tal si vamos a cenar? Me muero de hambre... Y tú no quieres dejarte morder... —sugirió, su tono ligero y esperanzado. Asentí sonriendo, aún envuelta en la calidez de nuestro momento compartido. Pero antes de que pudiera responder, él añadió con una mueca juguetona: —Eso sí, tendrás que pagar tú porque... estoy sin un centavo. Me detuve, sorprendida y divertida. —¿Cómo es eso posible? —pregunté entre risas. —Eres un vampiro, deberías tener escondida alguna fortuna antigua o algo por el estilo. Él se echó a reír, su risa era contagiosa y llenó el aire con una ligereza que disipó cualquier tensión restante. —Sí, claro, porque todos los vampiros tenemos tesoros escondidos —bromeó, guiñando un ojo. —Pero en serio, entre mantener mi estilo de vida modesto y mis gustos peculiares, la fortuna se esfuma. —Está bien, pero eliges un lugar barato —dije, fingiendo severidad. —Hecho —respondió él, su brazo pasando ligeramente sobre mis hombros mientras nos dirigíamos hacia la salida del parque. Caminamos hacia un pequeño restaurante local que conocía bien, uno con precios razonables y una atmósfera acogedora. Al sentarnos, el murmullo de las conversaciones a nuestro alrededor creó un fondo perfecto para una cena menos formal, aunque más íntima de lo que había anticipado. —Así que, ¿cómo es ser un vampiro? —pregunté, curiosa, mientras hojeaba el menú. Luca se encogió de hombros, una sonrisa melancólica curvando sus labios. —Es confuso, y bastante solitario, para ser honesto. Me desperté una noche, sediento de una manera que no puedo describir y sin nadie a mi alrededor para explicar qué me estaba pasando. He tenido que averiguarlo todo por mí misma desde entonces. —Eso suena... increíblemente duro —comenté, sintiendo una punzada de compasión por él. —Lo fue al principio, pero sabes, uno se acostumbra a todo. Aunque, claro, tener amistades como tú definitivamente hace que la eternidad parezca menos intimidante —dijo, y pude ver un destello genuino de gratitud en sus ojos. Ordenamos nuestra comida, y mientras esperábamos, Luca compartió más sobre las detalles de su vida, desde las más triviales hasta las más complejas. Habló de los sabores que echaba de menos desde su humanidad y de cómo la música siempre parecía sonar diferente ahora. Mientras mordisqueaba un pedazo de pan, él se inclinó hacia adelante, claramente interesado en mi vida más allá de lo sobrenatural. —Entonces, ¿la música, el cine, y el baile? Parece que tienes un espíritu bastante artístico. —Sí, siempre me ha gustado expresarme de esas maneras —respondí, jugando con la servilleta en mi regazo. —Las clases de baile son mi escape, aunque últimamente no he podido asistir tanto como quisiera, ya sabes, complicaciones... —¿Esas complicaciones tienen un nombre? ¿Quizás uno que empieza con 'K' y termina con 'ane'? —bromeó, una sonrisa traviesa en su rostro. Reí, aunque el sonido salió más forzado de lo que esperaba. —Sí, Kane es una parte grande de mi vida ahora, pero no la única complicación. Rompí con mi ex, Jonas, después de descubrir que me engañaba con mi mejor amiga, Sophia. Y luego está la muerte de Dani, que realmente nos sacudió a todos. Todo parece suceder muy rápido, como si no pudiera tomar un respiro. Luca asintió, su expresión se suavizó en una muestra de simpatía. —Eso suena increíblemente intenso. La vida ya es bastante complicada sin añadir el drama sobrenatural. Debes ser muy fuerte para manejar todo eso. —A veces no me siento tan fuerte —admití, sintiéndome un poco vulnerable al compartir eso. —Pero tener a personas con quien hablar, como ahora, realmente ayuda. —Bueno, me alegro de estar aquí para eso. Y hey, cuando necesites una distracción que no involucre vampiros o traiciones, deberíamos ir a bailar. O tal vez a una maratón de películas, lo que prefieras —propuso Luca, levantando su vaso en un brindis improvisado. Sonreí, agradecida por su oferta y la facilidad de la conversación. —Eso suena maravilloso. Gracias, Luca. Después de terminar la cena, él se mostró visiblemente entusiasmado, como si tuviera una idea que apenas podía contener. —Tengo el lugar perfecto para bailar, si te animas a seguir la noche. —¿Oh? ¿Y dónde sería eso? —pregunté, intrigada y un poco cautelosa dado su entusiasmo. —Se llama "Crimson," un lugar un poco alejado, pero te aseguro que vale la pena el viaje. —Sonrió, levantándose y ofreciéndome la mano. —No tenemos en que ir... —dije aceptando su mano. —No te preocupes, —agitó un juego de llaves en su mano, unas que me resultaron extrañamente familiares, —me traje tu coche, espero que no te moleste. Me reí negando con la cabeza. Mientras conducíamos hacia "Crimson," observé cómo las luces de la ciudad se iban apagando, dejando lugar a un paisaje más solitario y oscuro. Al llegar, el lugar emanaba una vibra ecléctica que capturó mi atención de inmediato. La música retumbaba desde el interior, prometiendo una noche de escape y quizás, un poco de magia. Entramos y el ambiente vibrante nos envolvió con el ritmo palpitante de la música electrónica. —Vamos, te prometo que esto te hará olvidar todos tus problemas por un rato —dijo Luca, guiándome hacia la pista de baile. Mientras bailábamos, Luca volvió a tocar el tema que parecía nunca alejarse demasiado. —En serio, Maeve, ¿no me dejarías probar un poco? Solo una mordida... —Luca, ¿qué tiene mi sangre que te llama tanto la atención? —pregunté, media en broma, media en serio, esquivando hábilmente su brazo alrededor de mi cintura. —Lo siento, Maeve, pero es tu sangre... tiene algo que simplemente atrae a los de mi especie. Es como un perfume que no puedo ignorar. —¿Qué tiene mi sangre que te atrae tanto? ¿Es algo malo? —pregunté, mi voz apenas audible sobre la música. —No es nada malo, es solo... potente. Y rara. Algo en ti llama a lo primitivo en nosotros. Pero te prometo, solo quiero estar cerca, nada más. —Luca levantó las manos en señal de paz, aunque sus ojos destellaban con una mezcla de diversión y algo indefiniblemente oscuro. —¿Y eso qué significa para mí? ¿Debería empezar a preocuparme más por los vampiros que se crucen en mi camino? Luca se rió, un sonido ligero y despreocupado. —Quizás, pero mientras estés conmigo, no tienes nada que temer. Yo te protegeré... a menos que decidas dejarme morderte, por supuesto. De pronto, sentí una presencia detrás de mí. —Ángel... —susurró una voz que me dejó completamente helada.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD