Capítulo 40

1420 Words
Maeve Kane se giró rápidamente, colocándose entre Luca y yo, su cuerpo un escudo protector del mío, asegurándose de que yo permaneciera cubierta y fuera de la vista de Luca. Sentí sus músculos tensos bajo mis manos cuando las apoyé en su espalda. Una calma mortífera se había apoderado de él, y realmente no sabía en qué podría terminar esto. Luca se tomó un momento para evaluar la escena, sus ojos recorriendo el cuerpo de Kane antes de detenerse en su entrepierna soltando un silbido impresionado. —Ahora entiendo por qué estás con él, —comentó con un tono juguetón. —¿Qué haces aquí? —pregunté con un tono cortante, mirándolo por encima del hombro de Kane. —Oh, solo te traje tu coche, —respondió él, sacando las llaves y jugueteando con ellas en el aire. Sentí como la tensión y la furia se acumulaba en el cuerpo de Kane, que estaba inusualmente quieto hasta ese momento. —Luca, deja las llaves y vete ahora, —ordené, haciéndole una seña hacia la puerta con los ojos. A pesar de que pareció notar el estado asesino de Kane, su actitud juguetona no se desvaneció. Dejó las llaves sobre la mesa más cercana, sonriendo como un completo idiota. —En serio, ¿no hay espacio para uno más? Parece que la fiesta ya estaba buena, —dijo, su tono de voz burlón pero con un matiz de seriedad. "¿De verdad se quiere morir?" Pensé incrédula de lo que estaba diciendo. Se acercó un paso más, lo suficiente para que sintiera ese temblor apenas perceptible en el cuerpo bajo mis manos, pero se detuvo justo antes de cruzar la línea invisible que Kane había trazado en el suelo. —Vamos, amigo, solo estoy bromeando. No es para tanto, ¿o sí? Maeve y yo somos amigos, ¿verdad, Eve? —dijo, buscando mi apoyo. Me mordí el labio, incómoda con la situación. Kane no apartaba su mirada de Luca, como un depredador evaluando el momento exacto en el que saltar hacia su presa. —Luca, realmente necesitas irte ahora... —intenté mediar, no me apetecía tener que limpiar el desastre que sería mi apartamento después de que Kane lo atacara. —Qué egoísta eres, eh, ya estás desnuda, en menos de un segundo podemos estar los tres... —no terminó la frase. Kane apretó los puños a su lado, el primer movimiento que indicó se estaba preparando para atacar. Antes de que Luca pudiera insistir más, Kane dio un paso amenazante hacia él. Mi corazón latió con fuerza, temiendo lo que podría suceder si no actuaba rápido. —Luca, corre, —dije, mi voz un susurro urgente. Él entendió que su vida corría peligro, asintió una vez y, con una mirada rápida hacia Kane, se giró y salió rápidamente del apartamento. Deslicé mis pies hacia el suelo, y con una respiración profunda, me paré frente a Kane. Sus ojos ardían con un rojo intenso, un reflejo de la ira que aún hervía en su interior. Sus colmillos brillaban amenazantes bajo la luz de la cocina. Con cuidado, levanté mis manos y toqué su pecho, sintiendo los latidos de su corazón bajo mis manos. Mis dedos se movieron con suavidad, trazando líneas de calma a través de su piel. —Todo está bien, mi amor, —susurré, mi voz un suave intentando calmar sus emociones. Poco a poco, sus ojos comenzaron a perder el tono escarlata, volviendo a su color natural. Los colmillos se replegaron lentamente, y un suspiro pesado escapó de sus labios mientras su cuerpo se relajaba bajo mi caricia. Finalmente, su mirada se suavizó, encontrándome en la serenidad recuperada. Sin una palabra, Kane me levantó en brazos y cruzó la puerta hacia su apartamento, asegurándose de cerrar la puerta con llave detrás de nosotros. Un largo suspiro se desprendió de él mientras dejaba caer las defensas que lo rodeaban. Se giró a mirarme, un rastro de la tensión por la actitud de Luca aún visible en su rostro. —¿De verdad no puedo matarlo? —preguntó con un hilo de esperanza en su voz, casi como si buscara mi permiso para retomar su naturaleza y darle caza al intruso. —Por favor, no, —dije suavemente con una sonrisa en mis labios. —A pesar de todo, Luca es un buen amigo. No es tan malo como parece. Kane me observó, midiendo la seriedad de mis palabras. Luego, con un suspiro de resignación, se acercó a mí, envolviéndome un brazo por la cintura mientras su mano libre levantaba mi barbilla para mirarlo. —Te amo... —murmuró y las palabras colgaron entre nosotros. El silencio que siguió fue denso, cargado con el peso y la sorpresa de su declaración. —Te amo tanto, —continuó él, acariciando mi mejilla, sus ojos suavizándose repitiendo su confesión —que lo dejaré vivir por ti. En ese instante, el mundo se detuvo. —Kane... —inhalé, y un sentimiento de pura felicidad se enredó en mi corazón. No se necesitaron más palabras; nuestros ojos se comunicaron todo lo que nuestras palabras no podían. Me incliné y presioné mis labios contra los suyos, ahogándome en la forma en que me hacía sentir, y en ese beso le entregué todo mi ser. Me llevó al sofá dejándome caer de espaldas mientras se deshacía de su ropa otra vez, la desesperación marcada en cada uno de sus movimientos. Apenas estuvo desnudo lo atraje hacia mi, tomando su m*****o y colocándolo en mi entrada. Me penetró suavemente, aferrado a mis caderas, mirándome con esos ojos cargados de deseo. La sola vista de él desesperado por mí, totalmente arruinado encendió mi deseo en menos de unos segundos, dejando en el olvido toda la escena anterior. Sus movimientos eran cada vez más rápidos, golpeando una y otra vez en ese punto sensible dentro de mí, abogando cada gemido que dejaba salir con sus besos. —Te amo, ángel, —susurró contra mis labios antes de bajar su boca a mi cuello. Sabía lo que quería, incliné la cabeza para darle acceso. Sus colmillos se clavaron en mi piel y esa deliciosa sensación de éxtasis explotó en mi interior. No se necesitaron más que dos o tres embestidas más para que la ruina nos reclamara, ambos nos tensamos dejando que el orgasmo nos golpeara liberándose junto a nuestros sonidos y gemidos. Liberó mi cuello, pasando su lengua por la herida antes de reclamar mis labios otra vez. Con mis manos aferradas a su cabello, un sutil temblor recorrió el cuerpo por la descarga de pasión entre ambos. —Te amo, mi reina... —susurró una vez más, haciendo que esas palabras se convirtieran en mi frase favorita en el mundo. —Kane, yo... —pero no llegué a terminar de hablar, no pude decirle lo que yo sentía. Porque, por supuesto, yo también lo amaba. Un fuerte golpe en la puerta rompió el encanto. Kane se apartó de mí, vistiéndose con agilidad. —¿Podrías esperar en la habitación? —dijo mientras me ayudaba a pararme. Con un suspiro, asentí. Al llegar a la habitación me envolví en la sábana y me senté en la cama, escuchando los sonidos amortiguados provenientes del otro lado de la puerta de su apartamento. El momento en que la puerta se abrió, el tono de Ada resonó en el pasillo, agudo y urgente. —Vinicius se ha hecho cargo de un ataque —la escuché decir, su voz cargada de tensión. Kane respondió en un tono bajo que apenas pude captar, claramente intentando calmar la situación. Pero Ada no estaba para calmarse. —¡No entiendes, Kane! Vinicius está fuera de control, está matando a cazadores y a inocentes por igual. Esto no es parte de lo que habíamos planeado, está enloqueciendo. —Eso no es parte de mi misión, Ada. Mi misión era sólo... —¡No lo entiendes! —exclamó ella. Su voz se elevó en un crescendo de desesperación. —Esto es un desastre. Este no es el mismo juego de siempre. Vinicius está creando un caos que no podemos controlar. ¡Está poniendo a todos en peligro! La conversación se cortó por el sonido de la puerta cerrándose con fuerza. Kane regresó a la habitación, su expresión era de cansancio y frustración. Sus ojos encontraron los míos, y por un momento, todo el peso del mundo pareció reflejarse en su mirada. —Lo siento, ángel... —comenzó, su voz un susurro cansado. —Tengo que ir.
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