Capítulo 29

1399 Words
Maeve —Bien, —suspiré, tratando de reunir mis fuerzas. —Bien, dame un segundo. Intenté levantarme de la cama, impulsada por una urgencia repentina, pero mis piernas no estaban tan listas como mi mente y empezaron a temblar incontrolablemente. Apenas me había enderezado cuando la habitación empezó a girar. Por suerte, antes de que pudiera desplomarme en el suelo, Kane estaba allí justo a mi lado. —Con cuidado, meine, —murmuró con esa voz que siempre lograba calmarme, aunque ahora estaba teñida de preocupación. Me tomó de la cintura, sosteniéndome con una mano mientras la otra acariciaba mi brazo en un intento de estabilizarme. —Baño, —logré decir con voz entrecortada, sabiendo que cada segundo contaba. Sin perder un momento, él me guió con pasos rápidos pero cuidadosos hacia el baño. Apenas cruzamos el umbral, corrí hacia el inodoro, donde mi estómago finalmente cedió a la náusea que había estado luchando por contener. Kane, con una calma imperturbable, sujetó mi cabello, apartándolo de mi cara, mientras su otra mano acariciaba suavemente mi espalda en un gesto reconfortante. Después de unos minutos que se sintieron eternos, finalmente mi estómago se serenó. Kane me ayudó a levantarme, sosteniéndome con cuidado mientras me enjuagaba la boca. —Gracias, —murmuré, apoyándome en él, sintiendo sus brazos a mi alrededor como si quisiera protegerme del mundo entero. —Siempre, meine, —respondió él con su tono suave y perdido en mi cabello, besándome la cabeza. Nos miramos en el espejo del baño. Su reflejo mostraba una preocupación que no se molestaba en ocultar, y la mía, una palidez que me recordaba todo lo que había pasado. Regresamos a la habitación y me senté en el borde de la cama, sintiendo aún el cuerpo un poco tembloroso. Kane se agachó frente a mí, mirándome a los ojos con una intensidad que me hizo sentir pequeña y frágil. —¿Quieres hablar sobre lo que está pasando? —preguntó, su voz baja cargada de emociones encontradas. Asentí, tragando saliva. Sabía que era el momento de compartir mis miedos y toda la verdad que había quedado para atrás. —Creo que es por todo el estrés reciente, —empecé, evadiendo su mirada, —y creo que deberíamos jugar de nuevo a las preguntas y respuestas... —¿Debería buscar la corbata? —bromeó, con un destello juguetón en sus ojos, levantándose y mirándome desde arriba. Su intento de aligerar el ambiente trajo una sonrisa involuntaria a mis labios, recordando esa noche de juegos. —No, no es necesario —contesté, aún sonriendo. —Solo siéntate, ¿sí? Kane obedeció de inmediato, sentándose a mi lado en el borde de la cama. —Yo... —traté de encontrar las palabras adecuadas, mi voz temblaba un poco por la tensión de lo que iba a admitir. —Creo que sospechaba lo que eras desde hace tiempo. Es solo que... —Tenías miedo a la verdad —concluyó él, bajando la vista hacia nuestras manos entrelazadas, sus dedos acariciando los míos suavemente. —No es fácil aceptar que tu novio es un vampiro —intenté bromear sobre nuestra extraña realidad, aunque mi sonrisa era más nerviosa que divertida. —¿Novio? —levantó la vista, una mezcla de sorpresa y alegría pasando por sus ojos, iluminándolos con una chispa de esperanza. —Sí, aunque nunca me lo hayas pedido formalmente... —dije, tratando de mantener la conversación ligera. Su sonrisa se ensanchó, asintiendo con la cabeza mientras continuaba acariciando mi mano. —Eso tendré que remediarlo pronto... —comenzó, pero luego su rostro se ensombreció un poco. —Claro, si es que aún lo deseas después de todo esto... Verlo tan vulnerable, tan abierto a la posibilidad de un rechazo, me dolió en lo más profundo de mi ser. Llevé mis manos a su rostro, acariciando sus mejillas con delicadeza, y lo atraje hacia mí para rozar mis labios con los suyos. Su respuesta fue inmediata, un susurro de alivio y deseo en el tacto de sus labios contra los míos. Me separé un poco para poder mirarlo mejor. Él me sonrió, pero esa sonrisa no llegó a sus ojos, lo que me hizo sentir una punzada de preocupación. —Kane, necesito saber... —empecé, mi voz temblaba ligeramente por el miedo a su respuesta, —¿me convertiré en vampiro? Él sonrió con cariño, sus ojos se suavizaron mientras me miraba. —No, ángel, no te convertirás —dijo con una certeza que me alivió y a la vez me llenó de más preguntas. —Pero tú... Bebiste de mí anoche... —recordé, llevando una mano inconscientemente a mi cuello. Aunque las marcas habían desaparecido, el recuerdo de sus dientes clavados en mi piel aún ardía en mi memoria. —Bueno, se necesita más que eso para convertir a alguien —explicó, tomando mi mano entre las suyas, calentando mi piel con su tacto. —Para empezar, solo los pura sangre pueden hacerlo. —¿Los pura sangre? —repetí, desconcertada, acomodándome en la cama para mirarlo de frente. —Sí —suspiró, ajustando su posición para quedar frente a mí. —Verás, ángel, entre los vampiros existen dos clases: los pura sangre y los media sangre. Los pura sangre son aquellos que nacen siendo vampiros, heredando el linaje directamente sin alteraciones, mientras que los media sangre fueron humanos en algún momento o tienen ancestros humanos en su linaje. Su explicación me dejó pensativa. —O sea, ¿tú eres un media sangre? —pregunté, tratando de encajar las piezas en este rompecabezas que era su vida. Kane soltó una risa corta, su sonrisa era cínica, casi juguetona. —No, —respondió, mirándome con una chispa de orgullo en sus ojos, —yo soy pura sangre. Mi confusión debió ser evidente porque mi frente se arrugó mientras intentaba entender. —Pero... pero me acabas de decir que no me convertiré... —mi voz se entrecortó, la duda marcada en mi rostro. —Y así es, meine, tú no bebiste de mí... —explicó pacientemente. —Pero si lo hice, la primera noche que... —mi voz se desvaneció. —Fue hace mucho, y fue poca cantidad —interrumpió, quizás demasiado rápido, sus ojos evitando los míos por un momento antes de volver a mirarme directamente. —¿Y quiénes eran esas personas? —cambié el tema, señalando hacia la sala donde había encontrado un horror que nunca olvidaría, —ya sabes, los que estaban muertos cuando llegué. Kane se enderezó, su expresión endureciéndose mientras la seriedad volvía a su rostro. —Ellos eran cazadores de vampiros —dijo, y su voz se tornó más grave, más oscura. Continuó al ver mi expresión de confusión. —Así como existen los vampiros, la naturaleza quiso equilibrar el tablero creando a los cazadores de vampiros. Son humanos, pero con habilidades muy por encima de lo normal. Me quedé mirándolo, intentando procesar toda esta nueva a información. Era mucho para asimilar de una sola vez, especialmente con tan pocas horas de haber confirmado que los vampiros existían. —Entonces, ¿me estás diciendo que hay personas con el único propósito es cazar... seres como tú? —pregunté, todavía tratando de encontrar sentido a todo. Él asintió, su expresión era seria, sus ojos claros parecían recordar historias de siglos de conflictos y desafíos. —Exacto, y ellos no hacen distinciones entre los pura sangre y los media sangre. Para ellos, todos somos enemigos, una amenaza que debe ser erradicada —su voz se endureció con cada palabra. —¿Y cómo saben...? —pregunté nerviosa, era muy posible que no me gustara la respuesta. —¿Cómo sabían que estabas aquí? —Algunos de ellos tienen habilidades especiales, pueden sentir nuestra presencia. —Kane miró hacia la ventana, como si pudiera ver más allá del cristal. —¿Y ahora qué? —pregunté, mi voz apenas un susurro. —Ahora, —dijo volviéndose hacia mí con una mirada oscura que hizo que mi corazón se acelerara, —ahora me aseguro de que estés fuera de peligro, no importa qué. Eso significa estar un paso adelante de ellos, siempre. Así que Ada ahora está buscando de dónde vivieron... —¿Ada también es un vampiro? —Si, ángel... ella, el doctor que te atendió, los hombres que no viste pero que limpiaron el lugar. Todos ellos lo son.
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