Maeve —Bien, —suspiré, tratando de reunir mis fuerzas. —Bien, dame un segundo. Intenté levantarme de la cama, impulsada por una urgencia repentina, pero mis piernas no estaban tan listas como mi mente y empezaron a temblar incontrolablemente. Apenas me había enderezado cuando la habitación empezó a girar. Por suerte, antes de que pudiera desplomarme en el suelo, Kane estaba allí justo a mi lado. —Con cuidado, meine, —murmuró con esa voz que siempre lograba calmarme, aunque ahora estaba teñida de preocupación. Me tomó de la cintura, sosteniéndome con una mano mientras la otra acariciaba mi brazo en un intento de estabilizarme. —Baño, —logré decir con voz entrecortada, sabiendo que cada segundo contaba. Sin perder un momento, él me guió con pasos rápidos pero cuidadosos hacia el baño