Oigo como por quinta vez la alarma de mi móvil, que no deja de sonar. No deseo levantarme, no tengo fuerzas para hacerlo. Hacía años que no quedaba tan exhausta en una noche de sexo desenfrenado. Lo que sucedió anoche con Bastián, fue una especie de déjà vu para mí. Por alguna razón sentí que todo ya lo había vivido, por alguna extraña y puta razón cedía a sus demandas. Obedecía como si él fuese mi amo, y no rechistaba a nada. «¿Pero cómo carajos iba a retrucar? Bastián no me dejaba razonar, pensar, ni siquiera ponerme a cuestionar mi actitud tan entregada a él» Lo de anoche fue desenfrenado, cuestionable visto desde afuera, loco, morboso y pervertido. Y es que eso no acabó ahí. El muy desgraciado me castigó con orgullo, soberbia y arrogancia. Por segundos, fracciones de segundos donde m