Avanzo hacia la puerta con la intención de irme, de salir de aquí antes de caer. —Eres una cobarde. Prefieres irte a tener que enfrentarme —espeta. Su voz retumba a mi espalda como un aullido doloroso. «Él no ha dicho eso» Sus palabras se cuelan en lo más profundo de mi sistema, sacando a flote la verdadera bestia de esta habitación. Me giro y acorto la distancia llegando a él lo más cerca que puedo. No me da miedo, no cuando tengo la delantera en esta pelea y él lo sabe. —¿Crees que de saber que esa perra me engañó, trayendo al mundo a un niño que biológicamente es mío, no regresaría a dar pelea? De yo haber despertado con mi mente lúcida, recordando el hijo de puta que tú fuiste conmigo ese día, y recordar haber sido engañada por tu esposa, créeme que a Stephan no lo tendrías en tu
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