Adara.
Ajusto la correa de mi bolso, ya debo salir del instituto o no podré llegar antes de que anochezca a casa, mi padre no pudo pasar a recogerme por tener unos pendientes en la empresa donde trabaja.
En realidad no necesitamos el dinero, pero mi padre, dice que para poder pasar desapercibidos, debemos adaptarnos a la vida rutinaria de todo ciudadano estadounidense.
– Adara, ¿ya tienes compañero de equipo? – pregunta Sam llegando a mi costado.
– Lo cierto es que no. – me encojo de hombros.
Ella de a poco va sonriendo en grande, juguetea con las cejas, está claro que mi compañera de equipo para la tarea, será ella. Ambas caminamos por las calles llena de personas que van a las corridas.
– ¿De nuevo al departamento? – pregunto mirándola un segundo para poder continuar caminando.
– Sí, bueno, tampoco es como si tuviera mucha opción. – pone sus ojos en blanco.
Sam es la mejor amiga de Arya, mi prima, y, gracias a ella nosotras somos amigas también. Nos llevamos bien y solemos compartir muchas cosas juntas como que somos compañeras de clases, nos gustan casi las mismas cosas y… bueno, ella está un poco loca como diría Arya.
– Comprendo, pero mírale el lado positivo. – comento.
– ¿Cuál lado positivo?, yo solo quiero cumplir la mayoría de edad para salir de allí, estoy un poco cansada de que quieran aprovecharse de mí. – responde un poco molesta. – Es como si yo fuese una especie de la gallina de los huevos de oro.
– Es que lo eres. – replico y ella suspira frustrada.
– Eso no me ayuda, eh. – me señala.
Sonrío en forma de disculpa y negamos con la cabeza, lo que sucede es que… Sam es… Sam vive con sus tíos, unas personas que básicamente la quieren retener porque su abuela paterna le dejó una herencia muy interesante, cosa que ella jamás pidió y ciertamente odia a su padre al cual no hemos visto jamás, ni siquiera sé si Sam lo conoce.
– Aquí separamos nuestros caminos. – habla ella cuando, literal debemos tomar lados contrarios de la calle.
– Cuídate, Sam, no te quites nunca…
– El brazalete que me regalaron. – completa mi frase y asiente con la cabeza. – No me lo quito ni para ducharme y con más razón cuando hago travesuras. – agrega pícaramente guiñándome un ojo.
– Eso fue demasiada información. – musito desviando la mirada y escucho su risa.
– No es nada del otro mundo, mi querida Adara. – se acerca a juguetear con mis mejillas. – Te quiero un montón. – chilla y besa mi mejilla para seguir su camino hacia la derecha de donde estamos.
– Igual. – suspiro. Tomo el lado izquierdo de la calle.
Ya llevo unos minutos caminando cuando todo parece raro, siento que alguien me está observando, achico mis ojos estando en estado de alerta, midiendo mejor mis pasos y deseando que estas cuatro manzanas que me faltan, terminen ya.
– Ya falta poco. – me susurro.
Entonces, aparece frente a mí, doy un saltito en mi lugar, ahogo un grito en medio de un jadeo de sorpresa, trago saliva y apuño mis manos en las correas de mi bolso. Su cabello rubio baila al compás del viento, sus ojos azules zafiro me miran con seriedad y su mandíbula tensa demuestran lo muy enojado que seguramente se siente.
– Adara Alves. – nombra con esa voz llena de seriedad.
– Ian Williams. – lo llamo.
Es uno de los hermanos vampiros obsesionados con mi prima, admito que sí, ambos, son bastante lindos, lo seguía creyendo hasta hace como una semana (el mismo tiempo que ella lleva lejos de aquí), pero, ahora con sus búsquedas fuera lugar, ya me caen mal.
– ¿Dónde está Arya? – pregunta llevando su mano a mi mejilla.
– Lejos. – digo quitando su mano de mi rostro. – No sé qué haces buscándola todavía, ¿no entiendes? No te quiere. – me fulmina con la mirada.
– Esta es la segunda vez que vengo a preguntarte lo mismo.
– Y será la segunda vez que no tendrás la respuesta que quieres escuchar porque no entiendes. – replico con la misma seriedad.
– Ella será mía, aunque todos ustedes se opongan.
– Tú y tu hermano son unos locos. – pongo los ojos en blanco. – Ah y ya que estás aquí, dile a Ivan que deje de acosarme por mensajes, no me da miedo, es mucho más insistente que tú. – lo acuso y sonríe de medio lado.
– Adara, Adara, Adara. – canturrea con ironía. – No deberías de tomarte este tipo de atrevimientos. – habla amenazador, piensa que le tengo miedo porque él no sabe que yo sé lo que es. – Podrías salir muy lastimada.
– ¿Eso es una amenaza? – pregunto arrugando el entrecejo, él se acerca acortando la distancia.
– Puedo ser muy malo si me lo propongo, pequeña. – esa voz en serio me dio un poco de escalofríos, él no me haría daño, ¿o sí?
– Si me llegas a lastimar, Arya, jamás te lo perdonaría. – amenazo y se ríe a carcajadas como si le hubiese dicho algún chiste.
– ¿Y? Mi muñeca, será mía tarde o temprano sin importar si está de acuerdo o no. – le resta importancia.
– Estás demente. – acuso y vuelve su mirada fría.
– Ahórranos la saliva y esfuerzos innecesarios y dime, ¿dónde está mí Arya? – remarca que mi prima es de su propiedad.
– No lo sé, seguro…
– Mientes. – me interrumpe acercándose amenazadoramente.
– No te lo diré de todas formas.
– Esa es una respuesta más creíble, pero, ¿qué tanto estás dispuesta a perder por tu querida prima? – camina dando vueltas a mi alrededor en forma lenta.
No me muevo, me obligo a quedarme parada con la frente en alto, él no puede siquiera imaginar que le tengo una pizca de miedo, no, sino lo usará en mi contra. Se detiene frente a mí mirándome fijamente, intentando leerme el alma o algo así, si supiera…
– No me amenaces, Ian, porque donde te atrevas a acorralarme…
– ¿Qué harás?, ¿llamar a la policía? – se burla y tenso la mandíbula.
Estoy tentada a decirle que somos una familia de brujos, que si queremos podemos secarlo hasta volverlo polvo, pero, no puedo hacer eso, dejaría de tener la ventaja, además de que sería más peligroso, tanto él como su hermano gemelo no se estarían midiendo como aparentemente lo hacen.
– Déjame tranquila. – intento pasar por un costado, pero, me detiene del brazo.
– Adara, no quieres que lo vuelva a preguntar una tercera vez. Así que mejor piensa bien y luego me respondes con la información que necesito conocer – advierte y me suelta haciendo que trastabille un poco por su fuerza.
No respondo, solo veo cómo se aleja caminando despreocupado, respiro profundo, esto seguro se pondrá peor, pero como mi padre me hizo prometer… no dejaremos que le hagan daño a Arya, ella es la que más ha sufrido desde la pérdida de sus padres y caer en manos de esos vampiros, supondría la muerte segura y no, no estoy preparada para perder a mi prima hermana.
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– Le he enviado a Arya unos mensajes avisándole que los hermanos Williams están buscándola. – comunico mientras ceno con mis padres en el comedor.
– Hija, ¿Por qué hiciste eso? – pregunta mi madre, ella siempre se preocupa mucho por mi prima.
– Hija. – comienza mi padre. – Creo que no fue muy prudente, ella podría pensar que estamos en peligro y no es así.
– No entiendo del todo el por qué debemos dejar que ellos piensen que somos humanos comunes. – bebo un poco de jugo.
– Es sencillo, es un factor sorpresa que tenemos de nuestro lado. – responde mi padre.
Asiento con la cabeza, es mejor que me controle y no pierda la postura ante esos hermanos, ya que, desde que regresaron de su viaje han estado acosándome, esperando fuera del instituto para preguntar por mi prima, pero sé que ellos no solo se toman el tiempo de preguntarnos porque no tengan recursos para buscarla, no, esto es un mero juego para ellos, quieren asustarnos.
– ¿Creen que podamos tomar medidas en contra de ellos? – pregunto de nuevo.
– Yo solo sé que no quiero que ustedes corran peligro. – responde mamá, mi padre toma su mano por encima de la mesa.
– Estaremos bien, ellos no nos harán daño…
– ¿Cómo estás tan seguro Adrián?, según las propias palabras de Arya, esos chicos no están bien de la cabeza. – habla con preocupación.
– Mirian. – suspira mi padre. – Estaremos bien, no pueden atacarnos, primero, porque saben que si nos lastiman, no habrá nada que hacer para encontrar a Arya, segundo, porque tenemos hechizos de protección, cosa que ellos no saben.
– Pero, papá, esto no está siendo vida. – interfiero y me lanza de esas miradas que me hacen bajar la mirada.
– Hija, entiende que esto es por tener segura tanto a tu prima como a tu abuela, o acaso, ¿quieres que esos vampiros lleguen a ellas?
– ¡No! – exclamo con rapidez arrugando el entrecejo. – Primero muerta a que eso suceda. – digo con determinación.
– Adara, no hables así. – pide mi madre con clara preocupación.
– Madre es solo una expresión. – miento, obviamente, daría mi vida por cada uno de mi familia.
Mi padre me mira con orgullo en sus ojos y acerca su mano para poder alborotar un poco mi cabello, suspiro y continuamos cenando, solo que la conversación la cambiamos por temas del instituto, estamos cerca de la graduación y ya quiero terminarla para poder ir a ver a mi abuela, hace unos años que no voy a visitarla.
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– Adara, ¡a la macarena santa! – esa es Sam chillando mientras me sigue por los pasillos del instituto. – ¿Cuándo se supone que iba a enterarme que Arya estaba allá en la otra punta del…?
– Shh. – volteo tapando su boca. – Ten cuidado, no estamos en mi casa. – advierto y ella abre los ojos como platos.
– Lo siento. – susurra cuando libero sus labios de mi mano. – Es que no lo puedo creer, la llamé, sí, pero creí que ella…
– Samara. – la interrumpo de nuevo.
– Ya. – ella cierra sus labios fingiendo que lo hace con una llave.
Cuando estábamos entrando al instituto me dijo que Ivan la interceptó a unas manzanas de llegar al edificio donde vive y le hizo la misma pregunta que Ian a mí, de hecho… solo turnaron formas de “atormentarnos” caso difícil porque Sam tiene conocimiento de lo que somos en mi familia, tiene el brazalete que mi padre hechizó para mantenerla segura y… ella ama la actuación tanto que parece tener problemas de personalidad, a pesar de todo eso, ella es una gran amiga y me atrevo a decir que solo con Arya y conmigo ella se muestra tal cual es.
– Entremos, las clases ya van a comenzar. – le digo y ella asiente con la cabeza.
Al entrar a clases veo a un… compañero aparentemente nuevo, este voltea y OMG (Oh my god = oh mi Dios) es guapísimo, un cuerpo como de esos modelos de revista, rasgos masculinos marcados y esos ojos de color claro, creo que suspiré sin siquiera darme cuenta, hasta que… siento que me jalonean un poco el brazo, sacudo la cabeza viendo que es Sam quien me hace ojos de “concéntrate que se está dando cuenta”, vuelvo a mirar al intruso y sonríe divertido mirándome, siento mis mejillas calentarse y desvío la mirada, esto no pudo haberme pasado a mí.
– Jóvenes, es hora de comenzar la clase, por favor tomen sus asientos. – habla la profesora de filosofía entrando al aula.
Coloca una pila de documentos sobre el escritorio en lo que todos nos acomodamos en nuestros lugares, siento que alguien me observa, disimuladamente finjo que me quito el abrigo que decidí traer conmigo por los vientos que suelen soplar a la hora de la salida y noto que es el intruso quien me mira y me guiña el ojo con una media sonrisa.
– Tenemos un alumno nuevo. – habla nuevamente la profesora, todos prestamos atención. – Por favor alumno si puede presentarse ante sus demás compañeros.
El intruso, se levanta y todos centramos la atención en él, lo recorro con la mirada, tiene unos vaqueros color azul marino, una camiseta blanca y una chaqueta color beige oscuro, mira a todos en el salón hasta posar sus ojos claros en mí.
– Hola, me llamo Axel Jhonson, me acabo de mudar desde California y espero hacer muchos amigos. – habla, trago saliva para no dejar caer baba, su voz, ¡OMG! Qué tonalidad más sexy.
– De acuerdo, alumno Jhonson, puede sentarse. – responde la profesora.
Él lo hace y todos nos concentramos en la clase, esta es la última etapa. Sam me da un ligero codazo, la miro y juguetea con sus cejas, arrugo mi entrecejo como duda y pone sus ojos en blanco, se acerca aprovechando que la profesora está escribiendo algo en la pizarra.
– Eh, te he descubierto, ¡pilla! – chilla divertida en voz baja. – El nuevo no deja de mirarte. – agrega por lo bajo.
– Cállate. – respondo sintiendo que mis mejillas se calientan.
– Yo solo digo. – se encoge de hombros y regresa a su lugar.
Decido obligarme a concentrarme en la clase y no prestarle tanta atención a mi instinto que me dice que me está observando. A final de la clase, nos deja una tarea que debemos de entregar mañana a mitad de hora, se despide y la mayoría de las chicas se agrupan al nuevo, suspiro, eso era de esperarse.
– ¿Nos vamos a la cafetería por algo de merendar? – pregunta Sam colocándose la bolsa sobre uno de sus hombros.
– Sí, creo que mejor sí. – respondo y ella asiente con la cabeza.
Nos adelantamos a ir por algo, minutos después ella sale corriendo porque dice que olvidó pasar por dirección para entregar un justificativo, me quedo sola en la mesa jugando con mi jugo, no tengo tanto apetito, estoy pensando una forma en la que pueda hacer esa tarea, hasta que…
– Hola. – habla una voz masculina.
Elevo la mirada viendo al nuevo, a Axel, toma asiento sin ser llamado y me mira con intensidad, me quedo viéndolo, ¿qué no estaba con las chicas en el salón? Sonríe de medio lado un tanto divertido aparentemente, entonces, me doy cuenta, ¡no le he respondido!, ¡qué tonta!
– Hola. – respondo tímidamente.
– ¿Cómo estás? – pregunta y arrugo el entrecejo.
La cercanía, su porte, la sensación que me recorre de tener un poco de frío, lo miro analizándolo, él es… un vampiro, pero… no parece ser vampiro.
– Bien. – respondo un poco seria.
– ¿Sucede algo?, ¿te estoy molestando? – pregunta con una expresión de… ¿culpa?
– Eh, no. – cierro mis ojos y suspiro. – Es solo que. – me detengo para verlo de nuevo. – Nada, solo no dormí muy bien anoche. – miento tratando de sonreír.
– Entiendo, espero que podamos ser amigos tú y yo. – sonríe y me extiende su mano.
Dudosa extiendo mi mano para estrecharla con la de él, al contacto su fría piel me hace tener un poco más de frío, con esto confirmo que es un vampiro, pero, no todos deben ser malos, ¿no?
Sé que Arya los tiene en un muy mal concepto (excepto a uno en especial), pero, no podemos juzgar antes de conocer, por lo que me permito conversar con Axel y es muy simpático, me ha hecho reír en todo el breve receso que quedaba.
– ¿Podemos quedar en escribirnos? – pregunta y sonrío como tonta.