Viviendo en el infierno

1514 Words
Mis labios estaban resecos y casi me había quedado sin aire, ¿qué era esto? ¿Una subasta? ¿Una venta? No… ¡Era una trampa! Comprendo que para el señor Bertino, los negocios siempre han sido primero, pero ¿cómo se atrevía a usar a su nieto como si fuera un objeto intercambiable? —¿Qué estás diciendo, abuelo? —de un solo movimiento, Arton se apartó de su abuelo—. No soy Scott, para dejar que tomes decisiones por mi vida. —Por primera vez estoy de acuerdo con Arton, ¿qué crees que estás haciendo abuelo? —agrega Scott con enojo. —Tu no te metas, Scott, no tienes nada que ver en este asunto, y no estoy haciendo nada que esté mal, solo hago respetar el acuerdo que se dió —la seriedad del señor Bertino se había convertido en una mirada áspera y llena de frialdad. —Abuelo… —Harper trata de intervenir, pero no es permitido su comentario. —Déjenme a solas con Eva y Arton, son con ellos con quienes debo hablar. —¡Por supuesto que no! —fue mi rotunda respuesta—. Mi intención fue venir aquí para librarme de lo que me mantenía unida a Scott, lo he conseguido, y no voy a volver a cometer el mismo error dos veces. No pienso casarme con un Sartini, en esta ni en la otra vida, así que olvide el asunto de ayuda, porque no pienso invertir un solo centavo. El acuerdo se murió. —Oh… No sabes lo que dices querida, Eva. No quise llegar a estos extremos, pero tu abuelo dejó más que solo su palabra, fue su firma, su sello, y tú debes cumplirlo, de lo contrario lamento que tendrás que pasar algunos años tras las rejas. —Esto es un abuso a mis derechos, el acuerdo que usted haya tenido con mi abuelo, ocurrió cuando yo aún era una muchacha estúpida e ignorante que obedecía todo al pie de la letra. —Yo jamás te creí estupida Eva, si no me crees puedes verlo por tu cuenta —sacando un sobre que él ya sostenía en sus manos, me hizo entrega de este—. Por el contrario, eras la dama perfecta, obediente y callada, a pesar de las diferencias con tu apellido, te acepté en mi familia, aunque ahora… Te has vuelto contestona, pero estoy seguro que pronto volverás a saber cómo comportarte. Es cuestión de que aprendas a ser una esposa, y miralo por el lado bueno, Arton no es Scott —su sonrisa me causa desagrado. Este hombre no tiene límites, prácticamente me está vendiendo a su nieto. —¿Casarme con Eva? ¡Es lo último que quisiera hacer en mi vida! —exclama Arton. —¿Y quién quiere casarse contigo? Prefiero enfrentarme a la justicia. —¿Estás segura de lo que dices Eva? ¿Quieres manchar tu nombre y el de la americana? Le darás una mala reputación al trabajo que te abrió las puertas. Solo por un segundo escuché mi corazón latir, el nerviosismo por ser descubierta estuvo a punto de apoderarse de mí. —Usted ya perdió la razón… Me largo de aquí —salí de la oficina sin detenerme un solo segundo. —¡Te doy un plazo de 72 horas, Eva! Si no has tomado una decisión hasta entonces, sabrás lo que ocurre cuando un contrato no se cumple —fue el eco del señor Bertino, antes de que yo abordara el ascensor. Salí del edificio con el rostro enrojecido en ira, algo iba a hacer, esto no podía permitirse. —¿Qué pasa Eva? ¿Todo bien? Como si fuera mi único salvador, Julen aparece para sujetarme de los hombros. —Por amor a Dios, ¿qué te hicieron? ¿Fue ese Scott? Si es así, dimelo y en este instante entro a romperle toda la cara. Negué con la cabeza. —Solo quiero irme de aquí, siento que me falta la respiración. No quiero permanecer un solo segundo en este lugar que me trae malos recuerdos. Julen se muestra muy preocupado, quiere saber más, pero al notar mi estado, decide no seguir con las preguntas, de modo que me ayuda a abordar el auto, en lo que yo abro la ventana para recibir la brisa del viento. —No prefieres que te lleve al médico en lugar de ir a casa, tu rostro estaba enrojecido, pero ahora estás muy pálida —me comenta, mirándome desde el espejo retrovisor. —No, no vamos a ir a casa ni a un médico. —¿Al trabajo? ¿Quieres ver a las muchachas? Niego una vez más con la cabeza. —Quiero ir donde mi abogada. ————— POV Arton —¿Ha perdido la razón abuelo? ¡Conteste, por favor! —le exijo. —No me parece que esté tomando tales decisiones, abuelo —agrega Scott. —¡Cierra la boca, Scott! —le responde—. Lo único que estoy haciendo es velar por los intereses de Sartini. Arruinaste la oportunidad perfecta con Eva, no creí que fueras tan estupido como para firmar, pero qué se puede esperar de ti, eres igual o hasta más idiota que tu padre. Completamente enojado e hirviendo en rabia, Scott salió de la oficina, siendo seguido por Harper. —¿Y tú qué dices? Parece que en realidad no estás tan en desacuerdo. —Yo no repito las cosas más de una vez, he sido claro y coherente al decir que no tengo interés en casarme con Eva. Mi único deber es salvar a la empresa, es todo lo que me importa. —Perfecto, eso quería oír, porque casarte con Eva es una manera de salvar a la empresa Sartini. Miralo de este modo, solo es un negocio. —¡¿Negocio?! No sé que clase de mente tenían el abuelo de Eva y tú, ¿Creen que un matrimonio mal concretado y un bebé solucionará todo? —En efecto —sonríe—. Arton, a pesar de que solo eres menor que Scott por un año, siempre te creí más inteligente, por favor no me decepciones. —No confundas la inteligencia con el abuso, abuelo. —A ver, déjame explicarte como se lo diría a Scott. Un hijo no es solo un niño, es una alianza que mantendrá unida para siempre los intereses de Sartini. —¿Entonces solo estás usando a Eva? ¿¡Qué clase de ser humano eres!? Ahora veo de donde salió Scott con ese horrible temperamento. —Si lo que te molesta es pensar que tendrás que acostarte con Eva, no hay problema, ahora la ciencia permite que se pueda crear a un nuevo ser sin que ustedes… Bueno, ya me entiendes. Encendí en aún más cólera, pero no iba a comportarme como lo haría Scott, la desesperación y el dejarse llevar por las emociones nunca significaba nada bueno. —Yo me voy de aquí, salvaré a Sartini, usando mis propios métodos. —Al final no vas a tener más opción que aceptar, Arton, creeme que a todos nos ha tocado hacer sacrificios, ahora es tu turno —con la mirada perdida, él se aparta y sale de la oficina, dejándome solo con esa incertidumbre de no saber como salvar algo a lo que le tengo una aprecio desmedido, como lo era la empresa en la que crecí. Caminé alrededor de la oficina, hasta llegar frente a la ventana, donde apoyé la mano. —Casarme y tener un hijo con Eva —murmuro, y al cerrar los ojos, lo único que viene a mi mente es un recuerdo amargo—. De ninguna manera. ———————— POV Eva —¿Entonces no hay nada que pueda hacer? —es mi pregunta a la abogada. —Lo siento señora, pero el acuerdo es claro. —¿Y eso es legal? —Por supuesto que no lo sería, pero usted también firmó cuando cumplió la mayoría de edad, lo cual la hace responsable. —Esto es ilógico, jamás firmé semejante cosa… —de repente recordé a mi abuelo muy enfermo, pidiéndome que firmara para sus resultados en el hospital, ¿habría sido capaz de hacerlo? —Usted reconoce la firma, véalo por sí misma. —No puede ser… … Salí de la oficina de la abogada, tenía un nudo en el estómago y otro en la garganta que no me dejaba pasar la saliva. ¿Qué voy a hacer? Ir a la cárcel arruinaría mis proyectos. Estaba entre el infierno y… ¿Qué podía ser peor que esto? ¿Por qué mi abuelo hizo semejante cosa? Estaba por tomar un taxi para irme a casa, pues había mandado a Julen a revisar unos asuntos en el trabajo. —Eva. Levanté la mirada por impulso, encontrando a Arton de pie. —¿Qué haces aquí? —le pregunté, estando a la defensiva—. ¿Me has seguido? —Esta es tu abogada, sabía que estarías aquí. Tenemos que hablar.
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