POV Eva
—Lo siento Arton, no es nada contra ti o Harper, a ella le tengo un gran aprecio, pero no puedo vivir en esa casa.
—Entiendo que no quieras, ya que tiene tu casa, pero trata de entenderme, por favor —me pidió tomando mis manos con las suyas—. Te pido que lo consideres, Eva.
—No se trata de que yo tenga una casa, Arton, y no creo que siquiera pueda considerarlo. Viví en esa casa muchas pesadillas, mis peores miedos se realizaron, mis lágrimas se derramaron a montones, por favor —retiro mis manos—. No me pidas eso.
—Eva… —me miró con mayor interés, al mismo tiempo que su voz se hacía suave, como si tratara de comprenderme.
—Me voy a dormir, eso es algo que ya no quiero recordar, no tiene caso —me di la vuelta, para entrar a mi habitación, pero él me detuvo, tomando mi muñeca sin hacer presión.
Di media vuelta, y volví a estar frente a él. Sus ojos eran dos esferas que aparentemente querían mirar más a fondo de mi ser.
—Aún sientes algo por él, ¿verdad?
—Arton, eso es imposible… ¿Cómo podría amar al hombre que me hizo la mujer más infeliz del mundo? Fue un error haber creído que él me llegaría a amar con la misma intensidad que yo, cuando debí amarme más a mí, en el fondo agradezco que él se hubiera ido a buscar a Zoraida, porque eso me abrió los ojos, y por otro lado, está tu abuelo, a quien creí alguien desinteresado, pero no es así. Amenazó con mandarme a la cárcel, así que ahí tienes mis razones para no vivir en la misma casa.
—Comprendo, pero yo no puedo dejar que ese animal siga viéndole la cara a mi familia, y estando lejos, no podré averiguarlo, por eso te doy mi palabra que no te dejaré sola en todo el tiempo que dure este matrimonio. Mientras más pronto pueda deshacerme de ese sujeto, nuestro divorcio podrá darse antes de tiempo.
—Divorcio… —murmuro—. Es raro que unos recién casados hablen de divorcio, ¿no lo crees? —carcajeo ante mi propia ocurrencia—. Pero… Si lo veo de ese modo, tienes razón, mientras más pronto consigas deshacerte de tu problema, y el mío, podremos ser libres.
—¿Entonces qué dices?
—Sé que voy a arrepentirme de esto, pero… Está bien.
En un acto impulsivo, me abrazó con tal fuerza que mis pechos se pegaron a su torso.
—Oh Dios… —dije, con el aire faltando a mis pulmones.
Rápidamente se dió cuenta de ello y dejó de hacer presión, pero ante la falta de aire, tosí tan fuerte que él se preocupó, por lo que sin dudarlo abrió mi habitación y me llevó dentro.
—Trata de respirar, no quiero que se me acuse en la primera noche de bodas, haya matado a mi esposa.
—Cof, cof —tosí—. ¡Santos… cielos! ¿C-Cómo es que tienes tanta fuerza? Si con el traje se te ve normal.
—¿Con el traje? ¿Insinuas que soy un debilucho?
—Ey, yo no dije eso. No pongas palabras en mi boca que ni siquiera he pensado.
—Creíste que no tengo tanta fuerza, pero está bien. Si eso crees, está bien por mí.
—¿Por qué haces eso? —le pregunto.
—Eso, hace un instante realmente actuabas como una persona, pero ahora nuevamente te vuelves indiferente.
—Esa es mi naturaleza, Eva, y bueno… Ya que estás en tu habitación, me iré a la mía.
—Oye, pero…
…
Arton salió sin decir nada más, realmente es tan extraño.
—Pero en fin, yo no soy nadie para juzgarlo —encojo mis brazos para prepararme e ir a dormir.
Supongo que al dormir sola, puedo vestirme como quiera, y hoy la noche está algo calurosa.
—Al demonio, dormiré desnuda, me quité todo lo que llevaba, incluso la ropa interior—. Pero primero una ducha.
Ya ya al termino de esta, me metí bajo las sábanas, sentir la suavidad envolverse con mi piel fue divino, una sensación que con palabras se quedaba corta.
Esa noche fue tranquila, muy diferente a la de mi anterior matrimonio, donde solo me moría de los nervios, pero por alguna razón, me sentía increíblemente cómoda, a pesar de que había un hombre al otro lado de mi habitación.
Al observar la hora en mi celular, descubrí que ya había amanecido, entonces me levanté de la cama y abrí las cortinas de la habitación, observando el maravilloso día que me recibía, aún estaba algo dormida por lo que no me daba cuenta de lo que yo misma hacía.
De repente, tocaron a mi puerta, por lo que me dirigí tranquilamente y después de quitarle el seguro, lo abrí, sin embargo, por alguna razón empezaba a sentir frío, un poco más de lo normal, y no fue hasta que aclaré mi vista que descubrí que frente a mí estaba Arton con el rostro totalmente paralizado, los ojos abiertos de impresión los labios semiabiertos y resecos, con sus brazos congelados al lado de su cuerpo.
—¿Te pasa algo? Parece que no dormiste bien, ¿no quieres que…? Y fue entonces que me percaté de qué en la noche había decidido dormir sin nada puesto, tanta había sido mi comodidad que prácticamente ahora Arton me estaba viendo tal y como yo llegué a este mundo.
Sin pensarlo dos veces le cerré la puerta en la cara y me morí de la vergüenza. Cerré mis ojos con fuerza y desde el otro lado de la puerta solo puede gritar:
—¡En verdad lo siento! ¡No soy una exhibicionista! No vayas a creer que soy una loca que le gusta andar por ahí enseñando sus… ¡Ay Dios! Ya ni sé lo que digo, por favor solo vete.
En mi mente rezaba para que ella se hubiera marchado, así que me asomé ligeramente desde la puerta, y solo vi el pasillo libre.
Gracias a Dios se había ido, pero ahora no sería capaz de verlo en la cara.
—Tierra trágame o Zeus mándame uno de tus rayos.
—Solo a mí se me ocurre dormir así —me digo a mí misma, observando mi completa desnudez.
Entonces ante tal vergüenza, me metí rápidamente a la ducha y tallé fuertemente mi cuerpo.
—Qué vergüenza Dios mío, qué vergüenza, qué vergüenza, qué vergüenza —repetía una y otra vez con las mejillas totalmente rojas, sin dejar de frotar mis brazos y piernas.
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POV Arton
—¿Señor todo bien?
Para cuando me di cuenta, ya estaba parado frente a la acera del hotel, no sé cómo llegué hasta el lugar caminando, lo último que recuerdo fue haber visto…
—Pechos —murmuré y la mujer que estaba frente a mí se escandalizó, retrocediendo al mismo instante que ocultaba su torso tras sus brazos.
—¡Por amor a Dios! ¡Un pervertido! ¡Auxilio!
Y solo cuando ella gritó fue que pude volver a la realidad, dándome cuenta de lo que mi boca había dicho.
—Hola señora, disculpe por favor no quise ofenderla.
—No se me acerque, pervertido. ¡Policía! —empezó a gritar—. ¡Ayúdenme por favor! Este hombre es un pervertido, me está acosando, ¡Auxilio!
Avergonzado trataba de hacer algo para que se callara, pero ella seguía gritando cada vez más fuerte, que provocó que los empleados del hotel salieran.
—Este hombre me atacó, me ofendió, por Dios yo soy una mujer íntegra, pura.
—Señora ya le dije que no fue mi intención decirle esas palabras, además no lo decía por usted.
—¿Qué trata de decirme ahora? ¿Entonces no tengo nada? —aún más ofendida, gritó fuertemente, provocando cada vez más alboroto.
Y eventualmente sucedió lo que era inevitable, un oficial llegó a las afueras del hotel, en el mismo instante que salió Eva ya completamente vestida.
—¿Se puede saber qué ocurre?
—Oficial, este hombre me atacó —afirmó la señora.
—Eso no es cierto —lo negué—. Estaba desconcentrado y dije unas palabras, pero no es verdad que se las quise decir a ella.
—¿Por qué hay tanto escándalo? —pregunta Eva.
—Eva, métete al hotel y espera en la habitación por favor, en este momento no estoy seguro si deseo verte.
—¿Quién es la señora? —pregunta el oficial.
—Soy la esposa del señor.
—De modo que usted es la esposa de este pervertido, no puedo creer alguien como él esté casado, pero claro, bien dicen que los hombres guapos son los peores.
—Señora ya le dije que no fue mi intención decirle esas palabras.
—¿Y qué palabras le dijo? —quiso saber el policía.
—Yo solo me acerqué muy amablemente para ayudarlo y él habló de mis pechos.
—¡Eso no es verdad! —levanté la voz con más fuerza—. ¡Yo hablaba de los pechos de mi esposa! —al darme cuenta que había metido la pata, me quedé en silencio, sucediendo lo mismo con todos los que estaban presente.
Ahora qué puedo hacer ya no solo era un problema, ahora tenía dos grandes problemas, este conflicto y el no poder olvidar a Eva en traje de Eva.