Capítulo XI En libertad Una noche triste de finales de otoño caía sobre el río Saona. La corriente, como un espejo turbio en un lugar sombrío, reflejaba prolijamente las nubes; y las bajas orillas se asomaban de vez en cuando al río, medio curiosas, medio temerosas, de verse reflejadas en el agua. La inmensa llanura en torno a Chalons se extendía como una gran mancha oscura, interrumpida de vez en cuando por una hilera de álamos que se erguían contra la airada puesta de sol. Oscurecía deprisa en las riberas húmedas, tristes y solitarias del Saona. La única figura que destacaba en el paisaje era la de un hombre que avanzaba lentamente hacia Chalons; tal vez Caín no hubiera ofrecido una imagen tan solitaria y evitada por todos. Con un morral de piel de oveja a la espalda y en la mano un p