Capítulo XXVIII Desaparición de nadie Insatisfecho con los esfuerzos realizados para recobrar a su protegida perdida, el señor Meagles le escribió una carta que sólo desprendía bondad y en la que afeaba su conducta, y otra a la señorita Wade. Como las epístolas no obtuvieron ninguna respuesta, ni tampoco otra escrita a la testaruda muchacha por su anterior y joven señora, que, de habérselo permitido, la habría conmovido profundamente (las tres cartas fueron devueltas semanas después, rechazadas en la puerta), delegó en la señora Meagles para el experimento de un encuentro personal. Como a esta respetable dama le fue negada dicha oportunidad y también la entrada a la casa de forma repetida, el señor Meagles volvió a recurrir a Arthur, para que éste hiciera lo que pudiera. Clennam aceptó,