—¿Raymond? ¿Cómo sabes de Raymond? Me pregunta bastante confundida.
—No te asustes, no te estoy investigando... Es que mientras tu fuiste al supermercado, yo estuve recorriendo la casa y vi el estudio. Me llamo la atención las rosas que había allí y bueno no pude contenerme en leer la tarjeta en ellas. Le confieso avergonzado.
—¿Ha dejado rosas en la oficina?
Veo que no tenía ni idea de eso.
—Sí.
—Siempre tan atento... Es lo único que comenta.
—¿Quién es? Vuelvo a insistir.
Parece que mi insistencia le ha causado gracia, porque esta sonriente.
—No te preocupes, no es mi amante si eso es lo que te preocupa. El es gerente regional de las propiedades aquí en España, y solo me ha hecho el favor de traerme un ordenador con el sistema interno de la empresa para que pueda trabajar. Me explica.
Al parecer con ella todo es así. Me entero de a pedacitos de su vida.
—¿Puedo preguntar qué es exactamente lo que tú haces en la empresa? Pregunto con demasiada curiosidad mientras voy poniendo la carne en la parrilla.
—Claro que puedes saber. Mi función en controlar el funcionamiento de todos los hoteles, sobre todo cuando se inauguran. Trabajo con todos los gerentes regionales para asegurarme que todo esté funcionando como debe ser y tengo que asistir a todas las inauguraciones.
—Vaya, eso suena a mucha responsabilidades... Es lo único que le puedo comentar ya que me sorprende que realmente este trabajando.
—Es un trabajo en equipo.
—No dejas de sorprenderme rubia... Eres toda una caja de sorpresa.
—¿Qué creías que era otra Paris Hilton que solo tiene líneas de perfumes y se va de fiesta en fiesta? Me pregunta con una sonrisa sarcástica.
—Rubia, te mentiría si te digo que no. Le respondo riéndome.
—Me lo imagine, pero no...
—Debo pedirte una disculpa. Le admito mirándola fijamente.
—¿Por qué? ¿Por creer que era una niña de papá?
Vaya... al parecer si me está conociendo.
—Veo que me estas conociendo muy rápido...
—No eres el primero que piensa eso de mí. Me confiesa y noto un rastro de melancolía en su voz.
—¿Por qué lo dices de esa manera?
—Es difícil que te tomen enserio cuando creen eso de ti.
—No entiendo, ¿Cómo que te tomen enserio?
—No importa eso ahora, es el pasado...Una notificación en su móvil nos interrumpe y ella rápidamente toma el móvil y chequea la notificación. — ¿Viste que tú me invitaste a un evento de la fundación? Me pregunta de la nada.
—Si... Digo algo confundido.
—Bueno, me acaban de anunciar que la inauguración del nuevo hotel en Barcelona es pasado mañana... ¿recuerdas que te dije cuales eran mis funciones en la empresa?
—¿Ir a las inauguraciones?
—Exactamente. ¿Quieres ir conmigo?
—¿Tu y yo?
—¡No rubio, si quieres voy con tu perro cuando lo traigamos! Me dice entre risas ante mi pregunta que ha sido bastante estúpida.
—Vale, perdón...mi pregunta ha sido muy tonta. Claro que voy contigo, entonces dejemos a Terral en casa de mis padres hasta que regresemos. Le propongo.
—Está bien. Gracias por querer ir. Además, eso nos ayudara a los dos. Me dice con una media sonrisa.
—Supongo... pero sabes, me pregunto cómo haremos cuando sea la hora de divorciarnos, a lo que me refiero es a que si nos llevamos tan bien y de repente nos divorciamos, a todos les llamara la atención, ¿no crees?
Ella se pone de pie, y se para a mi lado haciendo que me ponga realmente nervioso al verla con ese traje de baño color blanco tan cerca de mi —¿Qué propones rubio? ¿Qué nos comencemos a pelear el próximo mes? Me pregunta intentando no reírse.
—No se... ¿Tu que propones?
—Podemos utilizar otras excusas para divorciarnos... Me dice conteniendo su risa y no sé qué es lo que está pasando por esa mente.
—¿Y cuáles serian esas excusas? Te escucho... necesitamos planear todo esto muy bien. Le dejo saber.
—Claramente no podemos mencionar nada intimo... ya sabes cosas como que no funcionas en la cama, ni que no besas bien, ni nada de eso... Te haría quedar muy mal con tus fans. Me dice y sé que está intentando hacerme enfadar.
—Rubia, podrías decirlo, pero no sería verdad... nunca tuve una queja en esos aspectos. Le comento mirándola fijamente. –Al menos que tú me digas que no te ha gustado el beso. Agrego y sé que la he puesto incomoda.
—¿De verdad me estas preguntando que me ha parecido tu beso? Me pregunta sorprendida.
Dejo la pinza de parrilla a un costado y me giro tan solo un poco para que quedemos frente a frente. –Sí, esa es mi pregunta. Digo sin rodeos haciendo que ella me mira de una manera muy particular, la cual me encanta.
—¿Qué quieres que te diga? ¿Qué besas muy bien? Me pregunta y con su mirada reta a la mía.
—Eso no estaría mal... ahora, si me pides que te bese nuevamente; estaría mucho mejor.
—Pablo... Dice en un susurro.
—¿Qué? ¿Tanto miedo te da un beso mío? ¿O es que te doy asco? ¿Miedo? ¿Qué te sucede conmigo rubia? Me animo a preguntarle.
—Tú sabes... Me responde nerviosa.
—No, no lo sé...
—Tú y yo estamos aquí por circunstancias de la vida, una que ha sido un tanto accidentada... Además... sabes lo que me ha sucedido...
—Jackie, por favor... dime la verdad, ¿me tienes miedo? ¿Crees que yo te haría daño?
—No, y ese es el problema.
—¿Cuál?
—Que no me puedo enamorar de ti. Se anima a decirme finalmente y creo que ha temblado el piso.
—¿Por qué no?
—Es que eres lo que yo rechazo en esta vida.
—Hoy no me has rechazado cuando te bese.
—Lo se... Dice nerviosa.
—¿Por qué no lo hiciste?
—Porque no pude...
—¿Y por qué?
Ella aparta su mirada de mi y mira hacia el suelo. Esta realmente nerviosa. –Porque me ha gustado. Dice avergonzada.
Sus palabras me han dejado sin aliento, al menos no soy yo solo al que le está pasando esto.... Coloco mi mano debajo de su barbilla y levanto su rostro para que me mire —¿Y si te ha gustado porque te niegas a esto?
—Porque no debo...
—Deja de pensar tanto... solo siente... Le digo con mi mirada clavada en la suya y sin dudarlo tomo su rostro entre mis manos para volver a besarla. Esta vez ella coloca sus brazos por encima de mis hombros y corresponde a mi beso de manera natural, me atrevería a decir que también deseaba esto al igual que yo. Su lengua y la mia juegan entre sí haciendo que pierda el sentido del tiempo; besa tan desquiciadamente bien, que me está volviendo loco.
—Por favor Pablo... detengámonos... Me suplica cuando tomamos una pausa para recuperar el aire.
—¿Te encuentras bien? Le pregunto sin soltar su cara y mirándola queriendo analizar que todo esté bien.
—Si, pero no puedo continuar con este beso... No puedo... no estoy lista para...
—Shhh... no digas nada rubia... tranquila, ¿sí? Yo no hare nada para lastimarte, y mucho menos algo que tu no quieras. Confía en mí, ¿sí?
—Eso estoy haciendo... estoy confiando en ti y por eso estoy aquí contigo.
—No dejes de hacerlo...
—No me lastimes. Me pide y es como si me lo estuviera pidiendo una niña pequeña.
—No lo hare. Déjame conocerte, conóceme... Le pido yo esta vez.
—Intentare dejar que me conozcas... y si rubio, aprenderé a conocerte... pero por favor... no me presiones.
—Tranquila rubia, no lo hare. Hagamos lo que sintamos, lo que creamos correcto cuando lo sintamos.
—Vale, pero por ahora creo que deberías dar vuelta esa carne; se está quemando. Me dice con una tímida sonrisa y hace que vuelva a esta realidad de donde ella me había sacado.