Caminaban por la biblioteca, pues Tirza acompañaba a su amiga Alejandra, la intención de ella era mostrarle porque pensaba que Tirza no le creía. Ambas van por el pasillo charlando quedito antes de que la bibliotecaria las callara, hasta ir donde se encontraba la sección de poesía.
—Ya no usas los lentes de contacto.
—No, a veces me enfado de usarlos prefiero los anteojos.
Tirza usaba esos anteojos de armazón rojos, que no tenían aumento, al llegar al corredor Alejandra comenzó a buscar el libro en el estante de madera color blanco, donde se encontraba los distintos libros de poesía separados por autores. Al encontrarlo, lo toma, abre donde esta arrancada la página y se lo muestra a Tirza, ella lo mira, percibe un sutil perfume de hombre no se nota mucho, pero ella alcanza a olerlo.
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