El viaje hacia la playa duró poco más de cuarenta minutos, lo cual era muy extraño puesto que el clima era tan distinto en New Schimer. Se bajó para caminar con sus sandalias en la mano y deslizar los pies en la arena, no sentía nada y eso la hubiese entristecido si tan sólo hubiese podido sentir la tristeza.
No deseaba bañarse en el agua, sino simplemente caminar, observar, sin nada en la cabeza realmente, con el corazón sin latir y el alma en algún lugar apagada. Había pocas personas y el ambiente era agradable, el sonido del mar era relajante y más de una pareja se daba arrimones disfrutando la tarde. De repente, empezó a sentir hambre, esa hambre feroz que le causaba ganas de comer personas, de saciarse con lo primero que encontrara, sin importar si era una pizza, un pollo, una serpiente o un bebé. Por eso comía con desesperación, intentando levemente controlarse tan sólo un poco, mantener un poco de dominio sobre ese cuerpo que le había pertenecido con anterioridad, antes de descubrir su verdadera naturaleza y que su maldición fuese activada.
Se aplastó, entonces, junto a una gran roca, tendió su toalla rosa sobre la arena y se recostó sobre ella para sacar de su bolso los cuatro sándwiches de pollo, huevo, jamón y queso con lechuga, tomate y cebolla que se había preparado, tomó la Coca-Cola que aún mantenía temperatura debido al envoltorio térmico y almorzó sola y con gusto a la orilla del mar.
Comió hasta saciarse y era satisfactorio no sentirse una canibal. Pero un aturdimiento la rodeó, quizás se debía al lugar donde estaba o a todo lo que había comido, pero viendo que estaba clara la tarde y aún habían personas alrededor, decidió, y no ella sino su cuerpo, dormirse profundamente. Y las horas pasaron y la tarde se extinguió, el sol empezó a ponerse y no fue sino hasta que la luna brillaba que ella despertó, y no por gusto realmente, sino por un imbécil tocando sus pechos.
-Mierda, si está viva- decía el otro que miraba a todos lados con una sonrisa estúpida en el rostro- Date prisa, Chris, antes de que grite.
-¿Qué?- decía él que ahora estaba sobre el regazo de ella, sacando una navaja de su bolsillo. Malía de inmediato dejó de forcejear con él y la mano en su pecho se apretó más seguido del cuchillo que se acercaba más peligrosamente a su cuello- Ella no va a gritar, ¿No es cierto, primor?
-Por favor, suéltenme- pidió ella en un hilo de voz, no sentía miedo de perder la vida, sino de que con su fallecimiento, la vida de su familia estaba perdida, el hombre que ahora sabía se llamaba Chris se rió de ella mientras besaba con salvajismo su labio hasta romperlo.
-Dios, eres tan perfecta. Juro que me estoy cogiendo un ángel- dijo con una exclamación mientras levantaba la falda de su vestido sin dejar mover el cuchillo amenazadoramente. Malía tenía un plan y aunque fuese desagradable tendría que arriesgarse.
Talía, mamá, papá. Talía, mamá, papá. Se repetía una y otra vez mentalmente.
-Amigo, rápido- dijo de nuevo apurado el otro hombre que jugaba al vigilante.
-No me apures, Jhon- se quejó Chris. Si Malía hubiese estado despierta los habría sentido, se habría metido en sus cabezas y no habría dudado en devorarlos de inmediato sin importarle romper la regla de la liberación masculina. Pero no, había decidido estúpidamente que podía echarse una siesta sin peligro a la vista.
Chris abrió el bikini sin sutileza alguna mientras su otra mano sostenía su p**o inerte para introducirlo dentro de una callada Malía.
-Que linda se ve calladita- dijo sonriente el estúpido Jhon, Chris martillaba dentro de ella y aunque Malía no sentía nada realmente, vaya que sabía lo humillada y pisoteada que estaba siendo, y en su cabeza se cocinaba una jugosa y maliciosa venganza. Pero se sorprendió al recibir un fuerte puñetazo en el rostro que la dejó viendo borroso, Chris sonreía con malicia y se burlaba mientras apretaba su cuello con las manos.
-A mi me gusta que luchen, y también maltratarlas un poco. Eso les excita, ¿No es así, preciosa?- le preguntó a Malía que luchaba con conseguir un poco de aire mientras el flujo que corría por su garganta era detenido debido a la mano de aquel hombre en su garganta- Habla, maldita sea- ordenó con exasperación y dejó caer de nuevo el puño en su rostro. Sacó su pene de su boca y arrodillándose sobre su cara, lo introdujo mientras amenazaba con el cuchillo en su mano- Si me muerdes te arranco los pechos- amenazó mientras su trozo- no tan grande- de pene era introducido a la fuerza en la cavidad bucal, Malía lo succiono, no con gusto ni satisfacción, realmente con ningún sentimiento, pero sí que se preguntaba, ¿Por qué el hambre caníbal de que tanto sufría no la afectaba justo en ese instante para comerse vivo a ese tal Chris que se creía con el derecho suficiente de obligar y maltratar a las mujeres por el simple hecho de llevar un trozo de metal afilado en el bolsillo de su pantalón?
Su pene sabía asqueroso, eso sí que lo detectaba, y se obligaba a sí misma a no vomitar mientras las venas se tensaban y él eyaculaba su leche asquerosa dentro de su boca. Malía se calmaba mientras recordaba que sólo faltaba uno...Sólo Jhon.
-Es mi turno, quítate- dijo apurado el gordito, parecía más amable pero eso fue hasta ese instante en el que Malía vio un brillo de locura en sus ojos, la tomó por los hombros y le obligó a dar la vuelta inclinando sus rodillas para que su culo quedara expuesto en su máxima expresión, escupió su ano y seguramente también en su pene porque luego de tres segundos, Malía sintió una presión sobre aquel agujero. Se revolvió un poco intentando evitar la flagelación, era muchísimo más grande que Chris, y parecía más excitado que él.
Malía soltó un grito cuando se introdujo en su interior por completo.
-¡Sí! ¡Eso es!- gritó emocionado Chris, animando a su amigo entre risas, se paró delante de ella y jalando su cabello la obligó a mirarlo lo que le resultaba doloroso debido a su posición, o quizás así debió sentirlo. Sacó su m*****o y le orinó la cara, mientras ella sentía arcadas porque no podía cerrar la boca debido a los gritos que soltaba con cada arrebato de Jhon en su trasero. La agresión duró un rato más, con un intoxicado Chris dando patadas cada tanto sobre sus costillas y Jhon ahora cogía su v****a con su pene seguramente lleno de excremento. Malía se sentía sucia y asquerosa y honestamente no sabía dónde habían quedado las fuerzas que le habían sido otorgadas, sentía el ojo muy hinchado y no podía ver nada a través de él.
En algún momento se sumió en una oscuridad absoluta y la inconsciencia la recibió con los brazos abiertos.