Miguel se sintió acalorado cuando prestó atención a la sensual chica junto a él. Malía tenía un encanto sobrenatural que nunca lo había impactado tanto en otra mujer. Incluso una vez llegó a dudar de su sexualidad, pero las múltiples masturbaciones que se dio con las viejas revistas PLAYBOY de su padre le recordaban que no pasaba nada, era simplemente él mismo, el que tenía tantas cosas en la cabeza que su tiempo nunca se rendía lo suficiente entre trabajar como burro y follar como burro. Y ahí estaba esa extraña, exquisita y excéntrica mujer delante suyo, con las piernas separadas y dejando asomar una tela rosa cubriendo su entrepierna, él no quería ser mirón, pero no podía evitar dirigir su vista, sus piernas blancas parecían de nieve y se imaginó el contraste entre su piel bronceada y