Elda Pongo una mano en el tronco de un cerezo e inclino un poco mi cabeza inhalo, exhalo, inhalo, exhalo...repetidas veces para calmar mi cuerpo. No se que está pasando conmigo, la sensación de ahogo se apoderó de mi, al escuchar a toda esa gente murmurando sobre nosotros las paredes del salón se volvieron chiquititas y temí que terminaran aplastandome como un vil cucaracha. ¿Será que él nerviosismo de la misión me pasó factura? No lo sé...pero mis ganas de huir me sobrepasaron. -¿Estás bien?- escucho una voz que se aproxima hacia donde estoy. La noche estaba nublada y a penas se podía ver alrededor. -¿Quién es?- no hizo falta que me respondiera esa pregunta, por que un rayo de luz tenue alumbró a mi acompañante. -Volkov, rayos me asustaste- pongo una mano en mi pecho, su repentina