Capítulo 12.1

1503 Words
El avión del Conglomerado Sa-Na arribó al Aeropuerto Internacional John F. Kennedy cerca del mediodía. Onur había dispuesto a su chofer el encargarse de recoger a Kenji, quien no llegó solo, en esa oportunidad lo acompañó su esposa Natsuki. Ellos también evitaron el acoso de la prensa al ingresar por la entrada vehicular exclusiva para los inquilinos y proveedores de servicio. Al llegar al apartamento, Kenji le dio un fuerte abrazo a su sobrino, quien le agradeció el haber llegado tan pronto como le fue posible. Natsuki también abrazó a Ryusei, y le dijo al actor que no se preocupe de nada, que todo iba a salir como ellos esperaban. La esposa de su tío era apenas cinco años mayor que él, por lo que entre los tres se había creado no solo una relación familiar, sino de amistad, ya que para Ryusei, Kenji Sato no solo era su tío, sino un gran amigo. Tras saludar a Onur y presentar a Emma a Natsuki, la pareja se dispuso a ingresar a la habitación de Ann, quien por recomendación médica debía guardar reposo en cama. Al ingresar la pareja, ambos le ofrecieron a la periodista una cálida sonrisa. Ella quedó sorprendida de que el Director Sato pudiera sonreír, y hacerlo de una manera tan sincera y alegre. Natsuki le explicó que el amor que sentía uno por el otro hacía posible que cuando está a su lado, Kenji pueda gesticular sus emociones y sentimientos. - Es como si tu amor le entregara a él lo que le falta para poder expresarse –mencionó Ann maravillada por tan especial manera de demostrar el amor en esa pareja. - Sí. Es mágico –dijo Natsuki y le ofreció una cálida sonrisa a la periodista. - ¿Y ambos han venido a llevarse a Ryusei? –el dolor al saber que su amado se alejaría de ella era notorio. - Sí y no –dijo Natsuki sentándose sobre la cama de Ann y tomando una de las manos de la periodista-. Yo he venido a conocerte. Kenji kun me ha hablado mucho de ti, de tus perfectos modales japoneses –Ann sonrió muy alegre por lo que la esposa del Director Sato le comentaba-, y tuve mucha curiosidad de saber quién es la mujer a la que nuestro Ryusei le ha entregado el corazón. Debo decirte que lo primero que pensé al verte es que eres una mujer muy bella, ¡tu piel es perfecta! –el comentario de Natsuki se relaciona con la costumbre de las japonesas de cuidar su piel, lo cual no solo incluye tratamientos externos, sino en cuidar su alimentación-. Eres muy hermosa, Houston san. - Gracias. Para mí es un honor que alabes mi belleza, ya que al ser tan perfecta en tu físico sabes de qué estás hablando –Ann no pudo dejar de notar lo hermosa que era Natsuki, quien a los treinta y cinco años era madre de cuatro niñas. La japonesa sonrió de esa manera tan especial que la caracterizaba, que parecía que fuera capaz de derretir el mismo hielo con su dulzura y encanto. - Y también hemos venido porque debemos ayudar a Ryusei a llevar de regreso a j***n a Harumi chan –la tristeza en los ojos de Ann era notoria-. No te preocupes, Houston san, a Harumi chan se le pasará pronto la cólera. Después de conocerte se enamorará de ti, al igual que lo hizo su hijo. Es solo cuestión de tiempo –consoló de esa manera Natsuki a la periodista. - Ann chan, solo será cuestión de unos días. Yo regresaré a ti –agregó Ryusei y al mirar la periodista el anillo que llevaba en la mano derecha, la pareja de recién llegados entendió el significado que este tenía. - Felicitaciones, Houston san, por el compromiso –soltó Kenji ofreciendo una reverencia y una sonrisa. - ¡El anillo es hermoso! Felicitaciones, Houston san –dijo Natsuki y abrazó a la amada de su sobrino. - ¿Y yo? ¿Acaso no me piensan felicitar? Yo fui quien le dio el anillo –protestó Ryusei con humor, cosa que hizo reír a Ann, algo que el actor disfrutó porque después de todo lo sucedido, era la primera sonrisa sin lágrimas que veía iluminar el rostro de la periodista. Tras almorzar en el apartamento, Kenji, Natsuki y Ryusei se dirigieron al hospital donde estaba internada Harumi. Lo primero que hicieron fue buscar al médico responsable de la recuperación de la madre Miura. El galeno les comentó sobre el diagnóstico que el actor ya conocía y recomendó que la paciente no se alterara, que por ahora estaba controlado con una medicación que debía tomar a diario. Como el cuadro con el que llegó al nosocomio había mejorado, encontraron a Harumi en una de las habitaciones individuales del piso de hospitalización. - ¡Hijo! Te extrañé tanto –mencionó de inmediato Harumi al ver a Ryusei ingresar a la habitación. Estaba feliz de ver a su hijo. - Yo también te extrañé, mamá –dijo Ryusei mientras se acercó a Harumi para abrazarla. - Kenji, hermano. Natsuki chan, ¡qué sorpresa! –dijo Harumi sonriendo a los recién llegados. - Nos alegra verte recuperada, hermana mayor –comentó Natsuki acercándose a Harumi para dejar un beso en la mejilla de su cuñada. - Hemos venido para llevarte a casa, como así quieres, Harumi –dijo Kenji con su típico semblante serio. - Gracias, hermano y cuñada, pero no viajaremos solos, Ryusei irá con nosotros, ¿cierto, hijo? –el actor miró con notoria tristeza a sus tíos y asintió con la cabeza. - Mañana te darán de alta, así que mañana mismo saldremos hacia Nagoya. Al enterarse nuestra madre de tu recaída, quiere ella personalmente ocuparse de tu salud –mencionó Kenji. - Mamá siempre tan dedicada a sus hijos, aunque ya soy una mujer de cincuenta y siete años y no una niña –sonrió Harumi agradecida de que Hanae quisiera cuidar de ella como lo hacía cuando aún la hija mayor vivía en la Mansión Sato. - Todos te cuidaremos, hermana mayor –agregó Natsuki junto con su dulce sonrisa. - Gracias a todos, en especial a ti, hijo, por regresar a casa a mi lado –Ryusei miró con desesperación a Kenji y este solo cerró los ojos, señal de que el actor debía ser condescendiente con su madre por el momento. Como lo sugiriera Kenji, Ryusei le pidió a Onur que cuidara de Ann y Emma mientras estaba en j***n. El turco le lanzó una intensa mirada a la joven White, quien se sonrojó de inmediato, y aceptó el pedido que le hiciera el japonés. Esa noche partirían Ann y Emma acompañadas de Onur hacia la mansión de este a las afueras de la ciudad sin que los paparazzi lo sospecharan. Ryusei tuvo que despedirse de su amada antes de que ella saliera del apartamento con rumbo desconocido para la prensa de espectáculo que ya empezaba a hablar sobre el romance entre la Houston y el joven actor japonés. Con un fuerte abrazo y un beso intenso que hizo llorar a Natsuki por la tristeza con que se decían los amantes «hasta pronto», Ryusei vio alejarse a Ann, quien volteó para verlo y decirle «te amo». Al mediodía del siguiente día, el médico firmó el alta de Harumi. El avión ya estaba listo para el despegue, así que un par de horas después ya estaban Harumi, Natsuki, Kenji y Ryusei rumbo a Nagoya. La tristeza del actor era visible para todos, menos para la madre Miura, ya que ella iba sonriendo feliz sin considerar la congoja de su hijo al tener que alejarse de la mujer que amaba. Doce horas después estaban arribando al aeropuerto de la ciudad de Nagoya, en donde Takeshi y Hitoshi los esperaban. Hanae había preparado la alcoba que fuera de Harumi en la Mansión Sato para que ahí se instale durante el tiempo que fuera necesario con tal de ayudar a su primogénita a recuperar la salud que siempre la caracterizó. Takeshi compartiría la habitación de su esposa cuando el trabajo le permita viajar a Nagoya, ya que el actor y director no podía permanecer por mucho tiempo lejos de su amada esposa. Por trabajo, ya que estaba próximo a estrenar nueva producción musical, Hitoshi, quien era un músico reconocido en su país, permanecería en Tokio, prometiendo visitar a su madre cuando las responsabilidades laborales se lo permitieran. Ryusei se quedaría en Nagoya, en una de las habitaciones de huéspedes de la gran mansión de sus abuelos maternos. A Hanae no le gustó para nada ver la tristeza en los ojos de su nieto mayor. Si bien es cierto que en el pasado hubo un tiempo en que Ryusei olvidó cómo era sonreír porque su vida se sumergió en la miseria, la madre Sato supo identificar que el dolor de su nieto era mucho más grande, profundo, como si le estuvieran quitando la vida misma.
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