Capítulo 11.1

1738 Words
Con el engaño de la supuesta relación amorosa entre Ryusei y Emma, la verdadera establecida entre el actor japonés y la periodista de espectáculos se desarrollaba sin presiones ni malas vibras de aquellos que solo podían criticar cuando se topaban con algo bueno y puro como era el amor que ellos se tenían. Ann aprendió a no manifestar emoción alguna cuando escuchaba a la gente hablar sobre la bonita pareja que hacía su sobrina con su amado japonés o la suerte que tenían de haberse enamorado, ya que ambos eran tan jóvenes, tan compatibles que era obvio que tendrían un agradable futuro juntos. La Houston se imaginaba que todos los comentarios que escuchaba hacían referencia a ella junto a Ryusei, por lo que no se disgustaba o deprimía ante ellos. A Ryusei le pasaba algo parecido, ya que cada vez que alguien lo felicitaba por la supuesta relación que mantenía con Emma, él se imaginaba que se lo decían por la verdadera que sostenía con Ann. Estar con una mujer como la Houston, para el japonés era un honor que solo él podía tener, por lo que se llenaba de orgullo y sonreía con infinita alegría. Al dejar el teatro y llegar al lado de Ann, haciendo que todos pensaran que pasaba una agradable velada al lado de Emma en el apartamento donde esta vivía, le daba algunos detalles que admiradoras suyas le entregaban para que se los ofrezca a la mujer que amaba. «Esa eres tú, Ann chan, así que tómalos porque te pertenecen». Ambos enamorados vivían felices su amor sin imaginarse que el caos estaba por llegar a sus vidas de la mano de la incomprensión y el fantasma del pasado. Harumi hablaba casi a diario con Ryusei. Había intentado de varias maneras sacarle información a su hijo sobre la mujer que había cautivado su corazón. Aunque los medios de prensa no comunicaban que oficialmente Ryusei había aceptado que mantenía una relación formal y exclusiva con Emma White, todos ya aseguraban que era un hecho, por lo que Harumi quería que su hijo hablara con ella sobre la dama que era dueña de su corazón y quedar en una fecha para que la familia la conozca. Ante no poder lograr que Ryusei sea sincero con ella, Harumi decidió ir a los Estados Unidos para visitar a su hijo y presionarlo para conocer a la mujer con quien, de seguro, había iniciado una relación. Como había aceptado darle su espacio a Ryusei y que él sea quien decida cuándo llevaría ante la familia a su novia, la madre del actor no podía comunicar que viajaría a New York. Ese viaje tendría que ser sorpresa y mantenerse en secreto, por lo que aprovechó que un grupo de amigas de la escuela se estaban reuniendo para participar en un viaje por Europa, recordando los años en que fueron compañeras de clase, para decirle a su esposo, hijo menor y familia que las siguientes dos semanas disfrutaría de pasar el tiempo con sus amigas de la adolescencia. De Nagoya partió el avión comercial hacia la ciudad de París, en donde darían inicio al recorrido por Europa. A los dos días de haber llegado a La Ciudad Luz, Harumi se excusó con sus amigas porque debía dejar el viaje para regresar a j***n. El motivo: era necesario que se ocupe de unos documentos importantísimos para proceder a entregar una ayuda social que el Conglomerado Sa-Na iba a realizar y ella estaba encargada de supervisar. Harumi no utilizó la agencia de viaje que el grupo de amigas había contratado para organizar el paseo por Europa porque no quería dejar indicios sobre su real destino, así que fue directamente al aeropuerto y adquirió un boleto de avión en clase ejecutiva del primer vuelo que partiera hacia New York. Solo tuvo que esperar unas cuantas horas en la Sala V.I.P. del Charles de Gaulle para luego embarcarse en un viaje de un poco más de ocho horas hacia La Gran Manzana. Ya en su destino, se hospedó en un exclusivo hotel cinco estrellas y pasó un día completo recuperándose por los estragos que su cuerpo sufría por el jet lag. Sin embargo, se dio tiempo para informarse sobre la temporada de teatro, ya que quería ver a su hijo en escena, encontrando que en dos noches terminaba las presentaciones de La hija de la fortuna. De inmediato adquirió una locación para la última función y pensó en comprar un ramo de flores para entregárselas a la novia de su hijo, quien era su coestrella. A Harumi no le gustaba mucho que Ryusei esté relacionándose con una extranjera, pero lo permitía solo porque era una joven menor que su hijo, a quien podría enseñar el debido comportamiento de una dama dentro de una familia japonesa. Al estar en el teatro la noche de la última presentación, Harumi no divulgó sobre su parentesco con Ryusei. Ella simplemente tomó asiento en la locación que le correspondía y disfrutó de la puesta en escena. La historia la atrapó desde el principio y le encantó el desarrollo de la misma. Observó detalladamente a Emma cuando esta salió a escena, memorizando su rostro para no confundirla con ninguna otra mujer rubia cuando su hijo se la presente. En el momento que Ryusei apareció, ella quiso pararse y aplaudir, pero sabía que debía contenerse para sorprenderlo, y sí que lo haría. Completamente feliz por el desempeño de su primogénito, aplaudió enérgicamente cuando la obra finalizó y el elenco salió a saludar. Ver cómo su Ryusei había ganado el aprecio de tantos admiradores la conmovió, ya que de todos los que estaban en el escenario, él fue quien mayores muestras de cariño recibió del público. Al bajar el telón definitivamente y dejar la promesa de que en algunos meses regresarían con una siguiente temporada, Harumi avanzó para salir de la sala e ir en busca del camerino de su hijo. Como no quería que su sorpresa se arruinara, Harumi no buscó al agente de Ryusei para que la ayude a llegar a su hijo, sino que le pidió a un m*****o del equipo de producción que le indicara el camerino del actor japonés. Este se negó porque no estaba permitido que el público, salvo contadas excepciones, traspase el área que solo era para el elenco y equipo de producción. Sin embargo, Harumi fue más hábil, y tras sacar un billete de mil dólares, en donde aparece Grover Cleveland, el único presidente en gobernar a los Estados Unidos en dos períodos no consecutivos, y entregárselo al m*****o de la producción, este la llevó de inmediato al camerino del japonés. Al ser cuestionada por su nombre, ella se presentó como Harumi Sato, ya que si usaba su nombre de casada sería rápidamente descubierta, e indicó que era una amiga de la familia del actor, que lo conoce desde que era un niño. Al recibir el aviso por la radio que llevaba consigo de que lo necesitaban en otro lado del teatro, el m*****o de la producción le indicó que la puerta al final del corredor que habían iniciado era el camerino de Ryusei. Al quedarse sola, Harumi pensó que sería mucho más épica la sorpresa que le daría a su hijo, por lo que empezó a caminar con mucho ánimo de ver a su primogénito después de dos años. (…) Después del almuerzo, Ryusei llamó a Ann para comentarle que esa noche sería la última presentación de la temporada de teatro y le gustaría verla ahí, para luego invitarla a cenar, ya que había reservado en un conocido restaurante de comida italiana, uno que era el favorito de la periodista. Ella no pudo aceptar la invitación porque debía terminar la edición de un reportaje que estaba pauteado para el programa del sábado. «Nos podemos ver el sábado para desayunar, como siempre hacemos», sugirió Ann tratando de animar a Ryusei, quien se sentía un poco decaído por no cerrar su participación en esa temporada de teatro festejando al lado de la mujer que amaba. En realidad, Ann había planeado una sorpresa para Ryusei por el fin de las presentaciones de la obra. Su plan era llegar al teatro mientras estaba en progreso la puesta en escena, y con ayuda del agente de Ryusei, esconderse en el camerino del japonés. La Houston llevaría una canasta con algunos productos delicatessen que eran de la preferencia del actor, como su chocolate suizo favorito; el helado de frutos rojos que tanto amaba de la exclusiva gelateria italiana de la que Ann era cliente frecuente; el champan frutado que gustaba tomar bien helado, y otros productos más que compartirían en la discreción del camerino, al menos por un par de horas hasta que debieran dejar las instalaciones del teatro para dirigirse al restaurante donde el japonés tenía una reservación. Se pasó la tarde depilándose, humectando su piel, preparándose para que esa noche sea especial. Con Ryusei ya tenían un poco más de tres meses siendo pareja, aunque solo unos cuantos lo sabían, y la Houston había pensado que ya era hora de que entre ellos haya algo más que besos y abrazos. Ella decidió que ya era el momento de dar un paso más en la relación, considerando que en una semana viajarían a j***n para que Ryusei la presente formalmente ante su familia y tuvieran que lidiar con el prejuicio que había en sus padres y abuelos sobre que él mantenga una relación con una mujer mayor. Como había pasado mucho tiempo desde la última vez que estuvo en la intimidad con un hombre, Ann era un manojo de nervios que calmaba cada vez que inhalaba profundo y exhalaba despacio, tomándose su tiempo para tranquilizarse. Había elegido un vestido rojo con una larga abertura de pierna, sin mangas y de corte recto en el pecho, pero con un profundo escote en la espalda que llegaba a sus caderas, hecho de un suave satín que se amoldaba muy bien a sus curvas y hacía que su blanca piel luciera provocativa. Recogería su cabello en un moño desprolijo y llevaría un maquillaje donde el rojo en sus labios le haría competencia al azul de sus ojos. El sexy atuendo estaría camuflado bajo un grueso abrigo n***o abultado en el cuello que llegaba hasta sus pantorrillas. Unos pequeños diamantes adornarían sus orejas y su fragancia francesa favorita sería la que deje el sutil, pero constante aroma que a Ryusei tanto le gustaba.
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