Capítulo 8.2

1520 Words
Tras coger el banquillo con el que se ayudaba para llegar a lo más alto de la alacena donde recordaba haber guardado diversas clases de pastas, incluidas las que servían para platos orientales, Ann se subió sobre el inestable mueble para buscar lo que necesitaba. Sin considerar la distancia de su cuerpo en referencia a la alacena, ella se reclinó hacia adelante para alcanzar el paquete que estaba al fondo de ese mueble de cocina. Al apoyar todo su peso en un solo lado del banquillo, este se movió tambaleante, haciendo que Ann pierda el equilibrio y caiga aparatosamente hacia el suelo. El golpe hubiera sido terrible si no fuera por Ryusei, quien al escuchar el grito de su apreciada amiga corrió hacia ella, logrando atraparla entre sus brazos, evitando que se golpee y haga daño. Por miedo, Ann cerró los ojos al sentir que caía, y cuando percibió que un cuerpo suave y macizo a la vez la detuvo, abrió los ojos de inmediato, para encontrarse con los de Ryusei. La mirada de preocupación del japonés la sorprendió. Luego su corazón se alteró aún más cuando lo escuchó preguntarle si se encontraba bien. Ella solo asintió con un movimiento de cabeza. En completo silencio, sin moverse, varón y mujer se quedaron contemplándose fijamente. Un tono rosa empezaba a teñirse sobre las mejillas de Ryusei, y cuando Ann se percató de ello, se dio cuenta que ella también estaba sonrojada. El japonés bajó la mirada hacia los labios de la Houston y se relamió los propios, eso hizo que en ella despertara el deseo de besarlo. Al volver a quedar sus miradas clavada una en la otra, la respuesta que estaba buscando la periodista llegó de golpe: sufres porque te gusta Ryusei y quieres ser tú a quien él besa cada noche en el teatro. Ann empezó a empujar el torso del japonés para que la deje bajar, cosa que él hizo. Ella salió corriendo de la cocina y se encerró en su habitación. Él quedó notoriamente excitado ante ese contacto, el cual llevaba días fantaseando. Al notar que su entrepierna había crecido por el contacto tan próximo que sostuvo con la Houston, tomó sus pertenencias y salió del apartamento. Cuando Emma llegó a la cocina y no encontró a Ryusei ni a su tía, supo que algo había sucedido porque relacionó que el golpe de la puerta principal cerrándose fue el joven actor yéndose del apartamento. Emma prefirió callar y no preguntar sobre lo ocurrido la noche anterior, ya que Ann se había levantado de la cama como siempre y preparado el desayuno. Su tía aún se comportaba raro, pero al menos era menos cortante y estaba siguiendo la rutina que tenían. Al llegar al teatro quiso preguntarle a Ryusei por lo sucedido, pero este no llegó al ensayo por unos asuntos que tenía que resolver en el consulado japonés esa mañana. Después de la presentación de esa noche, Emma ya había dejado atrás su curiosidad por lo ocurrido la noche anterior, ya que Ryusei llegó con muy buen ánimo y estaba particularmente más platicador, así que pensó que de seguro nada malo había ocurrido, solo que su amigo tuvo que irse repentinamente y su tía Ann se fue a descansar. Mientras conversaba con Ryusei y otros actores del elenco, Emma recibió una llamada de Ann, indicando que no podría ir a recogerla porque debía solucionar unos temas en el canal. La verdad era que la Houston no quería volver a aparecer por el teatro, ya que no quería encontrarse a Ryusei. Después de darse cuenta de sus sentimientos por el japonés, Ann decidió suprimirlos por completo, por lo que no quería volverlo a ver. Esa mañana contrató a un chofer para que maneje su auto, permitiendo así que Emma también cuente con alguien que la transporte hacia donde necesitara. Ann indicó a su sobrina que ese chofer llegaría a recogerla, y justificó la contratación del mismo señalando que debía acoplar su horario al de Los Ángeles, por lo que todo lo debía hacer con tres horas de retraso mientras permanezca en esa ciudad de la costa este. Así fue que Ann dejó de llevar y recoger a Emma al teatro y de encontrarse a Ryusei por esos lares. Cuando la joven White llegaba al apartamento cenaba sola porque su tía aparecía pasada la medianoche. Después de dos meses en esa situación, Ryusei se atrevió a comentarle a Emma lo que ocurrió la última noche que estuvo en el apartamento donde vivía la joven White con su tía. - ¿Crees que ella esté molesta conmigo? –preguntó preocupado Ryusei. - ¿Te preocupa que lo esté? –repreguntó Emma. - A mí me agrada mucho Ann chan, no quiero perder su amistad ni dejarla de ver –aseguró Ryusei notoriamente afectado. Desde que no había podido encontrarse con la Houston por ningún lado, al japonés se le veía algo melancólico, por lo que el equipo de producción empezó a llamarlo “el fantasma” porque arrastraba los pies y casi ya no hablaba, solo contestaba haciendo un ruido con la boca que te daba a saber que estaba desganado, que si vivía era porque no le quedaba de otra. - Ryusei, ¿me consideras tu amiga? –preguntó Emma muy seria. - Sí, una muy apreciada –respondió Ryusei luciendo igual de triste. - Y a mi tía Ann, ¿la consideras tu amiga? –el japonés miró a Emma y esta notó en su mirada algo de nerviosismo. - Sí, es una mujer que admiro, respeto y aprecio muchísimo –dijo con un toque de añoranza en sus ojos. En verdad estaba extrañando pasar tiempo con Ann. - Ryusei, a los amigos no se les miente –dijo Emma, y el japonés supo que ella sabía su secreto-. Voy a ser muy directa contigo. Sé que te gusta mi tía, y no veo algo malo en ello, ya que ella es una mujer maravillosa –Ryusei dejó la postura maltrecha que tenía para lucir imponente ante Emma porque el que ella supiera su verdad le quitó un peso de encima-. Y también tengo que decirte que tú le gustas a mi tía, o eso creo –escuchar ese comentario hizo que la alegría despertara en el joven actor y una enorme sonrisa se dibujara en su rostro, algo que no se había visto por semanas. - ¿En serio? ¿No estás jugando conmigo? –preguntó Ryusei ansioso, abriendo sus rasgados y bonitos ojos lo más que podía mientras esperaba la respuesta de Emma. - No juego contigo, Ryusei. Lo que acabo de decir es la pura verdad –dijo la joven White y su amigo japonés dejó la silla donde estaba para saltar de alegría-. Pensé que los japoneses podían contener mejor sus sentimientos –mencionó Emma sonriendo por lo chistoso que se veía Ryusei al demostrar felicidad. - Y lo hacemos, pero he estado por mucho tiempo ocultando lo que Ann chan causa en mí que al saber que tú me has descubierto, me permito mostrar cómo me siento por dentro. - Ryusei –dijo su nombre para llamar su atención y pedirle que regresara a su asiento-, pero la cosa no es tan sencilla. Creo que ella se ha alejado mí y de ti porque cree que a mí me gustas y no quiere entorpecer mi posibilidad de ser feliz a tu lado –soltó Emma preocupada-. Además, está la diferencia de edad entre ustedes. Mi tía fue criada en un pueblo pequeño, siguiendo ciertas creencias y costumbres religiosas, y que tú seas doce años menor que ella no ayuda a tu propósito de querer conquistarla y tener una relación seria con ella. Porque ese es tu propósito, ¿verdad? –lo último lo dijo Emma para conocer lo que quería el japonés de su tía. - Si Ann chan me da la oportunidad de demostrarle la clase de hombre que soy y que puedo hacerla feliz, no dudes que lo que tengo para ofrecerle es mi amor por completo en una relación formal y exclusiva. A mí no me importa su edad, me importa que me ame, respete y confíe en mí –Ryusei era tan sincero que Emma agradeció a Dios por no romper el molde de los buenos hombres para Ann Houston después de que naciera Bryan Tanaka, ya que Ryusei Miura tenía grades cualidades y virtudes como el esposo fallecido de la Houston. - Entonces debemos de emboscar a mi tía para que enfrente lo que siente y no quiera reprimir sus sentimientos, además de que se debe enterar de que entre tú y yo solo puede haber una gran amistad y una relación de sobrina y tío –lo último mencionado por la actriz inglesa hizo que la mirada de Ryusei destelle de felicidad al imaginarse a la periodista sujetando su brazo mientras caminan por las calles de la ciudad de Nagoya, yendo a visitar a Los Sato, su familia materna, en pleno verano japonés, con la brisa proveniente del mar revoloteando los hermosos cabellos dorados de la Houston.
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