CAPÍTULO DIECIOCHO En las semanas que siguieron, Kate sintió la ausencia de Elijah como un agujero en su corazón. Se había enamorado de él por completo y sin esperanzas. El único consuelo era que podía sentir, en lo profundo de sus huesos, que todavía estaba cerca. No había salido de California, lo que significaba que su cofradía no lo había descubierto aun. Y no estaba muerto, que era, con mucho, lo más importante. No lograba dilucidar qué sería mejor -que encontraran a Elijah y se lo llevaran a vivir una vida que no quería, pero llegaría a vivir una, o que conservara su independencia y muriera como un hombre libre. Ninguna de las dos opciones parecía justa. Y lo que parecía más injusto era que él la había abandonado. La había convertido en algo que no comprendía bien y no tenía a nad