Las lágrimas salen silenciosamente de mis ojos mientras continuó sin atreverme a mirar fijamente a Gael. El silencio continúa por unos segundos más y Gael aún sigue no responder. El sacerdote vuelve a repetirle la pregunta y luego escucho a Cintia preguntarle: —¿Mi amor, qué pasa? —Perdóname Cintia, pero no puedo casarme contigo —contestó Gael. Al escuchar aquel contundente ¡No!, Automáticamente miré hacia él, su mirada triste miraba a Cintia mientras ella empezaba a llorar. —Perdóname —le dijo pero ella le dió una bofetada y envuelta en un mar de lágrimas salió corriendo de la iglesia, la cual se llena de murmullos. Toda la familia incluyendo a Héctor van hasta Gael y empiezan a hablar mientras yo permanezco sentada completamente sorprendida. Esa mismo dia en la noche ya todos está