—Gracias —murmuró Gia, mientras que Annie sonrió ampliamente. —¿Te gusta mi vestido, papito? —preguntó la pequeña, mientras se tambaleaba de lado a lado. —Te ves preciosa, mi niña —la halagó y Annie se rio. —¿Mi mamita también se ve linda? —preguntó con picardía. Los ojos de Stephen se fijaron en los de Gia. Ella mordió lentamente su labio, dejando ver lo ansiosa que se encontraba en ese momento. Un suspiro inesperado salió de los más profundo del pecho de Stephen y tras mirar a Gia, llevó sus ojos al rostro de su hija, que esperaba una respuesta. —Así es, hija. Tu mamita se ve muy hermosa —admitió y volvió a mirar a Georgia, que volvía a sonrojarse. —¡Papáááá! —gritó Tommy desde la cocina, rompiendo el momento entre sus padres, cosa que Georgia habría agradecido, de no pensar