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La Pequeña Abogada del Mafioso

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“Nunca he necesitado de un hombre para salir adelante –le dije mirándolo fijamente a los ojos- no vas a ser tú el que venga a decidir qué debo hacer y cuándo-.”

Estas fueron las palabras que le escupió Iliang Rangel a Aleskey Sánchez, después de querer ayudarla cuando un borracho intentó sobrepasarse con ella en el Club nocturno.

Es una mujer que físicamente escapa de su preferencia, es de talla baja, prepotente, altanera, con aires de puedo con el mundo y más, independiente, liberal, acostumbrada a regirse por sus propias reglas. No acepta que ningún hombre decida por ella, ni siquiera su padre. Abogada reconocida, la mejor en su rama.

Él, un mafioso que no ha conocido sentimiento alguno diferente al odio, desde la perdida de sus padres, hundido en un mundo oscuro, rodeado de drogas, apuestas, secuestros, armas, mujeres de mal vivir, muerte. Acostumbrado a utilizar a las mujeres solo para saciar sus ganas sexuales. A partir del momento en que esa fiera andante se cruza en su vida, sin darse cuenta encontrará un sentido a cada paso que dé.

Por casualidades del destino, ella no solo se convierte en su empleada, una pieza importante para sacar adelante sus negocios sino que descubrirán que por un error del padre de Iliang deben estar unidos de por vida para evitar la quiebra y la muerte inminente de ella y su familia.

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Aleskey Sánchez
-          Arrodíllate –le digo a la morena despampanante que tengo desnuda al frente- ya sabes a que viniste. Sentado de piernas abierta en el sofá me dispongo a disfrutar del placer que esta rica morena está por ofrecerme. Antes de arrodillarse se inclina para darme un beso en los labios, desvió la cabeza, no estoy para cursilerías, solo quiero que se dedique a complacerme como me gusta, bastante pagué para que me mandaran a una de las mejores, y pienso disfrutarla. Apenas siento sus labios húmedos en mi glande, dejo de pensar y me abandono en las sensaciones que con cada succión produce en mi cuerpo. Trabaja tan bien que por momentos una furia se apoderó de mi cuerpo, agarrándola por los hombros, la aparte como desesperado me puse protección y sin razonar la senté de golpe en mis piernas entrando en ella de una sola estocada, no le di tiempo de reaccionar, pegó un grito de dolor. Poco me importa si estaba lista para mí. Solo quería satisfacer el animal que invadió mi cuerpo. Después de varias entradas y salidas la morena logró amoldar su parte más intima al tamaño de mi m*****o, empezó a moverse de  manera tal que me hizo venirme varias veces dentro de ella, logrando la excitación a los pocos segundos de haber terminado. Así estuvimos alrededor de dos horas, follando como salvajes. Cuando logré saciar mis ganas, fui directo al baño, no sin antes decirle: -          Sobre la mesita está tu propina, te la ganaste, voy a tomar una ducha, al salir espero no encontrarte –le digo- gracias por el servicio. Me duché, apenas salí del baño sentí unos golpes en la puerta, y al autorizar el paso entra Leroy, uno de mis hombres de confianza. -          Ales estamos esperando que nos des indicaciones de qué hacer con los tres chicos que tenemos en el cuarto de castigo –dice Leroy- . -          ¿Alguno ha hablado? –le pregunto fastidiado-. -          Nada. Parecieran no saber nada sobre la muerte de la chica –dice pasándose las manos por el rostro espantando el cansancio. Llevamos 2 días sin dormir tratando de descubrir quién ordenó el secuestro de la hija de uno de nuestros socios-. -          No hagas más nada. Enciérralos en las jaulas –le digo pensativo- voy a llamar a Thomson para ver qué información me tiene. La muerte de la chica ha puesto de cabeza a toda la organización. Desapareció hace cinco días y ayer apareció su cuerpo sin vida a orillas de la vía que conduce hacia la capital con un cartel que dice “esto es el comienzo”. Solicitamos le practicaran exámenes post-morten y pudieron determinar que antes de morir había sido abusada sexualmente en varias oportunidades, falleció a causa de un derrame interno producto de la inserción repetida de un objeto en sus partes íntimas. Saber esto nos tiene cabreados, no vemos la hora de dar con el responsable de esta atrocidad. Soy mafioso pero jamás me metería de esa manera con una mujer y menos con una niña, tenía solo diecisiete años de edad. Si bien su padre está hasta la medula envuelto en hechos sucios, jamás tocó a la hija de ninguno de sus enemigos, Camilo Pastrano ha sido un hombre recto. Al igual que yo, solo se ha dedicado a la distribución de drogas. Él se encarga de hacer los contactos para distribuir nuestro producto en norte américa. Es nuestro intermediario. Mi socio, Gelys Camacaro y yo hemos creado una droga tan letal, que produce un estado de clímax  superior al de un orgasmo, amarra a quien la prueba de tal manera que termina por crearles un nivel de dependencia tan lento que las personas que lo ingieren ni cuenta se dan hasta que ya es demasiado tarde para dejarla. Ha tenido tanta receptividad que los clientes han  aumentado, lo cual no ha calado de manera positiva entre nuestros enemigos que ven en riesgo sus negocios y buscan sacarnos del medio a como dé lugar, incluso acabando con la vida de todos los que nos apoyan y hasta nuestras familias. Por mala suerte esta chica que no tenía nada que ver con los negocios de su padre, a poco de graduarse para entrar en la Universidad a estudiar arquitectura, cayó en manos inescrupulosas. Despertaron a la bestia. Esto es un llamado a guerra, rompieron el pacto de no tocar a la familia, a menos que estén metidos de lleno en el negocio. En mis inicios: Mi nombre es Aleskey Sánchez, nacido de una familia campesina proveniente del Nordeste del Municipio Remedios del Departamento de Antioquia Colombia, uno de los lugares productores de la mayor cantidad de droga que se distribuye a nivel mundial. Crecí viendo toda clase de artimañas, trampas, actos banales, aprendí habilidades para engañar y evadir a las personas y sobre todo a la autoridad, así como destreza en el manejo de armas de todo tipo y artes de defensa personal. Mis padres procuraron darme lo mejor dentro de lo que sus posibilidades le permitían, soñaban con verme convertido en todo un profesional, sin embargo, a medida que iba creciendo me fui inclinando por la vida fácil. En mi mundo no había posibilidad de elegir una vida diferente. Estando en edad escolar los mantuve engañados hasta los 14 años, les hice ver que iba todos los días al colegio, cuando en realidad en algunas ocasiones salía a encontrarme con otros de mi edad a hacer fechorías. Muchos de ellos, a diferencia de mi situación, no contaban con el apoyo de sus padres. Se preguntarán ¿Qué sucedió en mí caso para tomar el mal camino? En mi defensa puedo decir que falló la fuerza de voluntad, era débil, además de la ausencia de mis padres, quienes pasaban la mayor parte del tiempo trabajando. Ante la falta de atención de alguien que cuidara de cerca mis pasos terminé metido en un mundo que poco a poco me fue arrastrando. Recuerdo la primera vez que me vi involucrado en un hecho delictivo fue en el año 1990 a los 10 años de edad. Iba a casa de regreso del colegio cuando me encontré con uno de los compañeros, Martín Valencia, un niño de mi edad, que no asistía regularmente a clases “dizque porque sus padres no tenían para darle para la merienda y el transporte todos los días”, bueno el hecho es que al verme me pide lo acompañe a un lugar y yo por temor, al saber la fama que tenía de su mal carácter y que golpeaba a todo el que no aceptaba sus ofrecimientos, accedí acompañarlo, como en esa época yo era extremadamente delgado y desgarbado pensaba que con solo un puño me derribaría, no quería pasar por esa experiencia, prefería tenerlo de amigo. Recuerdo que ese día a las doce del mediodía, llegamos a la esquina de una panadería, allí nos esperaban cuatro amigos más de él, al vernos nos dieron alcance, nos rodearon y me dijeron que me quedara estacionado en la cuadra siguiente sentado en uno de los bancos como si leyera un libro. Habiéndome explicado esto, como no vi maldad alguna accedí, fui y me senté en un banco tal cual lo acordado. La sorpresa es que transcurridos 10 minutos, pasan corriendo frente a mi tres de los chicos amigos de Martín, uno de ellos me hace señas para que camine detrás de ellos, en otra esquina me lanza una bolsa algo pesada y me dice: “nos vemos en 15 minutos debajo del puente de la primera transversal, desvíate, no nos sigas, sino apareces sabes que eres hombre muerto. No digas nada a nadie de esto”. Después de eso salió corriendo dejándome con el bulto entre las manos, sin yo saber lo que contenía.  Debajo del puente vi como Martín y los otros chicos emocionados contaron más dinero del que les había visto a mis padres a final de mes. Por supuesto yo miraba toda esta escena perplejo, asustado. José Cuenca, conocido por sus habilidades numéricas, dividió el monto total en 6 partes iguales y recuerdo que me dieron $200 mil pesos colombianos. Quedé con los ojos desorbitados. No terminaba de procesar todo lo que había sucedido en solo minutos. Recuerdo que Martín me dijo que guardara bien ese dinero y lo fuera usando de a poquito porque mis padres no podían enterarse de esto sino me castigaban, y hasta a la justicia me podrían entregar. El solo imaginarlo me aterró. Allí caí en cuenta que me había convertido en cómplice de un robo. Pasé días angustiado, tratando de olvidar lo sucedido. Nunca imaginé que esto marcaría mi destino. Después de ese hecho evadí a Martín por varios días, pero se las apañó para llegar hasta mi casa y pedirles a mis padres que me dejarán salir para supuestamente hacer un trabajo de la escuela. Mis padres inocentes de la situación accedieron y a partir de allí me dejaban salir con él cada vez que llegaba a casa con el mismo cuento. Desde ese día me encontraba con los chicos todos los días. Poco a poco fui perdiendo el miedo a las cosas malas. Faltando tres días para cumplir los 14 años, me obligaron a inhalar lo que parecía un cigarrillo, quedé desorbitado, alucinaba, no tenía control de mí. Para ese día los chicos habían planificado robar a una chica que pasaba todos los días cerca del puente justo a medio día, la chica parecía provenir del colegio privado que está a dos cuadras pues traía uniforme. Apenas vieron la oportunidad me empujaron y con un puñal a sus espaldas la apunté diciéndole que me entregara sus pertenecías, la chica más baja de estatura que yo, asustada me las entregó sin hacer oposición. A pesar de mi aturdimiento por el efecto de lo que me habían obligado a inhalar, aún conservaba algo de discernimiento, por lo que quise dejarla ir, total no nos había visto el rostro a ninguno. Luis Daniel Machado, el más jocoso del grupo, se le ocurrió divertirse con ella manoseándola. No estuve de acuerdo y empezamos a forcejear. En medio del altercado tropezamos a la chica quien paralizada, supongo en estado de shock, se tambaleó al punto de que al no encontrar donde apoyarse,  cayó al piso pegando la cabeza de una acera. Al ver tanta sangre alrededor de la chica salimos corriendo dejándola allí tirada. Ese evento marcó mi vida para siempre, me sentí un asesino, sin salida, ni forma de cambiar, a partir de allí, terminé por decidirme a dirigir mi vida al mundo de los vicios y actos ilegales. Pensé que ya nada valía la pena si había asesinado a esa chica. Mis padres al enterarse de lo sucedido, decidieron sacarme del país a vivir con unas tías, hermanas de mi madre en Venezuela, donde por el lugar en el cual ellas vivían y la poca atención que ellas me prestaban, en lugar de regenerarme terminé de hundirme hasta convertirme en quien soy hoy en día: Uno de los dos Mafiosos más importantes del país, traficantes de alucinógenos. En la Actualidad: -          Aleskey hermano necesito que estés al pendiente del cargamento que va a salir esta noche –me dice Gelys, mi socio, sin quitar la vista de su laptop-, tenemos que coronar. Sé que tenemos encima la caza de los asesinos de Camelia, pero no podemos descuidar el negocio. Eso es lo que quieren nuestros enemigos. -          Tranquilo, todo eso está debidamente pensado y coordinado –le digo con tranquilidad terminando de revisar unos documentos que me entregó uno de mis hombres-. -          Te dejaré solo en esto –me dice Gelys- esta noche debo reunirme con un posible socio, así que ojo de águila con todo, no podemos confiar en nadie hermano. Nos vemos en el club a la media noche. Dicho esto Gelys, se levanta estirando sus músculos, se pasa ambas manos por el rostro y sale de la oficina.  Me toca coordinar hasta las once de la noche que el envió del cargamento salga sin error alguno y que en dos horas después llegue a su destino. Me encargo de monitorear toda la operación de embarque del cargamento desde mi laptop, la información me es enviada a través de un Drom que sobrevuela el área sin ser detectado por las personas que tenemos trabajando en la operación. Tomo un respiro y me sirvo un trago de Vodka, lo necesito. Estos días han sido de mucha tensión, tenemos a los cuerpos de seguridad del Estado respirándonos en la nuca, están alerta de nuestros movimientos, ya perdimos un cargamento y no podemos darnos el lujo de caer nuevamente por errores estúpidos. Estamos averiguando quien nos traicionó. En el grupo hay un infiltrado, pues no es casualidad que justo el día y la hora en que estaba previsto salir ese cargamento a la ciudad de México, el hangar donde teníamos represada la mercancía haya sido tomado por los militares. No había forma de saber que allí se almacenaba la droga. La mercancía estuvo allí alrededor de una semana guardada, custodiada a la distancia por nuestros hombres. En esos días no hubo ningún movimiento sospechoso que nos alertara que los de seguridad del Estado tenían conocimiento de nuestros pasos.  Debo dar con el imbécil que se atravesó en nuestros planes. No vivirá para contarlo. Hago unas llamadas para saber cómo va la operación. Gelys y yo somos los únicos que sabemos de la ubicación del Drom en el lugar de embarque, debo mantener las apariencias llamando cada media hora a Leroy, mi mano derecha, quien está al frente, a orillas del rio desde donde debe salir la embarcación hasta la pista donde espera el jet privado. Luego llamé a Carlos Thomson para obtener información respecto de la muerte de Camelia. Tiene a un sospechoso pero antes de decirme quiere confirmar para darme el nombre.  Afortunadamente todo marcha según lo acordado con el envío de la mercancía, lo que si no me deja tranquilo es no encontrar pistas del degenerado que se atrevió a desafiarnos violando y matando a una inocente. Espero sea el sospechoso de Thomson para acabar con esto de una vez. Aprovecho para llamar a Lucia, el ama de llaves que nos atiende desde que compramos esta casa, ha sido como nuestra madre. Ella a pesar de ser una mujer mayor no deja de cuidarnos, aun si no se le pedimos . -          ¿Me llamaste mi niño? -se acerca a poniendo sus manos en mi hombro izquierdo-. -          Si mi vieja –un bostezo se me vino de repente, no aguanto el cansancio- ¿Podrías prepararme algo de comer, por favor? -          Por supuesto hijo –dice volteándose para salir, la sorprendo con un abrazo- Gracias nana, eres única –le doy un beso en la mejilla-. Apenas sale, me recuesto en el sofá que está al fondo del salón. Sin darme cuenta, me quedé dormido cuando siento algo tibio y húmedo en el cuello que me obliga a abrir los ojos, encontrándome con el rostro de Sabrina pegado al mío, ella es hija de Lucia, lleva años detrás de mí, la he rechazado un sinfín de veces pero parece no entender. La tomo por los hombros con fuerza empujándola hacia un lado para quitármela de encima. Me paro pasando mis manos por el rostro tratando de espantar el sueño que cargo. -          ¿Qué te pasa Sabrina? –le grito molesto- -          No me hables así –dice con una voz fingida-. -          No vuelvas a acercarte a mí, no te lo vuelvo a repetir –le digo en tono de advertencia-, sal, estoy ocupado –le digo abriéndole la puerta-. -          Algún día rogaras porque este cuerpo sea tuyo –me dice antes de salir-. Ruedo los ojos y cierro la puerta. “Que muchachita tan insistente”, pienso. Regreso a la laptop a ver la grabación y aparentemente están por terminar. Tocan la puerta y entra Lucia con la cena. La coloca en la mesa que está en el centro y me dice: -          ¿Vas a salir esta noche mi niño? –me pregunta-. -          Si nana –respondo en medio de pequeñas mordidas a un pan que trajo para acompañar la comida- debo encontrarme con Gelys. -          Bueno iré a tu habitación a prepararte la ropa –me dice-. -          Gracias Nana –le mando un beso al aire-. Termino de cenar e inmediatamente tomo un café cargado, lo necesitaba. Volví a la laptop y verificada la carga del último cargamento, marque el número de Leroy: -          ¿Listo? -le pregunto-. -          Hasta el viento fue montado en esa embarcación. No quedó nada en el hangar –me dice- ya parto a la pista. Al llegar allí te llamo Ales –me dice y cuelga-. Asegurada esta primera parte, me dirijo al segundo nivel de la casa a mi habitación a ducharme, para salir al club apenas confirme el despegue del jet.  Entro pongo seguro a la puerta, no me puedo arriesgar que la loca de Sabrina se me meta en el baño. Demasiada fuerza de voluntad he tenido para no caer en su juego. Y lo que me ha costado porque la condenada se gasta un cuerpo de muerte lenta. Tiene senos grandes y bien regordetes, cinturita de avispa y un trasero redondo, paradito y bien gordito,  cabello rubio enrulado hasta la cintura y ojos verdes que vuelven loco a cualquiera menos a mí. Si quisiera la pudiera tomar, pero la respeto es la hija de Lucia, casi hermana. A la edad que tengo, 30 años no me he casado, ni tengo novia, este trabajo no es el indicado para tener familia. La única que tuve me la mataron en Antioquia hace 10 años, después de haberme metido en este mundo y como venganza por un ajuste de cuentas que me cobré en solidaridad con Gelys.  Nunca imaginé que mis enemigos sabían de la existencia de mis padres y donde ubicarlos. La noticia me devastó, aun no lo supero,  desde entonces me propuse no tener más familia que Gelys y las personas que nos fueran leales en la organización. ¿Qué si tengo mujeres? Por supuesto. Pero mujeres para el rato. Casi a diario me acuesto con una diferente. Todas sacadas de una agencia de damas de compañía que nos sirven cada vez que las solicitamos. Si coronamos hoy, será un día que celebraré con unas buenas piernas entre las mías y unos buenos senos en mi boca. Al salir del baño ya eran un cuarto de hora pasada las once de la noche. Por lo que al revisar mi teléfono tenía 2 llamadas pérdidas de Leroy, se las devuelvo y al segundo repique contesta: -       Dame una buena noticia –le digo-. -       Ya la mercancía está volando a Jamaica Ales, esperamos la respuesta del piloto y de los que la recibirán allá. -       Perfecto Leroy –le digo con emoción- regrésate, nos vemos en el club –le digo y cuelgo-.  Me visto, me aplico colonia, agarro las llaves de mi camioneta, mi teléfono y les aviso a los escoltas que voy saliendo para que se pongan alerta. Ya afuera de la casa me esperaban en fila seis hombres y dos camionetas aparte de la mía. -       Nos fuimos –les digo a todos- vamos primero a un sitio y después al club, estén alerta ante cualquier movimiento extraño. -       Le seguimos señor Aleskey –me dice Leonardo el jefe de mis escoltas-. Fui hasta un bar a buscar un contacto para la compra de armas y averiguar más sobre quien secuestró a la hija de  Camilo, la conversación me retardó una hora. Llegué al Club pasada la media noche, conseguí a Gelys con una morena entre sus piernas. Como todo va según lo planeado y al no tener nueva información del secuestrador decidí esperar a que se desocupara para hablarle. Lo deje disfrutar de su manjar moreno. Me dirigí a la mesa que siempre ocupo y pido un trago. Cuando voy por el segundo observo pasar a la distancia a tres chicas, entre ellas una de muy baja estatura. ¡Wow! Me impresiono. “¿Qué hace una mujer como ella en un sitio como este?”, me pregunto mentalmente tomando un sorbo del trago. Veo que se dirigen a la mesa de Gelys, eso aumentó mi curiosidad. Nunca la había visto aquí y menos cerca de él. En ese momento Gelys muy despacio hace a un lado a la morena, la sienta a su lado. Se pone de pie, hace un gesto a las chicas supongo presentándose y luego les extiende su mano señalando los asientos. Una vez que cada una hace lo que supongo él les pide, llamó al mesero quien apareció en segundos, y al poco rato volvió con un trago para cada una de las chicas altas y a la pequeña le sirve una cerveza en un vaso de vidrio. Al ver esto fascinado, apoyo los codos en la mesa y sostengo mi mentón con las manos viendo la escena. “Es de armas tomar la pequeña”, pienso. Desde mi distancia puedo ver que se tomó de un trago sin respirar casi la mitad de la cerveza servida en su vaso, ¡Wow!, pienso. Gelys dice algo, supongo que sorprendido por el mismo motivo que yo, cuando veo que todas sonríen a carcajada. La sonrisa de la pequeña hizo que el m*****o se me endureciera y empezara a brincar en mi pantalón. ¿Qué vaina me pasa?, pienso. Me tomo el trago de vodka de un solo sorbo y sirvo otro que me tomo así sin más. -       Tan temprano y ya te vas a emborrachar Ales –escucho que me dicen-. Volteo y me encuentro con Leroy quien viene con cara de felicidad que lo dice todo, “coronamos”. Al ver que entendí levanta la mano derecha esperando mi reacción. Me levanto de la silla y chocamos las palmas y nos abrazamos a modo de celebración. -       Esta noche no hay quien nos pare –dice Leroy bailando- vamos a darle las buenas a Gelys que por lo que veo está bien acompañado. Sin esperar mi respuesta se dirige a la mesa, voy detrás de él sin quitarle la mirada a la mujer que me excitó con solo una sonrisa, me tiene el m*****o brincando como muchacho reclamando un dulce. Apenas nos acercamos a la mesa Gelys se pone de pie e interpreta nuestras caras de regocijo, choca las manos con Leroy, lo abraza y luego conmigo y me dice gritando: -       Sabía que lo ibas a lograr mi pollo –dice alborotándome el cabello- nunca me has defraudado Ales –me abraza nuevamente y me da un beso en la mejilla-. Gelys es el hermano que nunca tuve. Cuando mis tías me lanzaron a la calle porque según ellas era un caso perdido, él al verme, en uno de esos tantos barrios de Caracas que suelo frecuentar, me ofreció techo, comida y trabajo, poniendo como única condición fidelidad absoluta. No dude en aceptarlo. Como quería surgir y ya había escuchado las noticias de su fama como narcotraficante, quería ser más que un vulgar ladrón. Quería llegar a las mayores. Ser como él. Y, ¿de qué forma podría conseguirlo? Juntándome con los que saben, siéndole fiel. Por eso desde los 16 años de edad le guardo fidelidad, él se convirtió en la familia que dejé en Antioquia y que me quitaron a los 19 años. De las hermanas de mi mamá no he querido saber, ellas me han pedido ayuda económica,  yo no las recibo, menos después que me dieron la espalda siendo un adolescente. Decían que era un descarrilado, un desviado, pero en ese momento aún no tenía un futuro definido, si ellas hubieran querido, pude haber logrado ser lo que mis padres soñaban pues solo necesitaba unos pocos recursos económicos para prepararme y mayor atención de un adulto. Gelys me suelta del abrazo y me empuja hacia su mesa diciendo: -       Hermano te presento a estas preciosuras –las señala- Venga Leroy tú también conócelas –lo llama-. Veo que todas sonríen pero ninguna emite palabra alguna. La pequeña apenas me ve, desvía la mirada a otro lugar del club como buscando algo. Antes de eso, por un momento cuando nuestras miradas se encontraron pude sentir una especie de corriente eléctrica por el cuerpo que me puso peor a como estaba desde que vi su sonrisa desde los lejos. Vi que ella sacudió la cabeza, tal como hago a veces tratando de despejar el aturdimiento. -       Preséntense Ales y Leroy y siéntense con nosotros –Gelys me saca de mis pensamientos, palmea mi espalda obligándome a quitar la miraba del sitio hacia donde por curiosidad desvié la mirada justo hacia donde la pequeña parecía observar- esta noche vamos a celebrar-. Haciendo caso a lo que me dice Gelys, extiendo mi mano derecha a la primera de ellas y así sucesivamente hasta llegar a la pequeña, quien me dijo llamarse Iliang Rangel. Si mirarla a los ojos fue de impacto, al tocarla la energía fue más violenta, recorrió todo mi cuerpo y me produjo un prensón en el m*****o que tuve que sentarme para disimular el dolor que la presión me ocasionó. “¡A vaina!”, pienso, “¿Qué tiene esta mujercita?, me tiene eléctrico”, me pregunto a mí mismo y me rio mentalmente. Tiene una voz bonita y es súper educada, al igual que las otras chicas que la acompañan, inclusive la morena ojos azules que hace rato estaba entre las piernas de Gelys. Allí me enteré que dizque es su novia. Vuelvo a reírme mentalmente ¿De cuándo acá Gelys tiene novia? Del dolor termino sentado en el asiento vacío al lado de Iliang. Me disponía a revisar el teléfono pues lo sentí vibrar cuando Gelys me dijo: -       Apaga ese aparato por lo que queda de la noche –dice animado- ya coronamos, solo nos queda celebrar, disfruta de la diferencia –señalando a las cuatro mujeres que están en su mesa-, hermano por fa pide otra cerveza para la pequeña, ella solo toma eso, nada que ver con las bebidas que nosotros tomamos, cuida que venga tapada –noto que hace mayor énfasis en esas cuatro últimas palabras, me hace la advertencia-. Dicho esto último entendí que para Gelys esa pequeña es intocable, nada le puede pasar, ¿Quién será ella para que a Gelys le importe tanto su seguridad? -       Ya regreso –le digo mirándolo y luego poso mi mirada en la pequeña quien miraba su teléfono móvil, guardo el mío en el bolsillo del jean y me dirijo al bar-. Pude haber llamado al mesero pero preferí ir hasta la barra para ver si se me bajaba un poco la tensión el cuerpo y el m*****o se relajaba un poco con el movimiento al caminar. Es incómodo. Ya en la barra, pido la cerveza y saco el teléfono para revisarlo antes de apagarlo. Tenía dos llamadas pérdidas de Thomson, como por el ruido de la música no podré escucharlo bien, decido escribirle. Yo: 12:55 a.m. ¿Qué hay de nuevo hermano? No puedo llamarte ahorita. ¿Me tienes alguna noticia? Espero para ver si llega respuesta. Como si estuviera esperando mi llamada vi que al segundo de haberle llegado el mensaje empieza a responder. Nicolás Thomson: 12:56 a.m. Hermano si hay noticias. Debemos hablar personalmente. Los espero mañana a ti y a Gelys en mi rancho. Yo: 12:57 a.m. Está bien. Después de medio día estaremos por allá. Una vez envié el mensaje, apagué el teléfono, pedí al barman me cambiara la cerveza por otra más fría y me dirigí de regreso a la mesa.

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