A J U S T E S

2052 Words
↢ JULIAN ↣   Suena la alarma muy temprano, ya que necesito llegar a la empresa antes de esa bendita reunión para presentar la adaptación del nuevo programa en el que he estado trabajando estos últimos días.   Me doy una ducha rápida, le dejo comida a Catty y voy al closet para buscar mi “tenida formal para el trabajo”. Me pongo un jeans gris oscuro, una camisa celeste y una americana negra. «Lo siento, pero más formal que esto no me verán» digo para mí. Me pongo unos bototos negros, y termino el outfit así. Tomaré mis gafas negras para hoy y listo.   Salgo sin meter mucho ruido, aunque honestamente, puede haber una guerra mundial aquí fuera y Samir no se daría por enterado.   Tomo mis audífonos, saco mi bicicleta del cuarto de lavado, ya que hoy por andar con bototos no iré en el “lombo”, tomo el casco y salgo de casa.   Suena One more time de Daft Punk y pedaleo hasta la revista. Detendiendome en un café para tomar una medialuna y un café.   Entro a la oficina y saludo al conserje, que siempre es muy amable.   —Buen día Alex. —saludo mientras estaciono la bicicleta en el aparcadero especial de la revista, ya que se caracteriza por ser una empresa ”verde” e insentiva a sus trabajadores para que usemos medios de transportes ecológicos. —Hola Joven Yulian. —me dice y aún le cuesta pronunciar mi nombre, por lo que sonrío, ya que al menos hace el intento. —Que tengas buen día Alex. —digo y entro a la revista.   Aun no llega nadie, asi que entro a mi oficina, enciendo el parlante bluetooth y pongo mi móvil para seguir escuchando música y ahora suena Get Lucky de Daft Punk.   Preparo las carpetas con la información sobre el programa InCopy, que es para que los periodistas trabajen a la par con los diseñadores y nadie se atrase en el proceso, alivianando la carga del departamento de diseño y los susesivos cambios en la edición del texto. Cargo la presentación en el pendrive y voy a la sala de reuniones, preparo el proyector, ajusto la pantalla y dejo una carpeta en cada lugar, miro mi iwatch y camino hacia la recepción.   —Aham… h-hola. —le digo a la secretaria del piso, Sandra. —Hola Julián. ¿Qué necesitas? —pregunta. —A quién debo pedirle unas galletas y café para la reunión. —inquiero dubitativo. —Cuenta con ello, siempre tengo guardado en la despensa. —contesta saliéndo de su escritorio que es circular y da hacia al frente de los ascensores— sígueme— dice y voy detrás de ella— Eres muy alto. —dice tratanto de sociabilizar, por lo que sonrío timido y asiento. —Si, un poco. —digo entrecortado. —Y muy callado. —dice ella sonriente. Entramos a la cocina y ella saca una llave de su bolsillo— Puedes abrir la gabeta de arriba, así no tengo que subirme sobre la silla. —pide y asiento, haciendo lo que me pide— Toma lo que necesites. —dice y saco dos paquetes de galletas. —Gracias. —digo y cierro la gabeta con llave. Ella se agacha y de una gabeta saca unos platillos, pequeñas tazas y una bandeja. —Ten esto también. Te hará falta. —dice y me entrega todo. —Gracias nuevamente. —digo y salgo del lugar a paso veloz.   Dejo todo ordenado en la sala de reuniones y me siento a esperar. Me entretengo en el celular cuando veo a dos personas paradas en la puerta.   —Hola, tu debes ser Julian. —dice el chico, con look de metalero, ya que viste de n***o, con una polera de banda de rock y su cabello rubio suelto— Mi nombre es Marcelo, soy publicista. —estrellamos manos y asiento. —Hola, yo soy Fernanda, publicista también. —dice y me saluda de beso, por lo que me pongo nervioso. —Hola chicos. Un gusto. —digo sin saber qué más decir. —¿Así que eres nuevo? —pregunta Fernanda. —La verdad, trabajo hace como un año aquí, pero lo hacía de forma remota, y cuando se fue Manuel, tomé su lugar. —explico y ambos asienten. —Bueno, con nosotros relajado, los siuticos son los periodistas. —dice Marcelo entre risas, por lo que sonrío con él. —¡Hola a todos! —dice una chica sonriente. —Hola Paulita, bienvenida. —le dice Fernanda a la chica— Él es Julian, el nuevo jefe de TI. —explica y la chica me saluda de beso. —Un gusto. —digo y ya me siento un poco más tranquilo, por el ambiente, ya que son la mayoría jovenes. —Yo soy diseñadora, así que probablemente me veas seguido. —dice Paula y yo sonrío y me acomodo las gafas. —Buenos días muchachos. —dice Christian— ¿Cómo estamos para esta presentación? —dice dirigido a mí. —Hola Christian. T-todo bien. Esperando que lleguen todos. —respondo nervioso, ya que él siempre logra intimidarme con esa seguridad que le sale hasta por los poros. —Falta Sara y Tomás. —dice Sandra detrás de Christian. —Hola, llegué. Perdón el atraso. —dice el que supongo es Tomás—Tuve que llevar a mi hijo a la escuela y no había caso con bajarlo del auto. —explica avergonzado. —¿Qué pasa con Sara que no llega? —pregunta Christian a nadie en específico.  —¡Hola jefecito, Sara viene un poco atrasada, pero dice que comiencen sin ella y que luego se integra! —dice un alocado Benji.  —Está bien, tomen asiento por favor. —dice serio y me mira a mí, por lo que asiento y me pongo de pie para apagar las luces y encender la presentación.   Luego de casi media hora explicándoles el uso del programa y de los beneficios, se escucha cómo suena el voltaje de la luz y se apaga de sopetón el piso completo, por lo que quedamos completamente a oscuras.   —¿Qué carajos? —espeta Christian y saca su móvil haciendose a un lado para hacer las llamadas necesarias. —¡¡¿Quéee?!! —lo escuchamos decir, y entre todos nos miramos— ¡Hagan lo posible por sacarla de ahí! —suena desesperado— No me importa lo que deban hacer, háganlo. —ordena y corta la llamada.   Bufa y camina de un lado a otro.   —Excelente presentación Julian, veo que no me equivoqué en dejarte a cargo. —dice satisfecho Christian.  —Gracias, aunque fue más corta de lo presupuestado. —digo con una sonrisa de satisfacción, mientras abro las persianas para que entre luz natural a la sala. —Tendrás que explicarle a Sara personalmente el uso del programa, eso sí, otro día, ya que ahora la pobre se quedó atrapada en el ascensor. —dice entre nervioso y enojado. —Está bien,no hay problema Christian. De todos modos, dejé todo detallado en las carpetas. —explico y asiente, caminando a paso rápido hasta su oficina. —Supongo que dejaremos la reunión hasta aquí. —dice Marcelo entre risas. —A mi me quedó todo muy claro. —dice Fernanda, guiñándome un ojo. —Deberías enseñarle tu a Sara el programa entonces. —propone Marcelo y ella se voltea a mirarme. —Como quieran, ni siquiera sé quién es Sara. —explico con cara de pregunta. —¿Aún no te topas con la estrella de esta oficina? —dice gracioso Marcelo y niego. —Ni idea. —digo encojiendo los hombros y veo como salen por la puerta haciéndo un gesto de adiós.   Tomo un par de galletas, ordeno un poco y salgo a mi oficina. Camino hacia el pasillo y vuelven a encenderse las luces, por lo que me acerco a la escalera y bajo rapidamente hasta mi oficina en el segundo piso.   Al llegar me encuentro a Andrés sentado abanicandose aire.   —¿Cansado? —pregunto gracioso. —¡Uf! —bufa— no tienes idea lo que tuve que correr con los chicos para poder reestablecer la electricidad. —espeta y asiento. —Lo imagino. Pero al menos ya está. —digo alentandolo. —Si, el escandalo fue con Sara que se quedó encerrada en el ascensor. —dice y frunzo el ceño. —Qué pasa con esa tal Sara, todo el mundo estaba preocupado. —digo dudoso. —Es la chica con la que chocaste el otro día. —me explica y asiento. —Parece que tiene mala suerte ¿eh? —digo y Andrés se larga a reir. —No sé si tan mala, tiene 23 años y ya es la periodista estrella en esta revista. —explica y asiento. —Será buena en lo que hace. —digo sin darle tanta importancia— Le podrías llevar esta carpeta a su escritorio. —pido y Andrés asiente. —Sólo si vamos a almorzar juntos. —dice y asiento. —Está bien. Hoy no traje nada. —rebato y sale disparado a dejarle la carpeta a la famosa Sara.     Después del almuerzo con Andrés, la tarde pasa sumamente rápida «por suerte», ya que hoy nos espera maratón de Call of Duty.    Me pongo el casco, los audífonos y salgo rumbo a casa. Paso al super a comprar unas cervezas, algo para picar y retomo el rumbo a casa.  Al llegar guardo la bicicleta en la lógia, cuelgo el casco y Catty no tarda en hacerme mimos entre las piernas, para que le preste atención. Recuerdo que dejé las bosas de la compra en la entrada de la casa y vuelvo a ir a la entrada, por lo que Catty sale al pasillo del edificio haciéndose la graciosa.   —Ven acá, pequeña revoltosa. —digo mientras siseo para que se acerque, y ella muy coqueta se echa unos pasos más alla. Me acerco a ella cuando escucho el portazo «¡f**k!», se cerró la puerta.  —Gracias pequeña, ahora ambos nos quedamos fuera. —digo molesto, ya que pretendía darme un baño y ponerme cómodo.    Llamaré a Samir, para saber cúanto le falta por llegar, y ahí recuerdo que dijo que saldría con la chica que ayudó el lunes «¡uffff!» bufo y lo llamo igual, por último voy a buscar las llaves.   «¿Qué pasa hermanito?» tan amable. «Catty se salió y se cerró la puerta» digo con cansancio. «Jajaja idiota» también te quiero. «Sé que estás en tu cita, pero puedo ir a buscar las llaves donde estas» pregunto. «Está bien. Ven a buscarlas» dice serio. «¿Dónde estás?» pregunto «Te envío la dirección por Whatsapp»  «Ok. Gracias. Voy» «Nos vemos» dice y corta la llamada.   Tomo en brazos a Catty, le toco a mi vecina, para que la cuide mientras voy a buscar las llaves.   —Señora Anita, disculpe que la moleste. —digo. —Hola Julian, no te preocupes, nunca me molestas. —dice amable. —¿Le puedo encargar a Catty por unos momentos? Me dejó afuera e iré a buscar las llaves con Samir. —explico y ella asiente. —Con mucho gusto, así me hará compañía. ¿Cierto preciosa? —le dice con cariño y Catty no tarda en ronronearle. —Es una fundida. —le digo y ella se sonríe— Voy y vengo, no tardaré. —digo mientras camino al ascensor y ella me hace adiós.   Camino a paso veloz hacia el bar, que por suerte queda cerca de nosotros, y esas son las ventajas de vivir cerca de tu trabajo y del sector céntrico.   Llego al bar que me dijo Samir, entro y lo veo sentado solo en una mesa.   —¿Y tu cita? —inquiero. —Fue al baño. Ten. —contesta y me pasa las llaves. —Gracias hermanito, esa Catty no hace nunca una gracia como esa, no sé qué le dio. —digo gracioso. —Te vio la cara no más, hermano. —dice Samir entre bromas y sonrío. —Ya, no te quito más tiempo. Suerte con tu cita. —digo y salgo del lugar volviendo a paso rápido a casa.
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