El comienzo.

2047 Words
— ¡Que muera el mal gobierno! Hay gente tonta como yo que se arriesga a romper el toque de queda por una buena causa y luego está esa mujer del otro lado de la calle pidiendo a gritos que vengan los federales; probablemente venga de afuera, detrás del alambrado, con los denegados. No creo equivocarme, tiene todos los rasgos de ser uno, ropa rota y sucia sin pizca de color, y una enorme boca. Sé que en este momento no puedo hacer nada por ella pues es posible que guíe a los federales a donde me dirijo y eso no pasará. Me odio por dejarla, pero me alejo rápido antes de que comiencen a llegar, no deben de tardar, el toque de queda fue hace casi dos horas y ellos siempre están dispuestos a arrestar a quien sea con tal de un cargo extra a su salario. Doy vuelta a la izquierda a mitad de la solitaria calle y entro en un callejón por donde apenas cabe una persona minúscula como yo. ¿Cómo podrá pasar Frank por aquí? — pienso—. Sin ofender, pero él es como tres yo. Sigo avanzando, el pasillo es muy largo y huele como alcantarilla, por eso me alegro tanto cuando veo una pequeña puerta de madera que está a mi derecha. Espero tres segundos antes de tocar. Tres toques seguidos. Pausa. Un toque. Dos toques más. —El águila cae a media noche —digo al acercarme un poco más a la puerta. Ésta tarda tres segundos más en abrirse y cuando lo hace soy jalada inmediatamente hacia adentro y la puerta cerrada con la misma rapidez con la que se abrió. Me doy cuenta que la mayoría ya ha llegado, soy la última por primera vez. —Creímos que no vendrías, Kira. Nos preocupó cuando no fuiste de las primeras cinco personas en llegar —me dice Charlie. Pongo los ojos en blanco y me acerco para darle un abrazo. —Había gente fuera de mi casa, por eso tardé en salir. — ¿Qué gente? —pregunta—. ¿Crees que…? —Por supuesto que no. No me siguió nadie y todo estuvo tranquilo. Sólo eran los federales de rutina y esas cosas. Todos están en sus pláticas, seguramente comentando el último gran informe de mentiras de nuestro maravilloso líder, el presidente Johnson. Ha sido nuestro presidente por los últimos veinticuatro años y medio. Es una de las personas que más aborrezco y odio en toda la vida, por él yo no tengo madre, pero algún día pienso cobrarle esa deuda. Estoy tan absorta en mis amargos pensamientos que no veo cuando Tina se acerca a nosotros. Ahora me ve con cara de preocupación y siento una ola de cariño y exasperación hacia ella. Siempre se ha preocupado por mí y mis hermanos. —Kira, cariño, ¿Estás bien? —Sí, Tina, estoy bien. Creí que no vendrías, las últimas dos reuniones sólo vinieron George y Harold. —Ellos ya habían tenido más diversión, no me podía quedar atrás. Bueno, ya va a comenzar. Los veo luego —se va meneando las caderas y nos guiña un ojo. —A veces quisiera que mis padres fueran como Tina y Harold, luego recuerdo en todo lo que nos estamos metiendo y me alegro de que no lo sean. Pero admiro toda la fortaleza que tiene Tina, siempre tan positiva —me dice Charlie en voz baja porque ya han empezado a guardar silencio, lo que significa que estamos a punto de comenzar. —Creo que estás enamorado, Charlie. Pero por una vez en tu vida tienes razón, ellos son muy valientes. Comenzamos a acercarnos un poco y así poder escuchar mejor. Bruno empieza a subir a la pequeña tarima improvisada que hay al frente y pide total silencio para poder iniciar. Bruno es el verdadero líder, al menos para mí, él es la única persona (a parte de mi padre) del que seguiría una orden. Es un federal retirado, trabajó en el seno del gobierno durante años, es sumamente inteligente y fuerte para su edad. La gente posa su mirada sobre él, pero no porque se vean obligados sino porque desean escuchar lo que tiene que decir, noticias consoladoras y muchas otras veces devastadoras, pero todos en el fondo tenemos la esperanza de que un día sea diferente. —Me alegra verlos a todos ustedes el día de hoy, desgraciadamente tengo que comenzar con una mala noticia... hemos sufrido una baja. Marco —tomo la mano de mi mejor amigo y éste me la aprieta y baja la mirada, donde puedo ver reflejado en sus ojos color avellana el mismo dolor que yo siento—. Sucedió la noche del miércoles, ayudó a atravesar el alambrado a unos denegados que venían por algo de comida y, desafortunadamente, fue visto por los federales que lo llevaron al juzgado donde ordenaron su muerte en el momento que encontraron nuestra marca. Inconscientemente llevo mi mano derecha detrás de mi cuello, donde tengo nuestra marca. Mi marca. Un tatuaje de un triángulo con la punta hacia abajo y dentro de él encerrado en un círculo una pequeña mano haciendo en símbolo de amor y paz. Lo inverso al signo del gobierno. Es curioso como un simple grabado de tinta sobre la piel muchas veces para algunas personas es la forma de señalarte como un indeseable. —Los infiltrados que tenemos en los juzgados no pudieron hacer nada, hubiera sido muy arriesgado. Los denegados que ayudó Marco lograron escapar a excepción de uno, que fue condenado al igual que él. Siempre tendremos en la memoria la valentía y determinación de Marco, que con todo y sus pequeños rasgos físicos no se dejaba vencer por nadie. Pido un minuto de silencio por un gran compañero y amigo. Todos guardamos silencio. Marco. Era tres años mayor que yo y no tenía familia, pero lo que dijo Bruno es cierto, era una persona tan valiente, pero muy impulsiva. Charlie y yo nos llevábamos muy bien con él. No es la primera víctima del gobierno Johnson, pero sí espero que sea la última. —Después de esto, voy a continuar con lo que ha pasado en estos últimos siete días —continua Bruno—. Han sido arrestadas tres personas, dos de ellas tienen 25 años y se dice que estaban buscándonos después del toque de queda, no hemos podido hacer nada por ellos, pero en cuanto encontremos el momento los sacaremos de prisión. Su ayuda a la resistencia es muy bienvenida. La tercera persona es una de la clase alta y ayudó a un indigente dándole de comer, su familia lo delató, pero para poder inculparlo le pusieron otros cargos. No sabemos lo que haremos con él, supongo que lo dejaremos libre si es lo que quiere. ¿Cómo los miembros de una familia pueden ser tan diferentes y traicionarse entre ellos? me pregunto Qué pregunta tan absurda para mí. Yo sí lo sé. Suena exagerado arrestar a una persona por ayudar a otra, pero en los tiempos que vivimos es de lo más común. El gobierno no quiere que tengamos valores como el compañerismo, aquí lo que importa es salir adelante y el individualismo que reina cada día deja muy claro que el gobierno obtiene lo que quiere. Para ellos es: divide y vencerás. —También, la última información que pudimos obtener es que el presidente Johnson empezará a diseñar su estrategia y forma de gobierno para reelegirse por tercera vez, los ocho años de su tercer periodo de gobierno llegan a su fin en año y medio y por lo que parece buscará la reelección. Aún no sabemos en qué consiste esta estrategia, pero los estaremos informando. > Por otro lado, está el informe del presidente que fue dado ayer por la noche —Bruno suspira—, todo lo que dijo fueron mentiras, pero fueron mentiras muy convincentes. Esto es un retroceso para nosotros, sabíamos que la clase más alta cree todas las estupideces que les digan, pero los demás, la ciudad, empezará a dudar a cerca de todo lo que habíamos logrado filtrando información. —Pero no todo está perdido —interrumpe Daniel—. No todas las personas van a creer eso. Otra cosa muy diferente es que tengan miedo y en eso es donde hay que enfocarnos. En hacerles saber que no hay que quedarnos callados, que necesitamos verdadera libertad, expresarnos a toda costa. —Creo que tiene razón —interviene Peter—. Llevamos años dándoles información verdadera acerca de cómo están las cosas y no hemos conseguido nada. El gobierno cada vez es más corrupto y no estamos muy lejos de llegar a una monarquía. —Podríamos hacer lo que ellos hacen, sembrar duda. Atacarlos desde adentro, no veo por qué tenemos que esperar hasta que se cumplan los ocho años de su gobierno. De pronto todos querían hablar. Así era siempre. —Cálmense todos —sentenció Bruno—. Tienen que entender una cosa muy importante. Sí, somos cientos de rebeldes. Sí, contamos con información. Pero ellos nos superan por muchos lados, no podemos actuar impulsivamente. Nosotros solos no podríamos enfrentarnos al gobierno simplemente plantándonos frente a su mansión, no sólo somos nosotros, somos toda una ciudad y tenemos que pensar en ellos. Necesitamos su ayuda. No tenemos los medios para comunicarnos como lo tiene el gobierno, no podemos ir de puerta en puerta y ofrecer galletas, necesitamos un medio para llegar al interior de los hogares sin que se note nuestra presencia. — ¿Qué te parece… un periódico? —pregunta Tina. Algunos la miran con cara de no entender nada, creen que es una idea ridícula, yo no puedo pensar en este momento en el modo de poder crear un periódico, no tenemos ni siquiera la cantidad suficiente de hojas para repartir y la verdad no quiero pensar en el tiempo que nos llevaría escribir los cientos de copias a mano. Pero por alguna razón, Bruno mira a Baltazar, su mano derecha, y comparten una mirada entre ellos que no muchos captan. —Es una buena idea —empieza Bruno, calmando a las muchas voces que intentas descartar o aprobar la idea de Tina—, pero hay muchos inconvenientes para ello. Con la gente que tenemos ahora no sé si podríamos conseguir lo que necesitamos. —Si necesitamos ayuda... en lugar de información, podríamos reclutar gente —dice Charlie—. Con lo mismo que hemos estado haciendo, pequeños mensajes que no levanten sospechas. Así fue como esto se formó en primer lugar ¿no? Gente de confianza hablando entre susurros. —Es una buena idea. Sólo tendríamos que ser cuidadosos y pasar desapercibidos, creo que es algo que podemos hacer todos nosotros —comento. —No crean que es muy fácil —dice Bruno—, si a alguna persona se le escapara la información estamos perdidos. —Pero no hay nada más que hacer por ahora —interviene Peter. Todos aceptamos la idea de Charlie. Tendríamos que observar a las personas con mucho cuidado y ver en quién podríamos confiar. Eso último iba a ser lo más difícil, ya nadie piensa en otros ni se apoyan ni se tienen confianza. Además de la libertad perdimos cosas como el amor y la amistad. —Para terminar... —dice Bruno pidiendo silencio—. Necesitaré unas personas cuando podamos rescatar a los encarcelados, pero de eso ya veré después. Sean cuidadosos en todos sus movimientos. El día de hoy hizo guardia Frank... —por eso eligieron este lugar. No habría problema que no pasara por el callejón—. Necesito voluntarios para hacerla la siguiente semana. —Yo lo hago —dice con determinación Charlie. No lo dejaré solo. —Y yo con él. Me mira y me sonríe. —Muy bien. Tienen que llegar antes, ya lo saben —Bruno se dirige al segundo al mando, Baltazar—. Las indicaciones, por favor. —Si eres rebelde esto vas a resolver. Sin cosas debes llegar, me conocen como una vieja nación y si caminas derecho a veinte pasos me podrás alcanzar. Mi número es doce, sólo háblame una vez. Si quieres entrar ya sabes que hacer.
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