—¿Y ahora como salimos? —La linterna se acerca y me regreso llevándome a Dahiana a lo profundo del escondite. —Creo que no escuchó, está entrando. —Nos agachamos. —¡Mierda! ¿Por qué me trajiste aquí? Podíamos hacerlo en tu carro o en el mío. —El lugar no estaba tan oscuro, pues el reflejo de las luces de las calles impactaban hacía acá. —Dame tu número telefónico. —Se me ha ocurrido una idea. —No es momento para que lo tomes como ventaja de tener mi número, aún pienso que no te lo mereces. —Resopla su nariz molesta. —Tengo una idea Dahiana, confía en mí, por favor no hagas esto más difícil. —Ella me mira con desconfianza y me da su celular desbloqueado. —Es nuevo, no lo vuelvas a dañar —me reprime. —No lo dañaré, solo anotaré mi número de teléfono para escribirnos y no hacer ruido p