Lo introduce con facilidad y comienza a mover sus caderas bruscamente de arriba abajo, yo miré sus pechos, quienes estaban agitados por el brinco que hacia ella al cabalgarme. La tomo por la cintura y también comienzo a ayudarla, esto era mutuo, un vaivén muy delicioso, bajé mis manos a sus nalgas y las apreté muy excitado. Nuestros gemidos y nuestras embestidas empañan el auto, volvimos a besarnos como si el mundo se acabara y apoyé unas de mis manos en el asiento para elevarme un poco y mover mis caderas junto con las de ella. —¡Dahiana! —gemí entre nuestros labios. —¡Aaah! —Tal cual como la imaginé, sus gemidos suaves y deliciosos—. ¡Hazme tuya! —jadea volviéndome loco al instante. —¡Me encantas! —Sus piernas comienzan a temblar, eso es una señal muy buena, sin embargo, yo tenía gana