—Está bien, les contaré, pero no sé lo digan a nadie. —Llevo mi dedo a mi boca para que sea un secreto.
—Te lo prometo. —Me sonríe la castaña.
—Muy bien, ¿Cómo te llamas lindura? —Vuelvo a tomar de la botella y quedó algo mareado, faltaba poco para que se acabara.
—Oriana… —responde amablemente.
—Bueno Oriana, estoy bebiendo porque las derrotas también se celebran, se supone que me iba a ver con una chica y me plantó. —Alcé mis hombres sin entender el porque.
—Tal vez tuvo algún inconveniente —supone ella tratando de animarme.
—Si así fuera, me hubiera avisado, pero ni un mensaje me dejó —respondí amargado.
—Seguramente la querías mucho como para que te pongas así. —Me mira con lastima y yo me reí a carcajadas.
—¿Quererla? Apenas la conozco, solo que ha sido una patada constante en
