—Haz lo que digo. —Se separa completamente y se va atender a su cocina. Yo me levanto del sofá con algo de torpeza como si huyera de un criminal, ella quiere vender mi corazón. No sabía si escapar o esperarla. ¡Carajo Miguel! Has estado esperando esto desde que la conociste, aprovecha para hacerte creer que has ganado la victoria. Salgo de la casa y mi chófer me esperaba afuera, era muy inteligente de su parte hacerlo, ya que no debía malgastar la batería del carro. —¿Hacía dónde nos dirigiremos? —Carlos toca la manilla de la puerta trasera para abrírmela. —Voy a necesitar el auto, si quieres ve a tu casa y gracias por estar al tanto —lo despacho y parece sorprendido. —Muchísimas gracias señor. —Hace una reverencia, me alegra que no objetó, a la única que se lo permito es a Dahiana.