Unos suaves golpes interrumpieron la bronca que mentalmente le lanzaba a aquel hombre. -¿Caroline, eres tú? Se trataba de Caia. Ahora no sabría cómo explicarle el motivo por el que se encontraba encerrada en un baño. -S..Sí, un minuto –titubeó. -¿Te encuentras bien? Soltando una profunda bocanada de aire, le abrió la puerta. La cara de preocupación de Caia, pasó a un segundo plano cuando finalmente su mirada se cruzó con la de Constantine, quien hablaba por teléfono a unos cuantos metros de donde ella se encontraba encerrada, atento a todo lo que sucediera, no dejó de observarla. -¿Caroline? –le habló Caia, al ver que no reaccionaba. -Sí, sí…, estoy bien. Confusa por lo que la mantenía así de distraída, volteó a ver a qué se debía su preocupación. Allí seguía él, perfecto en su tra