-Sí, es un hombre ocupado, eso me consta ¿Qué pasa? –lo observó sin dar crédito de su actitud. -“Cenas de trabajo”, nunca son solo cenas, menos entre dos –volvió a puntualizar. -¿Estas celoso de Dorian? –soltó incrédula. -Sí, te trata con demasiada confianza –gruñó molesto. -Es un caballero, y tiene 44 años –explicó sorprendida por su arrebato. -¿Y? -¿Cómo que “Y”? te aseguro que no tengo ningún interés en él, más que laboral, claro. -No quiero que vayas el lunes. -Es mi trabajo –le advirtió. -Que vaya a la oficina. -No puede, es por eso que es una “cena”, he ido muchas veces, y te aseguro que no ha intentado nada, absolutamente NADA. -Ingenua, está usando su táctica del príncipe encantador, todo educado y elocuente, con bromas inocentes y halagos disfrazados con florecitas ¿de