En la secundaria para jóvenes de altos recursos Redmington, no se aceptaba siquiera una falta como usar el cabello de colores estridentes, que fumaran en los aseos o que los chicos se reunieran detrás del campus, pues todo aquello rayaba la reputación de la institución.
Por supuesto, al ser una escuela privada, todo esto debía de cumplirse de manera exacta y correcta, ya que de no ser así, los alumnos se verían expulsados, o por el contrario, afectados en algunas de las disciplinas o como personas.
Lo que peor se castigaba eran las mentiras y el no cumplir con las actividades, era un total pecado.
Muchos de los profesores explicaban sus materias de maneras dinámicas, queriendo que los chicos interactúen y consigan el sentido a distintos temas que bien pueden ser debatidos entre un grupo
