Al día siguiente del encuentro que tuvo Giulia con Boris, caía día sábado, por lo que no tenían instituto, y a pesar de que por un lado ella estaba bien con eso, ya que encontrarse cara a cara con el chico le generaría nerviosismo, por otro también lamentaba no poder verlo de nuevo. Quería pellizcarse, ya que no se creía que todo eso fuera real. Apenas salió de la casa de estos, se dirigió al auto que la esperaba y desde entonces no había dejado de sonreír como una tonta. Estaba llena de felicidad por haber logrado en parte su cometido, pero faltaba mucho para poder aflojar ese carácter tan duro que tenía el rubio, cosa que no podía negar que le encantaba por completo. Ella también tenía sus cosas, de modo que aprender a convivir el uno con el otro era un gran reto, pero uno que estaba