En los planes a futuro que Mía había trazado alguna vez en su mente estaba lograr ser admitida en la universidad, especificamente en la carrera de Historia ¿Porque?
Mía, siempre había querido estudiar Egiptologia, pero para poder conseguirlo primero debía cursar esa licenciatura para alcanzar su sueño.
Desgraciadamente, ella no había tenido el privilegio de nacer en un país qué le brindará los medios para estudiar la carrera de sus sueños. Ella había nacido en México, un país, por supuesto, repleto de zonas arqueológicas, pero el conformarse con la historia y la cultura de su país, no era lo que ella anhelaba.
El propósito de la egiptologia, no era solamente el estudiar y escavar tumbas antiguas para la preservación de una civilización extinta, sino que también significaba salír más allá de lo que conocía para explorar el mundo.
Si, sus planes eran demasiado clichés. ¿Quién no había soñado con viajar y explorar lo desconocido?
Mía tenía diesiciete años cuando comenzó a trazar el rumbo qué llevaría su vida gracias a un documental qué había visto en su colegio, sobre civilizaciones antiguas. Para sus compañeros, aquella clase había sido la excusa perfecta para perder el tiempo porque claro, no a todos le interesaba aprender sobre los egipcios y las técnicas qué usaban para realizar la momificacion, pero para Mía, era el inicio de una vida qué deseaba tener en medio del desierto sin importar que la arena se metiera a su ropa en lugares que serían muy difíciles de lavar, pero a pesar de ello, ese era su sueño.
Luego de aquella clase, Mía había descubierto qué en su país no existía una carrera qué le ayudara a cumplir su meta, en Egipto no necesitaban historiadores, sino egiptologos qué ayudarán a desentrañar c*******s momificados de la fina arena del desierto para datar su vida y su muerte.
Para ser llamada como tal, necesitaba estudiar Egiptologia, pero la universidad más cercana qué le ofrecía esos estudios se encontraba en New york, sin embargo, aquella opción estaba lejos de las posibilidades de su economía, el único camino qué tenía era culminar la carrera de historia, la cual tendría una duración de tres años, para después tomar un diplomado en Egiptologia qué duraría, dos años más.
Ella sabia que lograr esa meta no sería para nada sencilla, pero estaba determinada a lograrlo por los medios qué fuese necesarios, pero a sus veintitrés años aun se encontraba atrapada en su país, sin poder terminar la universidad y mucho menos tener en cuenta el diplomado. ¿Qué había pasado?
Mía habia tomado malas decisiones qué la habían llevado a estancarse no solamente lejos de sus sueños, sino también de su familia. A la hora de elegir la universidad de sus sueños, ella había optado por una universidad privada con un programa de estudio espectacular qué ella sospecho qué le sería de utilidad a la hora de comenzar su diplomado.
Esta universidad estaba bastante lejos, lo que la había obligado a irse de casa y también del cuidado de sus padres, no obstante, Mía estaba tan empeñada en crear su propio camino que idealizo en su mente que aquella decisión era la mejor forma de lograrlo.
Por supuesto que el irse no había sido una decisión fácil de asimilar, ni para ella ni para sus padres, quienes insistían en que ella podía estudiar la primera carrera en su ciudad natal, puesto que no era tan importante como lo que aprendería en el diplomado, pero si Mía estaba segura de algo, eso era que la universidad influía al momento de la admisión del diplomado.
No quería llegar con un título de una universidad tan simple, creyendo qué eso la catalogaria como poca cosa, sabiendo que los egiptologos provenian de universidades especializadas en el estudio.
Así que, de una u otra manera logró convencer a sus padres para que le permitieran volar del nido para buscar su propio camino y hacer su vida propia, aunque a ellos le preocupaba la inseguridad a la que su hija estaría expuesta al trasladarse a otra ciudad lejos de su protección .
Mía se sintió un tanto ofendida al descubrir qué sus padres pensaban qué ella era muy ingenua y hasta un poco torpe como para perderse, en la capital del país, donde se encontraba la universidad qué había elegido, además de los muchos otros peligros qué Mía podría sufrir de no tener cuidado, pero a pesar de sus miedos, al final de cuentas se vieron forzados a darle su bendición y le permitieron irse de casa para trasladarse a la ciudad de México y ahí, rentar un pequeño departamento cómodo y accesible y el cual apenas quedaba a dos calles de distancia, por lo que ahorraría en pasajes y comida.
Luego de llegar a la ciudad, Mía descubrió qué sus padres no se habían equivocado, la ciudad era inmensa, ruidosa y veloz, la gente parecía ansiosa por llegar a algún lado, cuestión que la llevo a perder una cartera, luego de que un grupo de gente se le aproximara al punto de empujarla, aquello había sido un truco únicamente para sacarle cualquier cosa que llevara en el bolsillo, pero solo de esa forma, Mía aprendió qué no debía confiar en la gente de la ciudad.
La universidad, aunque había superado sus expectativas, era todo menos barata, y no solo por las colegiaturas que sus padres le ayudaban a cubrir, sino por los materiales y libros que debía ocupar.
Mía entendió, mientras pasaba el tiempo y debía comprar más y más libros, además que no podría seguir ese estilo de vida tan caro, claro que ella no era quien sufría aquellos gastos, pero comprendió que su padre no podría seguir enviándole tanto dinero.
Sabia que tarde o temprano, alguno de sus padres la llamaría para cuestionar todos esos gastos innecesarios qué sus profesores le pedían como requisito para tomar sus clases y, aunque esa era su obligación, es decir, todos esos gastos mientras ella continuará con su educación.
También estaba el hecho de que pagaban la mensualidad de su módico departamento, además de que le enviaban dinero para comidas y también se hacían cargo de pagar los servicios qué necesitaba para realizar sus tareas, porque nunca faltaba el profesor qué pedían entregar trabajos casi imposibles de realizar en poco tiempo.
Se sintió culpable, en cierto modo, aquello era todo su culpa, puesto que de haber elegido estudiar en su ciudad, se había evitado todos esos gastos, así que llego un momento en que dejo de pedirles dinero.
Luego de pensarlo durante varios días, Mía había terminado solicitando un empleo de medio tiempo durante las tardes, tiempo en que anteriormente usaba para adelantar trabajos extras.
Comenzó a trabajar en una cafeteria, pero gracias a ese empleo, aveces le era imposible estudiar para los exámenes, después de todo quedaba tan exhausta qué prefería dormir a tocar un libro después de su jornada laboral y como resultado de eso, termino reprobando el año.
Universidades como esa, aprovechaban la desdicha de los pobres estudiantes, y es que realemente la condición de Mía era precaria.
Otorgaban segundas oportunidades, pero lo hacían a precios bastante elevados por lo que, para poder regularizarse, debía trabajar más para poder pagar los examenes.
Después de mucho estrés, Mía no sabía que hacer, porque aveces la única solución parecía ser dividirse para ponerse al corriente con la universidad y seguir trabajando durante las tardes para pagar sus deudas, pero no tenía la energía suficiente para cumplí con los dos.
Sabía que debía elegir uno u otro, pero no podía continuar con ese estilo de vida tan desgastante en el qué no podía dar lo mejor de si misma estando tan cansada.
Su única solución fue elegir el empleo en la cafetería, porque sabía muy bien que no podria continuar pagando sus deudas sin ese empleo, por lo que tomo la decisión de darse de baja temporal.
En primer lugar porque necesitaba ahorrar y también para poder respirar del estrés que la tenía tomada del cuello y no la dejaba respirar, pero al hacerlo, Mía fue cayendo en la trampa de las deudas, ahorraba poco y gastaba demasiado.
De ese modo, había transcurrido un año y cuando se dio cuenta de que había perdido tiempo valioso, habían transcurrido casi dos años.
Enfrentar a sus padres había sido la situación más vergonzosa de su vida, por supuesto, ellos entendieron que al final su hija no había sido lo suficientemente madura para no aceptar su error y mucho menos para enfrentar una situacion así, por lo que le ordenaron volver y hacer las cosas a su modo, pero su orgullo y podría decirse que sus sueños, no se lo permitieron.
Estaba decidida a continuar asi tuviese que sacrificar todo lo que tenía, por lo que decidió cambiar su departamento por una habitación en renta en un edificio exclusivo para estudiantes universitarios, por supuesto, aunque sus gastos se habían reducido aun no era suficiente, por eso había tenido que vender parte de su ropa y otras cosas innecesarias con las que pudo obtener un buen ahorro.
Y para no quedarse estancada optó por estudiar en una universidad publica en donde tal vez no aprendería lo que esperaba para ayudarla en el diplomado, pero era la unica manera de no rendirse, su única opción para no ceder a los chantajes y la presion de su familia. El único camino qué le quedaba para lograr sus sueños.