Micky tenía una postura bastante rígida y seria, diferente al Micky que siempre he conocido, tan alegre y amable, podría estar completamente segura que ya sabía la situación que pasaba con Sebastián, además, esto de vivir juntos y estar tirando la pared de mi apartamento era demasiado compromiso, sentí como si ya me estuvieran pidiendo matrimonio y eso me hizo querer salir corriendo, pero no podía porque no tenía ni a Oliver, ni a mamá conmigo. –Te espero abajo –comentó Sebastián subiendo al ascensor, y lo último fue una advertencia –. No más de cinco minutos. Algo me dice que me dejará aquí, si no bajo en ese tiempo, me acerqué a Micky bastante apenada por la situación. –Hola Micky. –¿Por qué no me dijiste? –preguntó directamente. –Ah… yo… bueno… es que no sé. –Es mentira –exp