El último bus me dejó a las once cuarenta y cinco cerca del edificio, me dolían los pies y el cerebro, creo que ni un estudiante de medicina hubiera aprendido tanto de enfermedades al ver ese expediente, caminé al edificio, ya estaba oscuro y casi no habían personas en la calle, al menos no estaba lloviendo, eso hubiera sido mala suerte. En la esquina ví a unos chicos, eran jóvenes y me hablaron cuando estaba cerca los ignoré y caminé más rápido hacía el edificio, estaba cerca, no esperaba a que los chicos me siguieran y los zapatos no eran una buena elección para estar sola en la noche. –¿Quieres que te acompañe, muñeca? Lo ignoré y escuché risas, la mayoría de esos chicos solo les gustaba molestar, seguramente estaban ebrios y hasta drogados como cualquier chico de la calle a media