Abogado

1363 Words
─¿que fue?..., ¿pero, qué?, ¿porque salimos?, no entiendo nada... ─balbucea haciendo ademanes por doquier cuando las puertas del ascensor se cierran. ─Señora... ─¿Desde cuando es abogado? ─pregunta al voltearse. ─No sabia que era abogado, ¿pero aún no entiendo nada?, ni siquiera entendí lo que quisieron decir. ─reniega molesta ─Permítame un minuto. ─dice y detiene el ascensor. ─¿qué?... ─susurra mirando la puerta y el botón rojo. ─No se trata de usted. ─mantiene su distancia. ─Es por el señor Argento, hijo. Y sí, soy abogado, y si acepta un consejo, regrese a la casa y pida otra reunión para el dia de mañana. Puede excusarse con dolencias por sus heridas. ─le entrega el teléfono que él tiene y presiona el botón para seguir bajando el ascensor. ─Pero su jefe no tiene nada que ver con el contrato, yo lo firme estando soltera. ─intenta encontrarle algo de sentido, mientras el ascensor no deja de bajar. No sabe si volver a la reunión o llamar con el teléfono que él le dio, pero ¿porque con su teléfono?, ¿sabrá él que ella tiene teléfono? ─Una demanda por un libro no es tan tomada en serio, pero fue el apellido del señor Argento "padre" lo que hizo de eso para usted una pesadilla. ─se detiene el ascensor. ─La reunión fue para llegar a un acuerdo económico por daños. No sabría decirle si es para la directora o la empresa, pero de seguir no habría marcha atrás. ─las puertas se abre, y apenas ponen un pie fuera, Barbara corre hacia ella, por lo que Charles sale y mantiene su distancia. ─¿De cuánto fue el acuerdo? ─pregunta abrazándola muy fuerte. ─Escuché que podría ser de al menos cinco millones. ─dice muy entusiasmada. ─Les dije que no darías tanto, seguro le dijiste que tres, así como te quieren quitar eso. ─dice sin darle tiempo de que ella responda. ─pero dime, ¿saldrá el libro? ─pregunta soltando un suspiro de alivio. ─No sabia que era ese tipo de reunión hasta que estuve allí. ─musita aun sin creer que ella se prestara para eso. ─Debiste ver sus caras cuando dije que te habías casado con el hijo del anciano. ─Tú les dijiste que me casé. ─pregunta con una gran sonrisa, que solamente Charles puede notar que es falsa. ─Sí, así se terminan tus problemas, el libro se publica, y las dos ganamos. ─da pequeños brincos de felicidad. ─por fin me pagaran para poder irme. ─sonrie. ─Pero yo no tengo dinero, ¿con que se supone?... ─Tu no, tonta. Tu esposo, ¿acaso no sabes con quien te casaste? ─pregunta tan emocionada que no puede parar de dar pequeños brincos y sonreír de oreja a oreja,. ─¡¡Ahora eres millonaria!! ─Entonces... La directora quiere que yo le pague por... ─Dice que el estrés de la "difamación" le afectó emocionalmente, y ya que el papa demandó, ella dice que puede contra demandar. ─Eso no tiene sentido... ─borra la sonrisa de su rostro. ─Ya lo sé, pero no importa. Ni siquiera es dinero tuyo, es de él, y no le importará un demanda pequeña como esa. ─dice como si realmente no entendiera lo mal que está. ─¿Y tú qué ganas con eso? ─pregunta mirando a Charles discretamente. ─Hubiese ganado si hubiese dicho que todo era falso, así la demanda se devolverá al anciano y el hijo quedaba libre de la demanda por daños y difamación. ─dice ya un poco más seria. ─Pero yo no... ─Sí, ya lo sé. El dia de tu boda creí que dirías eso, incluso me pidieron grabarte, pero tu te veías realmente enamorada. ─¿ellos sabían de la boda? ─¡Sí! ─sonríe. ─Le dije en cuanto me llegó la invitación, pensé que también los habían invitado, pero no había nadie de la editorial allá. ─Claro. ─Señora Argento, el médico espera por usted. ─se acerca Charles al ver la decepción en el rostro de ella. ─Yo me..., yo..., yo me... Me tengo que ir... ─balbucea asintiendo. ─Pero no me has dicho de cuánto fue el acuerdo... ─dice siguiendola un par de pasos. ─Nos vemos mañana. ─dice saliendo a prisa con él. En silencio camina fuera con Charles, sube al auto y desde lejos puede ver a Barbara con una gran sonrisa de oreja a oreja despedirse de ella, él abre la puerta y ella sube. Sentada con la mirada perdida no deja de pensar, ¿ahora cómo salgo de eso?. Justo cuando pensó que su pesadilla había terminado, y por fin solo era cuestión de esperar, salió algo peor. ─¿podemos parar aquí? ─pregunta al ver un puesto callejero de comida. ─¿Se siente bien? ─pregunta enseguida que se detiene. Ha pasado tantas veces eso de detenerse de la nada, que asume ella pasa por lo que su jefe ha pasado. ─Tengo hambre. ─musita mirando fijamente al carrito de comida. Se puede escuchar el alivio de Charles al soltar un suspiro, mirando en direccion de donde ella ve. ─La puedo llevar a un buen restaurante, el señor... ─Lo sé. ─gira su mirada a él. ─bueno, no. No es como que sepa como es, ni a qué sabe la comida gourmet, pero he visto las cantidades, y yo solo quiero comer algo que conozca y me llene. ─dice aún con desgano. ─Puedo pedir para llevar o... Sin dar más explicaciones Ángel se baja del auto y cruza la calle con escasa precaución, por lo que Charles baja corriendo del auto y la sigue. ─Buenas tardes, me podría dar dos por favor. ─dice al señalar una propaganda de una hamburguesa con papas y queso. ─¿usted piensa comer eso? ─pregunta Charles arrugando el entrecejo. El pedido sale enseguida, Charles lo paga y ve como ella se va a sentar en un banco improvisado. Mira el auto, a Angel, y duda si dejarla allí y solo verla, o llamar a su jefe, preguntarle que hacer, o simplemente dejarla ser. Decidiendo lo último, va con ella y se para junto a ella, viéndola incrédulo. ─Sabe qué... mi vida ha sido un desastre desde que puedo recordar. Quiero creer que de alguna manera soy como los gatos, sin importar lo que me pase, caigo de pie. ─asiente dándole un gran mordisco. ─No debería hablar mientras come, podría hacerle daño. ─recomienda levantando la mano, pero la mujer que está en el carrito no se inmuta. ─La elegancia no es lo mío, y me da igual si me ven o no. ─dice cubriendo su boca con su mano. ─Debería estar en casa, planeando cómo responder a la posible demanda. ─se cruza de brazos incómodo. ─No. ─niega con la cabeza. ─yo debería jamás haber firmado ese contrato, jamás escribir ese libro, pero es absurdo, es el primer libro que escribí, y renegar de ese libro, sería renegar de todas las veces que comí gracias a lo que me pagaron por escribirlos. ─da otro gran mordisco. ─No imagino lo frustrante que debe ser, pero sentarse en el suelo, comer a grandes bocados comida en carritos improvisados sea la solución. ─dice mirando cómo pese a que ella es no es la única que come en el suelo, si es la única que se ve fuera del lugar por como viste. ─¿qué hace cuando se siente mal? ─pregunta al levantar la mirada. ─Sentarme en un lugar privado, y pensar que hacer para solucionarlo. ─coloca sus brazos a la espalda. ─si hago eso me deprime mas. ─niega con la cabeza. ─y podría llorar, pero no me gusta hacerlo. Prefiero hacer esto, estar en un lugar público, comer y pensar mientras hablo. ─æsiente. ─No se puede pensar mientras habla, eso es imposible. ─la ve escéptico. ─Yo sí puedo. ─limpia las comisuras de sus labios. ─siempre pude, y podré. ─se levanta con dificultad con una mano. ─¿Ve? ─sonríe. ─ya estoy mejor. ─camina de regreso al auto. ─¿se siente mejor? ─pregunta siguiéndola. ─Ya no tengo hambre, es un problema menos. ─sube al auto antes de que él abra la puerta. ─Ahora podemos ir a casa y hablar como evadir esa demanda sin darle un centavo a esa mujer. ─dice con enojo.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD