Tras ser revisada por el cura y determinar que mi salud está en perfecto estado aun después de tanto tiempo inmóvil. Con un par de semanas de terapia de movilidad y volver a aprender a caminar, me siento con más fuerza. He meditado en este tiempo acerca de mi sueño con la diosa y he determinado que es una tontería por muchas cosas. Pienso dejar la ciudad y mudarme al campo con June en un par de meses en los que pueda poner mis asuntos en orden. Ahora quisiera poder relajarme. He ido a la biblioteca del duque a ver los libros, aunque quiero superarlo algo en mí me llama a leer un poco más de los dones de la diosa. Despierto asustada, pues siento una presencia cerca de mí, cuando mis ojos se enfocan me encuentro con la mirada preocupada del duque.
- ¿Se encuentra bien? - hago una reverencia en forma de saludo
- Su alteza, debo haberme quedado dormida mientras leía. - Digo señalando la mesa
- No parece una mujer religiosa. - Dice sin miramientos, refiriéndose a los diferentes tomos que hay acerca de la diosa en la mesa. - ¿Está pensando convertirse en una monja? - Dice acercándose mientras frunce el ceño
- No creo que sea bueno para las demás monjas. - Digo sonriendo. - Su pelo. - Digo estirando una mano a uno de los mechones que cae descuidadamente en su rostro. - Debería cortarlo. - digo mientras le aparto aquel mechón rebelde de su rostro con una sonrisa. - Aunque no luce mal así. - Su mano sujeta mi muñeca y se acerca a mí intimidándome.
- ¿Sabe cortarlo? - Dice casi en un susurro muy cerca de mí mientras me mira con ojos inquisidores.
- N… No. - Digo tartamudeando sin poder apartar la vista de sus ojos rojos.
- En ese caso iré a la barbería junto al parque. ¿Me acompañaría?- dice alejándose de mí y dándose la vuelta para marcharse.
- Claro. - Digo como una exhalación mientras intento que mi cerebro funcione de nuevo.
De camino allí no hemos dicho una palabra, se ha mantenido mirando unos papeles y yo mirando a la ventana intentando olvidar su aroma a violetas y almizcle. Cuando hemos bajado en el parque me ha ofrecido su brazo para acompañarlo, en cuanto hemos emprendido el camino nos hemos cruzado de improvisto con la marquesa Margaret McElderly, quien se acerca a nosotros con rostro preocupado.
- ¿Han visto a mi hijo Simón?- Dice en tono desesperado. - Estaba aquí hace un segundo, lo he perdido de vista mientras compraba un helado y no lo encuentro.
- Tranquilícese. - Dice el duque soltándome y sosteniendo a la marquesa para darle un poco más de apoyo. - ¿Dónde lo vio la última vez? - Dice manejando la situación perfectamente. Una vez le ha indicado el camino se ha marchado. He tomado a la marquesa por el brazo y en cuanto lo he hecho he sentido una energía fluir de ella. Es cálida, como una luz que no había sentido antes. La miro y noto algo más.