Sasha miró la espalda de Arlet mientras desaparecía entre los árboles más allá del claro, suspirando para sí misma gentilmente. Probablemente se iría a maldecir a Grisha y a cualquier dios que le hubiera cargado con la imposible tarea de enseñarle a ser una seductora. Ni siquiera podía recordar la última vez que se sintió sexy y mucho menos si alguna vez lo actuó. Se quitó la cinta para el cabello de la parte inferior de la trenza y pasó los dedos por ella hasta que cayó alrededor en ondas. Sacó el cepillo de su mochila y empezó a pasarlo por las largas hebras mientras pensaba en los acontecimientos del día. Ella nunca había sido tan abierta con nadie antes, no con Carla y tal vez ni siquiera con ella misma. No le gustaba insistir en el hecho de que no tenía la experiencia que tenían muc