Capítulo 3:Sin pensar

4847 Words
La familia de Helen había estado un día y medio en la gran casa de los Mathew y en la tarde habían tomado un vuelo de camino a su hogar. Les había agradado mucho el señor Matthew, pues parecía un hombre gentil y también de buenos principios. En un pueblo donde todos los moradores se conocían de toda la vida y se casaban con los que jugaron de pequeños, era mal visto que te fueras a vivir a otro lugar. Una novia de tu adolescencia podía ser la madre de tus hijos y ese era justo el pensamiento que tenía Nick hasta hace una semana. Se había enterado de que su novia ya tenía novio. Habían sido novios desde los trece años hasta que ella decidió estudiar en la universidad, a miles de kilómetros de él. Había ido unas cuantas veces a visitarla y hasta donde el sabía su relación seguía. Había roto la pared de su diminuta habitación a puñetazos luego de recibir la noticia de nada mas que de la prima de Helen con muchas burlas y hasta una foto del galán. Estaba destrozado, se sentía impotente porque no tenía respuesta de nada pero tampoco las había pedido. Había despertado con ganas de tomar el primer vuelo e ir a buscar respuesta pero se las había tragado. No podía rebajarse a eso. Miró el sol a través del hueco en su pared. Debía de hacerse cargo de eso pero primero debía sacar esos malos pensamientos de su cabeza. No eran sanos y por supuesto, secar esas lágrimas que no dejaban de bajar por sus mejillas pero tampoco podía envitarlo. Aún recordaba la última vez que la vio, era consciente que había pasado mucho tiempo pero tampoco podía estar allí cada dos por tres, ella estudiaba y trabajaba y el no podía darse el lujo de tomar un vuelo muy seguido. Gran fallo. A parte del dolor, la impotencia, la angustia y un sin fin de emociones que no podía expresar; había otra idea en la cabeza de Nick. Sus manos temblaban sólo de pensar en la idea pero sería su única salida y aunque esa salida podría no llevarlo a ningún lado tenía que correr el riesgo, tenía que intentar algo porque no podía sólo darse por vencido o darlo todo por perdido. Sus padres tenían cinco años de fallecidos y desde ese entonces no veía a su hermano, ya era hora. ———— Aún recordaba la conversación con su padre, el señor Stewart no era de muchas palabras pero cuando lo hacía se hacía oír. -¿Cuando vas a decirnos que pasa aquí?- con el semblante serio su padre la miraba.- ¿cuando ibas a decirnos que ya Nick no era tu novio? Ya no nos comunicas las cosas o ¿eso ya se perdió en esta familia? -Se los iba a decir pero el se me adelantó. Hace unos meses que nosotros terminamos. -Helen ¿pero qué pasó? El pobre chico no tenía cara de saber nada. Mira, yo se que eres adulta y en ti pesan las consecuencias de tus decisiones pero espero que hayas elegido a este chico por las razones correctas porque te conozco y siempre has sido una chica sencilla y se que este no es tu mundo. Pequeña mía, te conozco como a mí mismo y se que has cambiado pero no me parece que sea para bien.- con los ojos llorosos le hablaba a su hija desde el alma porque como padre sentía que una parte de su hija había desaparecido y eso lo entristecía demasiado. Egoístamente en quien menos había pensado era en Nick, era como si no se acordara que tenía un novio, tenía por lo menos que llamarlo porque era seguro que él sabía la noticia. Una relación tan larga no podía terminar así, ¿pero cuanto tiempo mas iba a durar esa relación? Meses sin verse, cada vez más distantes, llamadas cortas. Una vez que ella empezó con ese oficio perdió el amor hacia el, sentía asco por pensar en la forma en que lo estaba engañando porque ni si quiera era por amor, así de a poco el amor se le fue pero sabía que por parte de Nick no era así. Las consecuencias de sus decisiones pesaban sobre ella. Esa decisión que tomó cambió su vida por completo pero conocer a Lucas fue lo peor que le pudo pasar. Cómo de la noche a la mañana todo se había venido abajo, su padre sospechando, su "novio" chantajeándola y esa mentira que había sostenido por tanto tiempo ya se hacía muy pesada. Se removió en la silla del salón de la universidad, sí , de la Universidad; porque ahora tenía que continuar, mientras todo le venía a la mente menos el deseo de seguir estudiando. Sintió ganas de salir corriendo de allí, de esconderse y no salir jamás pero no era algo que podía hacer ahora. Recordaba una vez que había sido feliz, que había sido ella misma, sin necesidad de aparentar, de fingir, ella una vez había sido feliz pero ya no más. Ese amor juvenil que hubo por Nick ya no existía, solo era un anhelo, si solo ahí estaba su felicidad no volvería a ser feliz porque ella y Nick como un nosotros ya no existía. Estaba segura que después de esto había destruido su inocencia, su agradable ignorancia y cualquier pedacito de amor que quedaba hacía ella. “Ya no tengo nada”- pensó. Salió al pasillo para hacer una llamada. -Hola -Nick... soy yo. ——— En el paseo marítimo a las 4 de la tarde no había nadie porque el viento y el frío eran sencillamente insoportables pero el estaba ahí, todo el viento golpeando su piel mientras corría, sus ojos casi completamente cerrados y sus manos heladas por el frío pero seguía corriendo. Era ahí donde únicamente su mente no pensaba en ella, su cerebro no intentaba buscar una solución y su corazón paraba de quebrarse. Ya no estaba yendo al trabajo pero su buen jefe lo entendía, así que no pasaba nada. Ante los ojos de los demás el solo necesitaba darse unos días para despejar su mente pero el sabía que con eso no bastaría, no era como curar la herida, ya sea por el frío o por el ejercicio. Sintió su celular vibrar y se detuvo... Ya no importaba el sonido de las olas, el aire fresco, el viento contra su piel, escuchar fuertemente su respiración o cualquier distracción que había inventado el mas genio de los genios, era ella y cada partícula de su cuerpo lo sabía. Desde su sonrisa temblorosa hasta sus rodillas flojas. Pero unas cientos de emociones lo golpearon porque no se reacciona muy bien cuando no sabes si odias o amas. Nick no sabía que hacer, pero si sabia que se arrepentiría de lo que iba a decir. -Hola...- contuvo la respiración hasta escuchar su respuesta. -Nick... Soy yo. - ¡Dios mio!- respiró varias veces, tenia tanto que decir.- soy el tonto más tonto de toda la historia, no creas que tu eres la protagonista, nooo, figuras como la villana más buscada y yo soy el más interesado en encontrarte.- hizo una pausa- Nos vemos en una semana. Espero verte- y colgó, sin dar tiempo a que ella dijera nada mientras su mente se apresuraba a hacer un plan para que todo saliera bien. ———— Tenía la sensación de que esa llamada no había sido buena idea. Caminó hasta su coche para irse a su casa. No tenía ganas de estar fuera. Sonó su celular. -Querida, esta noche es el cumpleaños de mi hermano y, lógicamente, estamos invitados. Es en unas horas pero tenemos que llegar más temprano que los invitados para recibirlos. Mi padre quiere que estes más en sociedad. Que todos te conozcan, te paso a recoger en una media hora ¿estás en tu casa? -Estoy saliendo de la universidad, voy a casa. Te aviso que no se si iré. No estoy de humor. -Lo siento nena, no es una fiesta a la que puedas faltar. Nos vemos. Una semana, en una semana tenía que hacerle frente a ese novio que una vez quiso pero que defraudó tantas veces y aún así fue ella la que dejó de amarlo. El futuro era incierto, su pasado no era bueno pero su presente no dejaba de torturarla. Estaba pensando en una manera de deshacerse de Lucas sin que el lleve a cabo su malévolo plan y en el camino descubrir qué planeaba. Estaba en sus manos y no encontraba la forma de escaparse, pero tal vez hoy era un buen día para dar un paso pues Clark parecía estar al tanto de todo . Debía intentarlo. Había llegado a su casa, mientras estaba en la ducha pensaba en la manera de acercarse a Clark, lo primero era ir muy coqueta pero a la vez parecer inocente, indefensa y seguir pareciendo muy atractiva, ser amistosa y charlar con el. Pero no tenía tiempo de llevar un regalo. Se puso un vestido que colocaba en el lugar exacto sus pechos, unos tacones negros y un collar. Ella estaba lista y Lucas la esperaba en el salón. -Estoy lista, podemos irnos, no llevo ningún regalo, no me ha dado tiempo. -No te preocupes, ya le compre uno de parte de los dos. - Lucas le abrió la puerta del coche- Puede que haya mucha gente esta noche así que cuando te quieras ir solo dímelo. Solo importa que hayamos asistido, no el tiempo que estemos allí. El camino hasta la mansión de los Mathew fue silencioso, después de todo no tenían mucho que decirse, eran dos perfectos desconocidos que habían dormido juntos una sola vez, nada más. Había un aumento de personal en la mansión, todos iban vestido de blanco y una enorme alfombra de color vino se extendía desde la primera entrada, tenía pinta de ser una fiesta muy elegante. Nada más entrar les brindaron una copa de champagne, eran los primeros en llegar y aun así todo parecía estar listo. - Hoy es un buen día, Helen- decía el señor Mathew mientras besaba su mejilla- nunca pensé que recibiría esa felicidad dos veces, ser padre es algo tan maravilloso, ver nacer, crecer, realizarse... Son momentos que no puedes comprar y sin embargo es una felicidad plena. No puedes pedir más. -Un placer verlo, señor Mathew ¿donde está el cumpleañero? -Bajará enseguida. Estas muy bella... Como siempre. He estado pensando en tu carrera universitaria y está muy bien pero creo que te vendría bien considerar otras universidades, ya lo hablé con Lucas, espero que no te moleste. Si has elegido esa por razones económicas sabes que ya no tienes que preocuparte por eso. - Yo quiero decirle que lo voy a pensar pero no, me siento bien donde estoy- lo menos que quería ahora era cambiarse a una universidad súper cara ¿Con qué cojones la iba a pagar después?- Es una universidad muy asequible pero a la vez no baja su prestigio. - Lucas me aseguró que no tendrías ningún problema en cambiarte, así que me tomé la libertad de matricularte en la Universidad del Este. ¡Mierda! -Yo insistí, más que nada. Se lo mucho que te gusta donde estás pero me parece bien que estés donde mejor garanticen tu futuro , Helen. - le depositó un pequeño beso en los labios al mismo tiempo que sonreía. No podía tenerla más atrapada pensaba ella pero el buscaba la manera. - Feliz Cumpleaños hermanito. Es difícil pensar que detrás de ese gran hombre solo hay veintidós años. Clark había ido hasta ellos, iba vestido con un esmoquin color beige acompañado de una corbata azul marino. Sonreía de oreja a oreja. Totalmente feliz. -Feliz cumpleaños, Clark- dijo mientras lo saludaba con una abrazo, respiró profundo mientras se iba la oportunidad de discutir por el cambio de universidad. -Gracias a todos. Helen que gusto verte de nuevo. Los invitados empezaron a llegar y Clark junto con su padre fueron a recibirlos. Ellos se quedaron solos sentados en un sofá apartados del gran salón donde sería la fiesta. -Eres un maldito egoísta ¿que mierda tienes en la cabeza? No sé qué le vas a decir a tu padre pero yo no me pienso cambiar de universidad. Y no solo por el hecho de que no tengo con que pagar esa universidad sino porque tú no tomas decisiones por mi y eso que te quede claro. Deja de creer que realmente tenemos algo, no somos novios, no nos conocemos y que queda muy claro que solo te aprovechas de mi situación. -Escucha, esto no es una guerra de territorios, eso te beneficia más a ti que a mi. Si no quieres ir, está bien, pero primero piénsalo y no lo decidas por impulso. Además que ya mi padre te ha pagado la carrera. Piénsatelo, solo eso te pido, ahora vamos a la fiesta. Tomó su bolso y se puso de pie, solo porque lo más importante era tratar de sacarle algo de información a su querido cuñado. -Esto lo hablaremos después. - una coqueta sonrisa, manos entrelazadas, caminando como una pareja joven y perfecta. Una fachada. -¿Tu hermano tiene novia? - trató de que la pregunta no resultara muy sospechosa- es que como es su cumpleaños y está ahí solo, recibiendo a todos. -No que yo sepa. -Mira, tu ve y disfruta de la fiesta, que yo se que se te da bien, mientras yo me quedo con tu hermano y así no está solito.- había por lo menos una veintena de personas allí, cada uno tomando y charlando animadamente pero aun no paraban de llegar más personas. Llegó hasta Clark y le sonrió - he venido hacerte compañía. Se colocó a su lado mientras el saludaba a los que entraban y ella sonreía. -Gracias. - Clark estaba feliz, no solo porque era su cumpleaños, sino porque su familia había cometido errores, habían intentado destruirse unos a otros sin conseguirlo pero en el momento en que necesitan estar juntos nunca faltaba uno. Y confiaba que al final su hermano iba a desistir de su plan tarde o temprano. Porque familia es familia. - Creo que ya están todos, ¿vienes? -Esta bien, pero créeme , no hace falta. Mi estadía en esta familia no será muy larga. -Señor Gómez, gracias por venir. Esta es mi cuñada Helen. Delante de ellos había un hombre de al menos unos sesenta años, ojos cafés y casi todo el pelo de color blanco. Sus ojos estaban bien abiertos tratando de ocultar la sorpresa, Helen por otro lado le extendió la mano para saludarlo. -Es un placer. - Dio media vuelta y se fue casi corriendo al baño. Nunca hacía muchas preguntas a sus clientes, pero sus caras era algo que nunca olvidaba. El señor Gómez había sido uno de sus clientes. Bastó una vez para que se le quedara grabado, y una vez para no volver a repetirlo a pesar de sus insistencias. -¡Espera!- la agarró del brazo para detenerla- ¿ que ha pasado ahí? -¡No ha pasado nada! - se sentía un poco alterada, encontrarse con un cliente siempre era un poco confuso, se decía a sí misma que ella no corría peligro porque ellos tenían más que perder si la exponían, pero era ella quien siempre tenía miedo.-Es un cliente. La boca de Clark se abrió por la sorpresa. Sabia que ella era una especie de prostituta o algo así, pero que Omar Gómez, amigo de la familia desde antes de que el naciera, tenía una esposa y dos niños mellizos que él decía amar más que a su vida, todos amaban a esa familia, su mujer era una dulzura de persona y se enteraba que el la engañaba con prostitutas. Era para estar sorprendido. Soltó su brazo. -¿Estas segura de lo que dices? Es... alguien a quien conocemos bien. -Estoy segura de que no lo conoces tan bien. - Helen sintió asco por ella misma, se dio la vuelta para secar sus lágrimas. Era una situación incómoda. -Recuerdo perfectamente ese único día. Pero no quieres escucharlo ¿Verdad que no, Clark? Asintió con la cabeza. Helen empezó a contar esa noche... ———— -Vamos, Lucas. Ponte a pensar un poco, por una vez en tu vida. Suponte que papá se entera o que tu se lo dices, da igual ¿qué crees que va pasar después? ¿Te vas a sentir feliz mientras a papá le da un infarto o no vuelve a salir de su habitación por la vergüenza? ¿Crees que vas a ganar algo con todo esto? Lo vas a destruir, pero no hablo ante los demás, lo vas a destruir. La fiesta había quedado arruinada para Clark desde el relato de Helen, no por ella o por el sádico aquel, sino porque su hermano no estaba pensando bien en lo que hacía. Si Helen hubiera armado un escándalo a ver al señor Gómez, o el señor Gómez al verla a ella, simplemente su hermano se habría salido con las suyas, pero no estaba en sus manos lo que vendría después, Lucas no tenía el control de las consecuencias reales de sus actos . Pudo ser alguien sin una reputación que perder , en ese momento acelerar el plan de Lucas, dejando al descubierto a Helen. Pudo ser peor. -¿Quieres hablar de destruir? ¿Como se llama lo que papá me hizo a mi?- Lucas hablaba tranquilamente pero por dentro su pecho ardía de ira, tan sólo pensar en aquello...- No tengo la culpa que a Omar le gusten las prostitutas. -¡Escúchate! Esto no solo se trata de ti, nos afecta a todos, a ella. - se acercó a él para decirle lo siguiente- Esa prostituta es tu novia. De quien todos esperan un compromiso pronto, de quien sus padres vinieron a conocer al nuestro hace poco, esa prostituta tenía una vida antes de tu meterla en esta mierda, en tu mierda. Esta vez fue Omar, a quien por cierto queremos como a un tío, pero pudo ser alguien mas. No puedo quedarme de brazos cruzados. -¿Por qué? ¿Por que estás aquí? Hace unos meses te habías olvidado de que tenías una familia y ahora estás aquí y veo que nunca hablas de irte. ¡Vete! Que Londres debe de tener aún muchas cosas que mostrarte, búscate una novia y haz tu vida lejos de nosotros, los tóxicos. Lo cierto es que Clark había regresado porque hasta hace poco pensaba que las cosas habían cambiado, aunque no mucho. Extrañaba a su familia y a pesar del dolor siempre pensó que podían volver a ser los mismos de antes. -No me iré, ya sabes que se me da muy mal no meterme en los asuntos ajenos. - Pero cerca de ese Clark que tenía fuertes sentimientos por su familia, estaba ese otro Clark que tenía la facilidad de volverse insoportable hasta para el mismo. Salió de la habitación pegando un portazo. -¡Maldición!- aunque no tenía muy bien pensado su plan, no creía que todo le saliera tan mal, después de todo su plan siempre fue causarle daño a su padre sin importar los implicados. Pero la sensibilidad de su hermano era algo con lo que no contaba. Tenía mucho en que pensar pero eran las tres de la madrugada y Helen había insistido en irse en un taxi y hace un rato no le contestaba las llamadas. Tenía que ir a su casa. Estaba buscando las llaves de su carro para ir hasta su casa, lo mínimo que podía hacer era ver si había llegado bien. Después de unos minutos al fin las encontró. Ya el servicio y todos los demás estaban acostados, excepto el y su hermano. -¿A donde vas?- Clark estaba sentado en el borde de la fuente, justo frente a la puerta principal.- Son casi las cuatro. -Entonces vete a dormir que ya es hora- soltó una risita por lo bajo. Recordó cuando su hermanito era pequeño y era el quien lo mandaba a la cama. -Tengo que ver si Helen llegó bien. No me contesta. “Se preocupa por si llegó o no a la casa, pero no le preocupa destruir la vida de ella”-pensó. -Bien. Treinta y siete minutos más tardes. Sacó la llave, que había casi forzado a Helen para que le diera, sabia que de algo le iba a servir. Entró despacio para no hacer ruido y asustarla. Escuchó un ruido, algo como un llanto o parecido. -¿Helen?- mientras más se acercaba a la habitación era más fuerte el sonido ¿estaba llorando?-Soy Lucas. - dijo antes de abrir la puerta. No estaba en la cama. Había una enorme alfombra peluda y aparentemente calentita y allí estaba ella, aún llevaba la misma ropa puesta, los tacones tirados y el bolso debajo de su cabeza, lloraba. Miró a aquel hombre frente a ella, lo vio en ese momento como el mismísimo demonio viniendo a pasarle cuenta por lo mala persona y los malos actos que había hecho en los últimos años de su vida, pero solo era Lucas, el hombre que la había hecho ver las consecuencias de sus actos y que esas consecuencias las estaba usando como ventaja a su favor, pero solo era Lucas. Justo cuando se bajó del taxi vinieron sobre ella todas las culpas, las malas decisiones, las desilusiones y ese corazón roto que en unos días iba a reclamarle por sus actos y por haber pisoteado todo el amor que le brindaba. No podía en estos momentos con todo eso y simplemente se había echado a llorar sin parar. -¿ Pero qué tienes?-se acercó rápidamente a ella para ver si estaba bien- ¿ Te sientes mal? Helen seguía llorando sin parar, descontrolada. -Vete. - logró decir entre llantos. Lo primero que le llegó a la mente a Lucas fue que tal vez se sentía avergonzada o humillada, cualquier sentimiento parecido, por el encuentro con Gómez, algún recuerdo desagradable. -No pasa nada, solo fue un mal momento que ya pasó. Vamos, ponte de pie, ven a la cama. -Vete. - dijo otra vez entre sollozos.- déjame sola. La tomó en sus brazos y la colocó sobre la cama. -No me iré hasta que te calmes ¿quieres algo de tomar?- hacía un poco de frío en la habitación por lo que le colocó una manta encima. -Ya para de llorar, por favor. Eso no aliviará nada. -Gracias por venir, voy a dormir. Puedes irte ya. -Cerró sus ojos y se tapó bien con la manta, mientras Lucas permanecía ahí de pie. Sus lágrimas cesaron, cerraba sus ojos y pensaba en Nick, los abría y pensaba en Omar. “Maldita sea. Necesito un trago.” Se sentó en la cama para luego ponerse de pie, caminó hasta la puerta dejando a Lucas parado en medio de la habitación con las manos en los bolsillos, quien luego la siguió. En una esquina del salón había un pequeño armario con varias bebidas alcohólicas, sacó de entre ellas un ron añejo. Una botella de ron añejo y medio bourbon después... -Tu no sabes lo que es estar siempre bajo la sombra de alguien, que te digan hasta como debes pensar, qué sentir... No lo sabes. - dio un sorbo a su vaso recién lleno. - tuve que tomar medidas o no podría tomar el control de mi vida, Helen tu no lo entiendes. -Claro que no, eso es cosa de ricos. Pero no es algo por lo que yo haría pasar a mi padre a propósito. Una estruendosa carcajada se escuchó en toda la sala, eran por lo menos las cinco o seis de la madrugada. -Debes de estar bromeando, piensa tú en esto: mi padre es el que se va a sorprender porque salgo con una prostituta pero tu padre es el que se va a decepcionar porque eres una prostituta. - el chiste amargo de Lucas no fue nada gracioso para ella, pero el seguía riendo. -El se lo ha ganado, no me ha criado, no me ha amado. Me estaba preparando para ser como el, ¡Incluso sus gustos! -Debiste de elegir a otra persona. - A alguien que no tuviera nada que perder, alguien que incluso estaría cómoda con la situación.- Me has engañado, yo pensé que era un trabajo normal, un cliente más. Fui una estúpida. -Eras la mejor para el trabajo. - Colocó el vaso al lado de su pie derecho mientras se removía en el piso frío. - Una chica joven, con una parte de su vida oculta, un trabajo algo particular. Tenía claro que si te lo planteaba no ibas a aceptar, ademas era bueno que tuvieras cosas que perder, para poder presionarte a aceptar. Lo que no sabía es que tenías o tienes un novio. Helen frotó sus ojos, ya rojos por lo mucho que había llorado antes y por contener las lágrimas que se aproximaban. -No entiendo muy bien porqué le quieres hacer eso a tu padre, pero lo que menos entiendo es como puedes hacerme esto... eres malo. Puedes justificar que tu padre te ha maltratado o lo que quieras, pero ¿yo que daño te he hecho? -No te mereces que yo te exponga así, lo sé, pero tampoco yo te dije que fueras prostituta , Helen. Tarde o temprano alguien lo iba a saber, incluso tu novio. - Te odio. - una enorme rabia se apoderó de ella, no entendía como esa persona podía lastimarla sin motivos, herirla , siendo tan directo con sus intenciones, con tanta convicción en su propósito. Esta vez no quería llorar, pero su pecho ardía con fuerza, se sentía muy impotente y no veía ninguna solución a nada. -Mi intención nunca fue que te enamoraras de mí, pero el odio... mmm, eso si es un sentimiento más adecuado. -Tomó otro sorbo del bourbon. - Se que te parezco un poco insensible, pero no has pensado bien en la situación, si mal no tengo entendido tu eras prostituta por razones económicas, ¿no? Tienes la opción de decirle tú a tus padres la verdad y ya serías libre de mi, mi mentira se acabaría y la tuya también porque no me sirve de nada si no te haces parte de la familia, que te ganes el cariño de mi padre. Pero también está la opción con la que puedes mejorar muchísimo tu situación económica que tendrá el mismo final, excepto que tus padres lo sabrán de forma más pública, bueno, lo sabrá todo el mundo, pero podemos llegar a una cifra, acordar un precio. Puedes sacar algo de todo esto. -La única opción ventajosa para mi es donde te olvidas que yo existo, te buscas a otra chica y llevas a cabos tu plan de súper villano. -Esa opción no está disponible. Lo que necesito ahora es que elijas, ya acepta y supera de una vez que has tomado decisiones muy equivocadas, pero debes aprender a vivir con eso, debes empezar por aceptarlas, no hay forma de que puedas cambiarlas, pero te estoy brindado una salida para que todo lo que has hecho por lo menos valga la pena, que hayas sacado algo de todo eso. Si no nos hubiéramos conocido estuvieras hoy o mañana con algún otro cliente, puede que no existiera mucho la posibilidad de que tu familia se enterara pero te estarías prostituyendo aún. Solo ves las partes malas. Yo podría darte mucho más que lo que conseguirías en cinco años de trabajo con tus clientes. Y eso es decir nada. No le estaba pidiendo más de lo que ya ella hacía, cualquier otra prostituta aceptaría el trabajo sin pensárselo dos veces, pero de pronto a Helen le había salido unos flechazos de dignidad y otras palabras adecuadas a su moral, que cuando ejercía su trabajo ni se asomaban. -Seria como una relación, una pareja. -Por supuesto. Seríamos una pareja, nuestras familias, fiestas, ese tipo de cosas. Tú seguirás en tu universidad, podrás ir cuando quieras a ver a tus padres. Además que al final de todo nadie sabrá que todo fue fingido. Será como que nos separamos porque eras una dama de compañía. -No estoy en condiciones para pensar. -La oferta seguirá en pie mañana. Vayamos a dormir.- Helen hizo una mueca- ¿No creerás que voy a conducir en estas condiciones? - Puedes dormir en el sillón. Te traeré una manta.- unos minutos después volvió con varias mantas y una almohada.-Listo. -Gracias. - las tomó- sabes que esto no es necesario, no pasa nada si dormimos juntos. -No tengo ganas de abrir los ojos y ver tu rostro, ademas podría tener pesadillas. -Ja ja ja, eres muy graciosa. -Que descanses. -Son casi las siete. Una cosa más, ¿sigues en contacto con Kate? -Hace mucho que no me escribe, ¿pasa algo? -No, nada. Descansa.
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