Capítulo Uno: Condenado

1196 Words
«POV Jackson Lusiak Escucho la voz del juez, el jurado dará su veredicto, y me pongo de pie, siento como mis manos tiemblan, mis ojos se vuelven cristalinos, trago saliva, siento un nudo que apresa mi garganta, ¡Cuánto quisiera que papá y mamá estuvieran aquí! ¡Cuánto quisiera sentirme menos solo! Incluso aunque Tobey esté ahí, no siento que me esté apoyando, no sé qué pasa, ¿Por qué mi hermano actúa como si fuera yo un marginado? ¿Ha olvidado que soy su hermano? ¡Estoy desesperado! Es como si tardaran un siglo en dar el veredicto. Me repito que esto es real, porque siento que es un mal sueño, la pesadilla más oscura, un infierno del que en algún momento debo despertar, pero ¡No ocurre! Siento el dolor, no solo en mi mente, sino en todo mi cuerpo y debo repetirme toda la historia para saber que es real. Sí, Jackson Lusiak, ¡Fuiste tú! Quien abordó un coche donde arrollaron a un joven y murió, y eso fue hace quince días, ¿Quince días? Podrían parecer quince años, ¡No lo sé! Mi rostro está mañana me pareció el de un anciano, condenado a muerte, pero debo callar, quiero morder mis labios y no decir nada, pienso en papá, ¿Debí sacrificarme, padre? ¿Por qué no estás aquí? Dicen que los hombres no deben llorar, ni sentir miedo; si recuerdo mi vida antes, solo era un privilegiado, un billonario CEO, dueño de una de las empresas financieras más exitosas de Estados Unidos, ¿Y en que terminé? ¡Mírenme! Ahora estoy aquí, esperando mi condena, encarcelado a este infierno, a este dolor, a esta conciencia que me ahoga, ¡¿Cómo llegué hasta aquí?! Sí, Jackson Lusiak, todos lo saben, todos lo repiten, tú manejaste un auto, hace quince días, y atropellaste a Albert Zigler, un joven de solo dieciocho años, con el futuro brillante y prometedor, que era amado, respetado y venerado por muchos, ahora estás aquí, tu fortuna no tiene peso ante la justicia, serás condenado. —En el caso de homicidio imprudencial, ¿Cómo encuentran al acusado? —Culpable, su señoría. «Culpable» esa palabra rompe mi mente, es como si estallara en mis tímpanos, quiero vomitar, me ha dolido el estómago y siento demasiado mareo. —Bien, como lo pidió el acusado, la sentencia será leída ahora mismo. Siento que no puedo más, la jueza dirá mi sentencia, ¡Soy culpable! —La condena que se le impondrá deberá cumplirla en la prisión de Genesee y será un total de siete años, sin derecho a libertad condicional, ni por buena conducta. ¡Siete años! Me sostengo del escritorio, incluso el abogado se sorprende, no sé si esto es justo, ¿Justo? ¿Qué es justo? Yo ya no conozco eso, yo arruiné mi vida para siempre, ¡Siete años! Podrá ser mucho para un homicidio imprudencial, ni siquiera alcancé el máximo nivel de alcohol en sangre permitido, yo llevaba menos en la sangre, pero… ¡¿A quién le importa?! Hay un hombre muerto, una madre destrozada, una hermana triste, amigos llorando, un sueño roto; un hombre bueno murió por mi culpa, y debo pagar mi condena. —¡Impugnaremos, Hermano! No te angusties —dice Tobey, pero ni siquiera lo miro, no puedo, no cuando enfrentaré está condena, no puedo verlo más. Camino siguiendo a los guardias, de pronto escuchó gritos, me maldicen, me odian, siento su rabia, y las lágrimas caen por mi rostro, siento dolor por esto, me siento tan triste, ¿Alguien sabe cómo me siento? Humillado, herido, culpable, tengo miedo, tengo demasiado dolor en mí. —Espere —dice una mujer, y los guardias parecen aceptarlo, la miro y espero que me escupa, que me maldiga, porque ella es la madre de Albert Ziegler, el hombre que murió por mi causa, bajo la mirada—; Tú, sé que sufres, mi hijo era todo lo que yo tenía, era mi esperanza, y ahora está muerto. No sé cuanta culpa tengas o si de verdad fue un accidente, quería odiarte, quería maldecirte, pero ¿De qué me sirve? Nada de lo que yo diga hará que recupere a mi hijo, nada lo revivirá, el dolor de una madre es como morir mil veces en vida, deseo que, encuentres tu paz, yo te perdono, hijo, de todo corazón, deseo que encuentres tu paz. Levanto la vista, no puedo creerlo, sus ojos son tan bondadosos, sollozo, no puedo decir nada, nada sale de mi boca, ella se aleja de mí, sigo el camino, el perdón nunca fue tan cruel, de pronto escucho más gritos. —¡Yo no te perdono! —exclama una joven, se abalanza ante mí, me golpea el pecho, hala de mis cabellos, yo padezco, nadie hará nada, incluso parece que los guardias disfrutan viendo como esta jovencita me ataca—. ¡Yo te maldigo! Deseo que padezcas, que te vayas al mismo infierno, juro que así será, ¡¿Siete años?! ¡Es injusto! Mereces la pena de muerte, porque mataste lo que yo más amaba, mataste a mi Bertie, pagarás por ello, ¡Maldito! Juro que lo harás, cuando salgas de prisión, si lo haces, te estaré esperando, te juro que por el resto de tus años no tendrás paz ningún día, ¡Lo juro! Haré de tu vida un infierno, ¡Estarás condenado a mí! ¡Encadenado a mi dolor! Los guardias me empujan, sigo el camino, duele, puedo sentir esa mirada verde sobre mí, no volteo, ni una vez lo hago, tengo miedo, estoy perdido, acabado, no soy nadie, adiós, Jackson Lusiak, ahora no sé quién eres, ni serás, ella tiene razón, estoy condenado a este dolor para siempre» Cuando Jackson Lusiak llegó a la prisión, primero pasó a la revisión general, tuvo que desnudarse y fue revisado, le hicieron pruebas médicas, y al fin le dieron su ropa naranja, él que antes vestía trajes costosos de sastre, ahora se vistió como un criminal, le explicaron las reglas, pero no era muy atento a ellas, era como si su mente fuera solo un colapso, pronto por fin entró a su celda, al hacerlo miró a su compañero, era un chico alto, de piel morena, con cabello en rastas, le tendió la mano de una forma amistosa. —Hermano, bienvenido al club de los marginales, ¿Qué tal te va? —Me va, me llamó Jack… Jack, así es. —¿Cómo él que se hundió en el titanic? Jack por fin pudo asomar una sonrisa suave en la comisura de sus labios —Bueno, yo me llamó Paul, pero, no me llames por mi nombre, acá todos me llaman Birdy. —¿Birdy? —Bueno, ¿Qué quieres? Soy un pajarillo que revolotea, pero nunca sale de prisión —dijo riendo. —¿Nunca? —Perpetua por asesinato doble, maté a mi madre y a mi padrastro, pero, ahorrémonos los detalles —dijo riendo—. Muchos no quieren estar cerca de mí porque soy un ¡Maniático! —exclamó entre risas, inusualmente, Jack sintió que ese joven, de algún modo no era tan peligroso como creía.
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