La mujer de cabello rizado en ese momento lo que más quería era que la tierra la tragara y la escupiera en cualquier otro sitio, también estaba la otra opción que por arte de magia ya no tuviera rastro de que había llorado hace solo un par de horas atrás. Muchos dirían que con unos minutos o una hora nadie podía notar que había llorado, pero para Cleo era diferente. Cada vez que lloraba su rostro se colocaba rojo y cuando dejaba de hacerlo unas manchas rojas aparecían en su rostro, pero a pesar de que solo sus ojos y nariz estaban levemente rojas se notaba que lo había hecho.
Ella no quería que su jefe supiera la razón del porqué estaba llorando, claro que no tenía que decirle nada, pero no tenía a nadie a quien contarle algo. Sus padres habían dejado de hablar con ella, ya no tenía familiares, aunque la familia de Lucas la trataba con mucho cariño sabía que ellos estaban del lado de su novio hasta el final del mundo. ¿Amigos?… Ella estaba más que segura que no tenía, se había esmerado tanto en trabajar y conseguir dinero que se había olvidado por completo en socializar. Claro que tenía sus compañeros de trabajo que siempre la trataban con amabilidad, al igual que su jefe que estaba al frente de ella, pero no tenía la confianza de decirles algo.
Martin, quien era su jefe, estaba esperando por ella. De sus labios nuevamente soltó un suspiro tembloroso, para Cleo significaba una sola cosa y era que en cualquier momento rompería en llanto. Ese era otra de las cosas que ella odiaba, ser tan sentimental y que no pudiera aguantar como otras personas, se sentía débil. Se mordió un poco su labio y relajó su cuerpo para luego quitarse sus lentes de sol, al principio no subió su rostro, pero luego de un par de segundos lo subió mirando a su jefe. Dentro de su boca se estaba mordiendo su propia lengua para tener algo con que distraerse y ese era el dolor, Martin la mira con el ceño fruncido y un poco preocupado. Para él nunca la había visto de esa manera, siempre mostraba una sonrisa o se reía de cualquier cosa que se contaba en el trabajo, todos allí decían que Cleo era una persona que era un tanto alegre y que nunca dejaba de sonreír.
― ¿Qué te paso?… ¿Alguien te hizo daño?… — Un nudo se formó en la garganta de Cleo, ella sonrió levemente soltando una risa casi inaudible, pero que llegó a los oídos de su jefe, los cabellos rizado de ella se movieron como olas al negar con su cabeza a las preguntas de Martin, pero este no estaba para nada satisfecho. — ¿Estás bien?…
― (No, por favor…) — Otra cosa que ella odiaba era esa simple pregunta, siempre que se la hacían cuando estaba mal tenía unas tremendas ganas de llorar y no quería hacerlo justo allí. Sintió como su labio estaba seco aun cuando estaba bien y el labial que tenía puesto no podía ser porque este le hidrataba, relamió fugazmente su labio para luego comenzar a jugar con sus manos. Cleo estaba nerviosa, quería buscar la manera de distraerse.
― Cleo. — Escucho su nombre salir de la boca de su jefe y se dio cuenta de que era momento de decir algo y no solo quedarse callada.
― Perdón, señor… No quise preocuparlo, solo tuve un problema familiar y prefiero mantenerlo de esa manera. — Martin asiente ante lo que dice sabiendo que no le diría nada, conocía a su empleada “estrella”, muchas veces podía ser reservada, pero en verdad Cloe era reservada con los problemas que tenía con Lucas, con lo demás no.
― Está bien, puedes contar con cualquiera de nosotros aquí si llega a pasar algo, Cleo. — La nombrada se sentía un poco más tranquila que antes, sabiendo que no iban a insistir con lo que sentía en ese momento, su jefe se dio la vuelta y le hizo una señal a su empleada para qué se sentará en una de las sillas de manera que estaba al frente del escritorio y ella lo hizo. — Te llamé aquí porque necesito un favor de ti. — Nuevamente de los labios de Cloe salió un ligero suspiro quitándose otro peso de sus hombros al darse cuenta de que no la iban a despedir.
― Cuénteme, jefe. ¿En qué puedo ayudarlo? — Ella observa como su jefe saca unos documentos de una carpeta que estaba allí mismo en el escritorio y se lo pasa, Cleo lo agarra y comienza a leerlo. Era un contrato con la empresa de “Ragnhild Teknologi”, en ese momento recordó cuando la noche anterior había visto su edificio. — Quiere realizar un contrato con esta empresa, pero… ¿Qué le va a ofrecer? — Sabía que la pregunta no era una ofensa a su jefe, ella pensaba en todo. Martin tenía una empresa de importaciones y podía ayudarlo con eso.
― Estaba pensando en las importaciones, es lo mejor que se nos da. — Cleo hace una mueca para luego colocar el documento en el escritorio.
― No se lo recomendaría. — Cleo se acomoda en su asiento. — Con quien quiere hacer un trato es nada más y nada menos que Ivar Ragnhild, uno de los CEO más importantes del mundo. Tiene importaciones por casi todo el mundo por su propia cuenta, no le puede ofrecer nada más que eso, señor. Debe de investigar un poco mejor… Hace dos años supe que le iba bien en sus negocios por el mundo, recomiendan su tecnología, pero todos tienen que tener un problema, hace un año se supo por debajo de la mesa que Ragnhild ha tenido problemas para exportar cosas en Latinoamérica, claro algunos países lo aceptan, pero no la mayoría, no se sabe la razón, pero es allí que usted puede ayudarlo. Tiene muy buenos contactos en Latinoamérica que puede ayudarlo a que importe sus mercancías a la mayoría de esos países que no puede. — Martin miraba sorprendido a su empleada, quien hablaba con una ligera sonrisa, es por eso que Cleo se había convertido en uno de sus mejores empleadas.
― Cleo… — Su jefe estaba a nada de agradecerle, pero ella no había terminado y lo interrumpe.
― Espere que no he terminado. Para colocarle una cereza al pastel también puede comunicarse con su amigo íntimo, el señor Nash. Quien si no me equivoco trabaja en la construcción de los mejores carros del país y han sido solicitados en varios países, y por eso trabaja con nosotros. Por lo que me comentó la secretaria del señor Nash, el señor Ragnhild ha querido trabajar con ellos hace varios meses, hasta le ha mandado varias ofertas, las cuales el señor Nash ha rechazado porque le tiene lealtad hacia usted. Por lo que puede hablar con su amigo y pedirle que acepte la oferta de trabajar con el señor Ragnhild solo si acepta la oferta que usted le ofreció. — Cleo al final se encoge de hombros sonriendo de lado, no por nada era una de las mejores. Sabía con exactitud cuáles empresas favorecían a otras y los rechazos de contratos entre ellas, todo porque le había hecho unos pocos favores hace mucho tiempo a algunas personas que trabajan en ellas.
― Nunca dejas de sorprenderme, Cleo. Eres increíble. — Sus mejillas se tiñen ligeramente de rojo al escuchar a su jefe y nada más niega con su cabeza.
― Si, lo sé… — Dice divertida mientras le sonríe. — Le recomiendo otra cosa, de una vez hablé con el señor Nash para la oferta que le dará, es mejor prevenir que lamentar. — Su jefe asiente ante lo dice y estaba a nada de tomar su teléfono, pero se detiene y Cleo lo mira confundida.
― También había otra cosa que te quería decir, Cleo. — Ella asiente con su cabeza para que siguiera hablando. — Antes que me dijeras todo eso quería preguntarte si querías venir conmigo ese día a pedir el contrato. — El rostro de la de cabello rizado era de sorpresa pura, si les era sincera no se lo esperaba, más bien prefería hablar con sus jefes y que ellos hicieran todo el trabajo de hacer el contrato. — Sé que si estás allí lo sorprenderás y sabrá que, aunque somos algo pequeños podemos trabajar bien.
― Claro que sí, señor. Con mucho gusto iré con usted ese día, solo debe de avisarme. — Cleo se levanta de su asiento bajo la atenta mirada de su jefe. — Pero como le dije antes, señor… Hablé con su amigo ahora, y haga el contrato con mucho cuidado y tome su tiempo en hacerlo. — El hombre de cabello canoso asiente ante lo que dice su empleada y estaba a nada de salir del despacho, de su jefe cuando esté le dice algo haciendo que volteara.
― ¡Cuando lo tenga listo te lo voy a pasar para que me des tu opinión! — Ella solamente sonríe, sale de allí a dirección a su escritorio con computador.
(…)
Tres días después…
9:34 PM
Cleo en ningún momento había visto que Lucas había ido al apartamento, todas sus cosas se encontraban allí y eso no le sorprendía. Muchas veces veía si se encontraba conectado, pero no le escribía, no podía negar que lo extrañaba. Ella, aunque quisiera escribirle, llamarlo o hasta verlo solo un momento, no quería hacerlo porque sabía que él tenía la culpa de lo que pasó y que era el quién tenía que disculparse. Pero en el fondo no podía evitar preguntarse dónde se encontraba o por qué no se disculpaba con ella.
Su jefe había hecho dos contratos, los cuales ella le había dicho que no le parecían los mejores, así que está vez ella se encargaría de eso. Como su trabajo en la mañana la habían despedido le resultaba mucho mejor tener uno solo, aunque sabía que la paga sería muy poca, en ese momento se encontraba un poco tarde porque había hecho cinco borradores del contrato y ninguno le gustaba. Esta vez estaba por el seis y poco a poco le gusta como estaba quedando, nada más faltaba unos pocos párrafos más los cuales termino en unos 15 minutos. Comenzó a imprimir varias copias y espero a que la máquina terminara de hacer su trabajo, así que tomo su teléfono y comenzó a mirar sus r************* .
Un sentimiento de amargura y tristeza se llenó dentro de ella al mirar varias fotografías que había subido Lucas con sus amigos, estos se encontraban en una discoteca bebiendo y pasándola bien. No tenía que ser idiota para saber que su pareja se estaba quedando en la casa de unos amigos, pero le dolía. No porque estuviera disfrutando con sus amigos, porque sabía que no la estaba extrañando por nada del mundo y ella como una idiota aun estando molesta con él quería saber cómo estaba.
En el fondo tenía una pequeña esperanza la cual había perdido, esa era que pensaba que su novio pensaba igual que ella. Que la amaba aun sabiendo que estaban molestos, que veía sus fotografías mientras lloraba porque lo extrañaba. Pero ella sabía que Lucas no era de esa manera, en sus anteriores discusiones hacia lo mismo. Irse de fiesta subiendo fotos para que las viera Cleo y a ella le doliera, no lo hacía por “accidente” … Lo hacía con mucho gusto viendo cómo este veía su ansiedad, su tristeza y su culpa. Lucas no tenía remordimiento alguno en ver sufrir a Cleo.
Nuevamente, sintió un nudo en su garganta más algo que apretaba su estómago, en ese momento se dio cuenta que se encontraba sola, pero igualmente no quería soltar alguna lágrima. Apretó su teléfono queriendo en ese momento romperlo en pedazos y olvidarse de todo, en su mente no se quitaba la idea de hacerlo y por el impulso que sintió tiró al suelo su teléfono destrozándolo por completo. Nadie la llamaba al teléfono, en su momento había sido Lucas, pero ahora nadie lo hacía.
― Mierda… — Suelta un insulto al aire, al menos tenía una Tablet en su cartera en dónde muy pocas veces recibía videollamadas, ya que solo la usaba para su trabajo. Tomo los pedazos de su teléfono y los tiró en una pequeña papelera que estaba en el lugar, después de agarrar las copias del contrato se dirigió hacia el despacho de su jefe para dejarle allí las hojas y que mañana las revisara el mismo. — Ya es hora de irme… — Se dijo a sí misma tomando sus pertenencias y saliendo del edificio para tomar su autobús correspondiente.