Stephen entró en la habitación, todo el escándalo por Aretta había pasado, mañana vendría el doctor, por lo menos la mujer había podido dormir y aliviar su malestar.
Venecia estaba sentada justo frente a la ventana, cerró de inmediato un pequeño baúl que contenía cartas y fotografías, Stephen tuvo curiosidad y la miró perturbado, sin entender, porque antes estuvo tan rabiosa
—El doctor vendrá mañana, ahora Aretta se encuentra mejor.
—Por mi puede irse al infierno —espetó con voz firme, pero sin fuerza
Stephen la miró con decepción
—No digas eso, Venecia, no seas cruel.
—¿Cruel? —dijo levantándose y mirándole con rabia—. Ya sé lo que hicieron, así que siempre tuve la razón ¿Todo este tiempo, fuiste quien planeó mi desgracia?
—Venecia…
—¿Vas a negarlo? Aretta y tú planearon que el
