Rose iba mirando la mano que la jalaba a paso calmado, con sus ojos barrió los dedos, luego el antebrazo, el hombro y finalmente llegó a la cabeza de su profesor. Un escalofrío recorrió su nuca cuando los ojos de ella se encontraron con los de él. Ese hombre exquisitamente vestido, con gran porte y hermosa sonrisa le estaba sosteniendo la puerta para que ella ingresara. El estómago de Rose subió hasta su garganta cuando él rozó sus dedos para ayudarla a subir al carro. Se sentó apretando fuertemente sus piernas, para así poder evitar que su ropa interior se volatizara dentro del lujoso auto. Antes de Máximo subiera ella miró el asiento de piloto, y se sonrojó al recordar que la noche anterior ella habría estado sentada ahí mismo, pero sobre él. Se ordenó su flequillo de manera nervio