Cuando John ya se sintió mejor ella lo llevó a su departamento, mientras ambos iban en un taxi, el joven iba mirando perdidamente por la ventanilla de cristal, con una mano en el mentón y los ojos fijos. Rose lo quedó mirando desde su lugar y frunció el ceño, le preocupaba enormemente el estado de su hermano y ahora lo único que deambulaban en su cabeza era las ideas de cómo podría ella ayudarlo. Ambos entraron al departamento de la familia, John caminaba a pasa lento como si tuviese una enorme roca sostenida en sus hombros, y sin decir nada se adentró a su habitación. Rose lo miró con preocupación, y antes que su hermano cerrara la puerta le dijo. -Te llevaré un té Rose quería reconfortarlo, y cuando ella había tenido un mal día lo único que le subía el ánimo era un manta y un cálido