Ángelo miraba desde su auto, vigilando como un halcón aquel edificio en donde sabia, se estaba llevando a cabo una junta de emergencia por las acciones que había vendido sin consultarlo con nadie. Conocía demasiado bien a Virginia y sabia, que no se quedaría tranquila con ello; la pelirroja siempre había cuidado demasiado todo aquello que a su familia pertenecía, dándole prioridad por encima de ella misma, incluso. El humo de su cigarrillo se disipaba en el viento que soplaba lentamente esa tarde. Recordaba el día en que la había conocido hacia demasiados años atrás. Al igual que todos, había quedado prendado de su belleza, su astucia e inteligencia, era admirable, eso no lo negaría, al menos, no para el mismo. Virginia Adatto era una mujer de ideas firmes y objetivos claros, no era c