Londres Westminster, 1756 – Niña Virgine, permítame acompañarla al lago, su padre no esta demasiado feliz con sus paseos cada vez mas extensos y solitarios – decía una vieja nana con angustia a una joven pelirroja. – No, me gusta estar sola para pensar, y es que nana Fátima, ¿No crees que es mejor pensar en soledad y silencio? Mas a un cuando se tienen que pensar en cosas que son demasiado importantes y que afectan a la vida de uno, necesito seguir pensando en lo que pasara dentro de poco tiempo, asimilar la noticia que padre me ha dado, después de todo, estos serán mis últimos paseos en solitario – respondió Virgine con un deje de tristeza y amargura. La esclava y vieja nana se sintió demasiado triste. – Aun no acepta a su prometido mi niña, puedo entenderla, pero debe