El cielo lucía despejado, tan azul como era de esperarse después de días grises y lluviosos. Las blancas nubes se movían lentamente empujadas por el cálido viento de esa tarde, el canto de las aves resonaba en aquel silencio siempre permanente de los valles, los bosques y la extensión entera de su propiedad. Sus pasos eran apresurados, pero a buen ritmo para poder admirar aquella prístina belleza que caracterizaba sus extensas propiedades. Virginia Adatto, “lo tiene todo", pensaba en esa ya demasiado gastada frase que escucho desde su mas tierna infancia. Era la heredera de todo aquello que alcazaba a ver, de la mansión que yacía cada vez atrás y una cantidad inmensurable de empresas, cuentas en el banco y acciones que la posicionaban como la mujer mas rica de Inglaterra, por ello, era que