Capítulo 7

2546 Words
—Ya lo captaste— dijo agotada. Ese dolor de cabeza no se le quitaría hasta darse una buena ducha tibia. —No era tan complicado — respondió Matías. —Solo te llevó tres horas entenderlo— murmuró bajo, pero no tanto como para que él no la escuchara. —¿Eso fue un chiste?— preguntó sonriendo. —No — respondió ignorando lo jodidamente sexy que se veía sonriendo. —Bueno, digamos que no — dijo caminando a su lado hasta la puerta —. Em, Ivonne, el del jardín, ¿ese era Esteban? — preguntó repentinamente nervioso. Ella lo estudió unos minutos y luego contestó. —No, ese es René. Esteban es mi viejo. —¿No vas a soltar ni una pista, verdad? — indagó sonriendo mientras se rascaba con nerviosismo la nuca. —Ustedes usaron cada pequeña cosa que sabían de mí. Disculpá, pero las costumbres quedan y las lecciones se aprenden— respondió girando hacia la puerta. —Realmente lo siento — dijo antes de que ella abandonara la casa —. Fui un idiota toda la secundaria, no debí… —Son novecientos en total — dijo extendiendo la mano. Matías se quedó quieto unos instantes hasta que su mente comprendió el repentino cambio. "No me perdonará en la puta vida". Con una sonrisa afectada pagó las clases y la vio caminar hasta esa moto negra. No se volteó ni una sola vez para saludar, le dejó bien en claro, con aquel gesto despectivo, que él no era más que un ser insignificante para su vida, alguien sin valor, sin nada interesante para ofrecerle, tan poca cosa que no se gastaría dos segundos de su vida en volver a mirarlo. Sí, había entendido el mensaje fuerte y claro, pensó con amargura mientras cerraba la puerta de su hogar. --------------------------------- Estaba bastante satisfecho, el lugar lucía genial y la gente no paraba de llegar. ¡Mierda que las chicas eran bastante atrevidas! Sonrió pasando su mirada por todo el espacio hasta que casi se atraganta con su propia cerveza. Sin dejar de mirar tocó el hombro de Maty, quien estaba a su lado conversando con una pelirroja metida en un vestido dos talles más pequeños de lo que correspondía. —Matías, mierda — dijo enfadado al notar que su amigo no le prestaba atención. —¿Qué mierda querés, Mateo? — gruñó el morocho girando su cuerpo para encarar a su amigo. —¿Qué carajos hace Ivonne acá? — dijo apretando la mandíbula y señalando un punto cerca de la entrada. Matías casi escupe su cerveza al verla, efectivamente, acompañada por aquel tal René y otro tipo que se veía realmente duro. —¿Qué carajos? — susurró y dejó de escuchar a la pelirroja que hablaba sobre algo que a él poco le importaba. —Revisá las inscripciones— ordenó el rubio. —No sirve de nada, sabés que usan alias para hacerlo. No van a dar su nombre real — dijo sabiendo que ella no venía a ser parte de la fiesta sino a participar de las peleas, su ropa deportiva y ese enorme bolso que colgaba del tipo con demasiados tatuajes, delataban su finalidad en el lugar. —Mierda, Ivonne está acá— exclamó Iván llegando al lado de sus amigos. —Ya la vimos, ¿qué carajos hace?— volvió a preguntar el rubio. —¿Y yo qué voy a saber? — respondió el recién llegado —. Apenas si hablo con ella — agregó. —¿Nos irá a denunciar si pierde?— preguntó Mateo. —No creo — respondió el morocho sintiendo el miedo y los celos comerle el pecho. Es que aquellos dos estaban demasiado cerca de ella, mientras que la morocha reía adorablemente de algo que el alto le decía en el oído. "Cabrón", gruñó apretando su botella de cerveza. —No sabe que nosotros organizamos todo esto, no puede hacerlo — secundó Iván intentando no mirar al hombre que acompañaba a Ivonne y tenía tatuada parte de su cabeza. Mierda, los tatuajes lo calentaban demasiado. Los tres se quedaron mirando al grupo que había ingresado y solo la voz de Mora los devolvió a la realidad. —¿Más cerveza? — preguntó plantándose delante de ellos. —Mora, hacenos un favor — dijo Mateo —. Llevá cervezas a esos tres que llegaron y preguntale a la flaca si viene a competir. La morena de rizos alborotados los estudió por unos instantes y finalmente aceptó. —Bien. ¡Manuel, cuidá la barra! — le gritó al morocho que estaba en el otro extremo. Éste levantó el pulgar y ella salió directo hacia aquel trío que le habían señalado. René vio a esa preciosa mujer caminar hacia ellos y sonrió de lado. Sí, sabía que esa era su mejor sonrisa. —Buenas noches — dijo la preciosa morena —. Soy Mora y estas van por la casa, solo si ella es competidora — dijo antes de entregar las pequeñas botellas. —Claro que sí, linda — respondió el morocho —. Pero no puede tomar antes del evento asique me quedo yo con su regalo — afirmó antes de agarrar la botella rozando suavemente sus dedos, intentando no comenzar a proyectar imágenes explícitas de esa preciosa morena completamente desnuda sobre su cama. Bueno, René tenía una excelente imaginación porque ya la había desnudado de cinco formas distintas en esos tres segundos de conversación. Mientras esos dos seguían hablando de vaya a saber Dios qué, Ivonne estaba concentrada en las indicaciones finales de Riko, tan concentrada que no tuvo ni dos segundos para prestar atención a los tres pares de ojos que la vigilaban desde la barra, demasiado sumergida en la pelea que se aproximaba para sentirse observada. —¿No es ese el que la buscó en la Universidad?— preguntó el rubio. —Sí— respondió con un gruñido Maty, viendo al idiota coquetear con Mora delante de Ivonne. ¿No se supone que había algo entre ellos? Joder, le rompería el cuello si eran novios y él la estaba engañando descaradamente mientras ella se encontraba distraída. —Tengo que volver a la barra, buena suerte — dijo Mora despidiéndose de todos antes de girar y volver por donde había llegado —. Sí participa — afirmó sin mirar a sus amigos que aguardaban por ella en la barra, sabía que el morocho aún la observaba desde la puerta y no se iba a delatar como si fuese una novata, ya que el morocho ataría cabos y sabría que ella solo había ido por información. —¿El grandote te chamuyó?— preguntó Maty apenas Mora volvió al otro lado de la barra. —Sí, pero creo que lo hace con todas — respondió ella sabiendo que Matías era muy protector con quienes consideraba sus amigos. Por suerte ella era parte de ese pequeñísimo grupo. —Tené cuidado— la aconsejó el morocho antes de prestar atención a su alrededor, más precisamente a ese espacio donde se llevarían a cabo las peleas. En el centro del ring ya se encontraba Lorenzo. El show iba a comenzar. Explicando las reglas generales, el hombre de rastas hasta la cintura, indicó que en la pantalla se verían los distintos enfrentamientos. A quienes les tocara hoy debían ir a prepararse, mientras que el resto podía disfrutar del espectáculo. Poco a poco fueron apareciendo los nombres, se fueron armando los enfrentamientos, fueron transformándose algunos rostros, pero Matías no miró ninguno, solo mantuvo sus oscuros ojos clavados en Ivonne, esperando que ella no se moviera de su lugar. —Mierda— murmuró cuando la vio asentir y caminar a la zona de calentamiento. —Parece que su alias es DM — dijo Iván, el único que estuvo atento a los nombres y las mujeres que se movían cuando veían su alias aparecer. Ni Mateo ni Matías comentaron nada. La pelea de ella sería casi una de las últimas y eso los tenía jodidamente fuera de sus cabales, era demasiado tiempo de espera, demasiado tiempo para que sus mentes comenzaran a jugarles una mala pasada con miles de posibles escenarios a desarrollarse, miles de cosas inimaginables que le podían suceder a la linda de Ivonne, miles de golpes que aquella morocha podía recibir hasta salir realmente lastimada. —No puedo con esto — gruñó Mateo y se puso de pie para ir directo a la zona de calentamiento. Ni bien llegó la buscó con la mirada hasta que la encontró al lado del sujeto rapado y cargado de tatuajes. Sin detener sus pies fue directamente hacia ella y la sujetó de la muñeca, deteniendo el golpe que estaba por lanzar. Ivonne y Riko lo miraron con expresiones muy distintas, pero ambos con igual nivel de repulsión, de asco incontenible. —¿Qué mierda, Ivonne? — gruñó el rubio. La respuesta de la muchacha fue un simple elevamiento de ceja, muy distinta a la de Riko que se dispuso a pelear. —¿Quién carajos te creés que sos?— le gruñó el entrenador. —No hablo con vos, hablo con ella. ¿Qué.carajos.haces.acá.Ivonne? — volvió a repetir. La morocha no llegó a contestar porque un puño cayó directo sobre la mejilla del rubio, impactando con estudiada precisión en su perfecto rostro de muñeco de tortas, lastimando la carne con una herida pequeña. Mateo levantó la mirada, completamente confundido, y se encontró con el otro sujeto, el morocho, que lo miraba con ira inyectada en las venas. —Jódela, una sola vez más, y te rompo el cuello — gruñó René. —Ya la jodí y creo que le gustó— respondió él irguiéndose antes de guiñar el ojo. Riko debió sostener a René para que no cumpliera con su amenaza, conociendo que estaba completamente fuera de sus cabales y podría dañar seriamente al infeliz. Mateo volvió a desafiar con la mirada, con ese gesto soberbio, presionando, empujando a los otros dos hasta su límite. Por suerte los amigos del imbécil llegaron a sacarlo de allí, comenzando a arrastrarlo hacia la salida, hacia algún lugar donde volviera a recobrar la compostura. —Vamos, Mateo — gruñó Matías en su oído—. No hagás un espectáculo la primera noche — dijo haciendo que su amigo afloje un poco sus músculos, dejándose conducir hacia el otro extremo del lugar. —Juro — dijo el rubio con los dientes apretados y mirando a sus dos amigos —, que esos dos idiotas me las van a pagar. No, a Mateo no le molestaba que lo hubieran amenazado, tampoco el golpe que recibió, ese sí lo merecía por la respuesta de mierda que escupió. No, él estaba enfadado, realmente cabreado, porque aquellos imbéciles habían traído a Ivonne a pelear a golpe de puños con otras mujeres, muchas de ellas del doble del tamaño que la morocha, exponiéndola a una posible lesión, a heridas graves, a salir lastimada, demasiado lastimada si no sabían lo que hacían. —Basta, después lo solucionás, ahora hay que trabajar — masculló con enfado Matías. Sí, él también estaba de un excelente humor como para arrancarle la cabeza a alguien. La noche pasó estúpidamente lenta hasta que llegó el turno de Ivonne. En cuanto Lorenzo la presentó ellos sintieron la tensión en cada músculo de sus cuerpos. Si algo le llegaba a suceder… Miraron con demasiada atención la pelea, anticipando cada movimiento de la oponente de la morocha, quien resultó ser mucho más lenta que ella. Sabían que ganaría, pero eso no los hizo insultar varias veces por debajo al verla recibir algún débil golpe o por no poder acabar en un solo gancho con su oponente. —Mierda, tiene que practicar más— masculló Maty poniéndose de pie y caminando hacia el lugar por el que ella bajaría del ring —.¿Qué carajos, Ivonne? Podías haberla acabado hace tres rondas— gruñó apenas la tuvo enfrente. La morocha lo miró confundida, no logrando unir dos palabras de manera decente para responder aquella afirmación, es que Matías aún la estupidizaba a niveles que ella detestaba, que odiaba con cada parte de su ser. Sin poder reaccionar sintió la enorme mano de Maty cerrarse alrededor de su muñeca y jalar de ella lejos de todo el público. Llegaron a un lugar poco iluminado y recién allí Matías se detuvo, girándose para mirarla de frente con el entrecejo fruncido y los brazos cruzados. —Si tus peleas van a ser así de mierda, dejalas— sentenció el morocho. Ivonne lo contempló seria antes de reír de manera sarcástica, casi psicópata. —¿Tengo que creer que te estás preocupando por mí?— escupió con ese tonito cargado de burla. —Te van a lastimar feo si no sabes dar un paso al costado — sentenció con mal humor. —¿Y a vos qué mierda te importa, ah? Siempre aguanté golpe tras golpe, puedo soportar esto. Además, ¿no es más divertido para vos y tú grupo de idiotas que la cerebrito termine seriamente herida? — cuestionó con odio filtrándose en cada una de sus palabras. Al ver que Matías no respondía prosiguió —.¿Te recuerdo que en tercer año me dejaron una noche completa encerrada en los vestuarios de esa cancha a la que fuimos, sin comida ni teléfono, haciendo que me rompa un dedo por intentar abrir aquella ventana para salir de allí?¿Sabes por qué necesitaba llegar tan desesperadamente? Porque papá tenía que ir a trabajar y yo debía cuidar a Dany, pero a ustedes les resultó hilarante cuando supieron lo de mi mano — reveló congelándolo en su lugar. Él no tenía ni idea de la existencia de Dany hasta hace unos días, por lo tanto jamás pensó en todas las situaciones en las que ella terminó encerrada o impedida de tomar el transporte público para llegar a tiempo a casa. Esperen… ¿y su madre?¿Dónde estaba ella si era Ivonne quien se encargaba de Dany? —Otro idiota— escuchó una voz grave a su espalda y giró sobre sus talones para ver aquel hombre cubierto de tatuajes que lo analizaba desde el final del pasillo. —¿Vos la entrenás? — indagó enfadado —. Porque si es así tu trabajo, es una mierda — dijo señalando a Ivy. —¿Te creés mucho, eh?¿Sos un hombre que sabe de peleas, ah? Te tengo una jodida e hilarante noticia — dijo acercándose lentamente —, soy su jodido entrenador y no tenés ni puta idea de la estrategia que armamos. —Si tu estrategia es que la lastimen, bien, lo llevan a la perfección — respondió acercándose también al sujeto, quedando casi pegado al rostro de Riko, teniendo que bajar la mirada debido a que era unos centímetros más alto. —¿Qué te importa que la lastimen?¿No fuiste vos y tu grupito de mierda quienes le jodieron la vida toda la secundaria? Matías se quedó unos instantes en silencio y luego volvió la mirada hacia Ivonne. ¿Ella había compartido su infierno con alguien más?¿Cuánto sabía el imbécil que estaba delante de él? En cuanto volvió sus ojos a los de Riko supo la respuesta: él sabía absolutamente todo.
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