Capítulo 19

2987 Words
Acurrucados en la cama se sentían en calma. Bueno, también el haber hecho tres rondas seguidas ayudaba bastante. —¿Ahora sí cumplí tus expectativas? — indagó el entrenador. —Digamos que sí — respondió divertido. —¿Asique seguís siendo así de chulito? — preguntó girando para colocarse sobre él. —Hasta que demuestres para qué carajos sos tan fuerte, seguro — devolvió con aquella linda sonrisita. —Me encanta esta faceta de soberbia — respondió besando rápidamente los labios del castaño. —Sé que soy encantador, gracias. —¿Acaso buscás volverme loco? — gruñó apretando la mandíbula. Bueno, en realidad ya estaba loco por él, pero no hacía falta que lo supiera. —Nada me haría más feliz — respondió y volvió a besarlo. Riko se despegó de los labios de Iván y lo miró con intensidad a los ojos. ¿Hacerlo feliz? ¿Por qué sonaba estúpidamente bien cuando lo repetía en su mente? —¿Pasa algo? — indagó el castaño. Riko parpadeó un par de veces, saliendo de su idiotez momentánea. —Nada, bonito, solo imaginaba cómo te verías debajo de la ducha — inventó en el momento. —Podemos averiguarlo — propuso con una linda sonrisita de lado. Sí, estaba dicho, era momento de la cuarta ronda, solo que ahora se unirían el jabón y aquel juguetito que guardaba en el baño. ---------------------- —Te ves increíblemente sexy con esos pantalones de cuero — susurró el morocho en el oído de Ivonne. Ella sonrió, mirando aún a Dany caminar hacia la sala, detrás de la maestra, al lado de sus compañeros. —Tengo buen culo, qué te digo — respondió girando lentamente, dejando que aquella sonrisa se abriera paso en sus labios. —No tengo nada qué rebatir contra su argumento, señorita Mayer — devolvió sonriendo también. —¿Vas a la universidad?— indagó repentinamente, como si en su mente hubiese cruzado algún recordatorio importante. —Sí. ¿Necesitás que te lleve? —No, tengo que, em… hacer algo acá, por lo que voy más tarde. Pensaba en pedirte los apuntes de las clases a las que falto— explicó algo tímida. —No hay problema, te los paso por foto. ¿Todo bien? — preguntó ocultando sus manos dentro de los bolsillos, intentando no tocar a Ivonne como todo su cuerpo le ordenaba. —No, solo una cosa con Dany, nada de qué preocuparse— respondió calmada pero lo sabía, mierda que lo sabía. Ella, otra vez, se guardaba todo detalle de su vida, no le dejaba ver más allá de lo poco que contaba, lo cual era prácticamente nada. Matías no sabía nada sobre la madre de Ivy, menos sobre el padre y el por qué ella se encargaba de Dany como si fuese su hijo. Tampoco le explicaba mucho sobre René y cuándo carajos volvería a su casa, ni que hablar de Riko y su apego casi fraternal por la muchacha. Nada, él no sabía nada de ella. ¡Mierda, ni siquiera le dejaba saber cuál eran sus flores favoritas, o si prefería el chocolate! Aguantando la impotencia que le producía aquella situación forzó una sonrisa. "Bueno, fuiste un cabrón de mierda, no va a confiar solo porque tenemos buen sexo". No, él no tenía sexo con ella, él le hacía el amor, porque eso era lo que los unía, el amor. —Bueno, entonces me voy. ¿Nos vemos más tarde? Ivonne asintió y él aguantó las ganas de besarla. Sin decir nada más se giró y salió de aquel espacio en donde los familiares dejaban a los pequeños. La mujer se apoyó nuevamente en la pared y miró al cielo. Sólo esperaba que la directora no le diera malas noticias o algo que la tuviera que obligar a cambiar a Dany de escuela, es que el pequeño se veía feliz allí, hasta tenía varios amigos y al volver a casa relataba pequeños eventos que habían sucedido durante la mañana. La puerta de la dirección se abrió y de allí salió aquella elegante mujer, con su estudiada sonrisa pintada en el rostro y ese peinado muy fijo sobre su cabeza. Ivonne sonrió e ingresó a la oficina, rogando, suplicando, que no fuese nada malo. ---------‐--------- Finalmente su linda morocha jamás llegó, mucho menos se comunicó con él durante la mañana, solo la pudo ver en la noche, en aquel espacio donde las peleas ilegales le estaban dando muy buenos ingresos. La vio perfectamente hermosa, aún seguía con aquellos pantalones de la mañana, solo que en la parte superior de su cuerpo lucía una preciosa remera, bastante escotada, es cierto, pero que a él sólo le provocaban ganas de arrancarla para degustar todo lo que ocultaba debajo de aquella tela. Tragó pesado y se acercó un poco más a Ivonne, quien conversaba demasiado concentrada con Mora. Pudo escuchar algo de la conversación, realmente sabía que era una mierda hacerlo, pero su curiosidad le ganó espantosamente. —René dice que estudías psicología educacional, por eso te pregunto. ¿De verdad creés que es lo que él necesita?— indagó Ivonne. Maty prestó más atención, sabiendo que aquello hacía referencia a la situación que se dio en la mañana. —Ivy, es importante que tenga el estímulo necesario en toda su etapa escolar. Si las cosas que le enseñan a no están a su nivel se terminará aburriendo y podría derivar en problemas de conducta o atención. Yo creo que es una buena opción la que te propusieron — indicó la morena. —Bueno, espero que así sea— respondió agotada. Y ahí de nuevo. ¡¿Por qué ella debía decidir sobre Dany?!¿Y su padre?¿Acaso ese hombre no pensaba hacerse cargo de su hijo menor? Matías realmente no lo comprendía, Ivonne se notaba cada día más estresada y hacerse cargo de un niño de cuatro años no era nada sencillo, él lo sabía, prácticamente toda su rutina se amoldaba a las necesidades de Luz. Tan enfrascado en sus pensamientos estaba que jamás notó a la pelirroja despampanante a su lado. Cuando levantó la mirada se encontró con la mujer demasiado cerca, casi acechando sus labios. Matías se movió incómodo hacia atrás e intentó divisar a Ivy a espalda de la pelirroja. Mierda, ella estaba observando toda la escena. Volvió sus oscuros ojos a la pelirroja y sonrió con nerviosismo. —¿Me invitás un trago?— ronroneó la mujer. —Perdón, me estaba yendo — dijo intentando ponerse de pie, pero una mano pequeña se apoyó en su pecho. —Seguro tenés unos minutos para jugar — propuso acercándose lentamente. —Realmente no — respondió quitando la mano que aún se apoyaba en su pectoral —. Tengo que irme, pero disfrutá la noche — agregó y nuevamente la mujer lo detuvo. ¡Carajo, Ivonne estaba ahí mismo! "Vamos, vos podés salir de esta". —Maty, la pasamos muy bien aquella noche, ¿no te acordás? — indagó la mujer con aire seductor. Matías parpadeó un par de veces, no recordaba a aquella mujer ni mucho menos a la noche a la que hacía referencia. Bueno, al parecer alguien tenía una lista de mujeres con las que se acostó, demasiado larga a sus espaldas. —Perdón, pero… Y no pudo terminar porque un vaso cargado de cerveza cayó sobre el pecho de la pelirroja. Maty abrió muy grande su boca y desvió la mirada de aquella pelirroja enfadada hacia la pequeña morocha que simulaba un fuerte estado de embriaguez. —¡Sos una pelotuda!— gruñó la pelirroja. —Oh, perdón, te tiré toda mi cerveza — respondió haciendo un puchero encantador que a Maty casi le saca una carcajada —. Ahora tengo que comprar más— agregó arrastrando las palabras. —Ah, no, no te vas a ir así como así, chupa pija— dijo la pelirroja y Maty supo, en ese preciso momento, que a esa mujer se le había cruzado la peor idea del mundo por la cabeza. Cuando la desconocida se abalanzó sobre Ivonne, ésta se dio vuelta y la tomó rápidamente por la muñeca para luego girarla por completo, torciendo el brazo de la pelirroja en un ángulo extraño, haciendo que la mano de la misma quedara apoyada en la espalda, obligándola a rogar por la liberación de su extremidad. Ivonne le guiñó el ojo a Maty y luego se acercó al oído de aquella estúpida. —Mirá, te daré una lección gratis— susurró —. Si un hombre te dice que no, no seas tan patética y sigas insistiendo, él no quiere saber nada de vos y solo te estabas dejando en vergüenza. Deberías agradecerme por sacarte de esa situación. A nosotras no nos gusta que nos insistan cuando hemos sido claras que no nos interesa, con ellos es igual, solo es cuestión de respeto. Además— agregó torciendo un poco más el brazo—, nunca subestimes a las personas. ¿Está claro? — preguntó pegando sus labios a la oreja de la pelirroja, haciendo que asintiera desesperadamente solo para liberarse de aquel agarre que le lastimaba el brazo y el ego. —Conchuda — gruñó antes de perderse entre la gente. —¿Es muy feo que diga que me calentó demasiado tu demostración de recién?— le susurró su precioso morocho. —Debería decir que sí, pero creo — dijo girando para verlo de frente— que me gusta demasiado calentarte. Maty no resistió más y la tomó por la muñeca, guiándola entre la gente hasta una de las salidas de emergencia. Ni bien estuvieron solos devoró sus labios con urgencia, necesitando sentirla entregada a él, al mismo tiempo que él se entregaba a ella. —¿Vamos?— le preguntó sin despegarse del todo de sus labios —, necesito verte solo con esos pantalones — explicó haciéndola reír. —Dejá que le mando un mensaje a René — respondió sacando el aparato de su bolsillo para enviar aquel mensaje y poder correr a los brazos de su exquisito hombre, siendo completamente ajena a un par de ojos pertenecientes a cierta castaña que los contemplaba con los ojitos llenos de lágrimas, mucho menos supieron de cierto hombre que aguantaba las ganas de llegar hasta la castaña y drenarle todo el dolor. No, ellos jamás sospecharon de la presencia de Pilar, mucho menos la de Cristian. Caminaron hasta sus respectivos vehículos y acordaron ir a un hotel cercano, uno de mejor categoría que el último. Llegaron diez minutos después a su destino, ingresando por separado a la misma habitación. —Acá me tenés — dijo Ivy ingresando al espacio en donde Maty aguardaba de pie al lado de la cama. El morocho ya se había quitado las zapatillas y las medias, dejando que sus pies contactaran el helado suelo. —Realmente preciosa — respondió recorriéndola con la mirada, deseando ya tenerla desnuda entre sus brazos, sobre su cuerpo, gimiendo por sus movimientos. —Espera ahí, muchachote — ordenó y Maty se quedó clavado en su sitio. El aire se le atoró en la garganta cuando la vio sacarse lentamente los zapatos y luego las medias. Sus pupilas se dilataron cuando la vio quitarse lentamente la remera tan bonita que tenía, mostrando ese corpiño n***o de tela calada que le permitían apreciar aquellos endurecidos pezones, pezones que deseaba meter en su boca para jugar hasta volverla loca de placer. —¿Así me querías ver?— indagó la morocha con la voz baja y grave. —Ah—ha — respondió embobado por la imagen exquisita que se erguía frente a sus ojos. —¿Y ahora qué vas a hacer?— indagó haciendo que Matías sonriera de lado. "Hola sonrisa de modelo". —Ahora te muestro— susurró acercándose lentamente a su linda morocha. Bueno, era momento que todo lo que estuvo rondando es su cabeza durante el día se materializara de la manera más deliciosa. Maty la llevó a la locura una y otra vez, haciéndola llegar al orgasmo en cinco ocasiones durante parte de la noche. Ivonne sentía su cuerpo de gelatina, agotado por el estrés del día y el placer de la noche. Sonrió embobada cuando lo vio volver del baño, acostándose a su lado y atrayéndola para pegar el pecho contra su delicada espalda. —Creo que fui bastante claro con mis intenciones, ¿verdad?— murmuró contra su cuello, haciéndola estremecer. —Lo suficiente— dijo y se apretó más contra él, contra su calidez —. ¿Has hablado con Mateo?— preguntó luego de varios minutos en silencio en los que casi cae dormida. Matías pensó un poco su respuesta, es que cómo le decía que lo iba a visitar a diario solo para asegurarse que estuviera bien. No, eso no se lo podía decir como si nada, mejor no ser tan específico y ahorrar el mal trago. —He hablado con él, ¿por? —¿Ya está mejor? — indagó realmente curiosa. —Está yendo al psiquiatra. Era obvio que sus viejos se iban a enterar de lo que estaba pasando, y bueno, no le dieron opción y lo llevaron directo con un profesional. —Creo que le dije algunas cosas que no habría tenido que decir — escupió Ivy con vergüenza, jugueteando con los dedos de Maty. —¿Y eso? — preguntó curioso. El repentino interrogatorio que le estaba haciendo la morocha le comenzaba a desagradar, haciendo que los celos lentamente comenzaran a reclamar su buen juicio. —Yo — susurró y se giró para ver directo a aquellos ojos oscuros que la contemplaban bañados de diferentes sentimientos —. Yo le dije que él… que bueno, que había abusado de mí, pero se lo dije mal, muy mal — confesó desviando la mirada hacia sus manitos. —¿Cómo fue eso? — preguntó con calma. Él jamás supo que ellos hubiesen hablado a solas. Supuso que fue sin testigos porque de otra forma su linda Ivy jamás habría dicho aquello. —Él… Dios, prometeme que no vas a enojarte — pidió volviendo a atarlo a sus ojos verdes. Matías asintió en silencio —. Él dijo que me amaba — explicó y Maty necesitó unos minutos antes de poder procesar aquellas palabras. ¿Qué Mateo había dicho qué?¿Desde cuándo él la amaba?¡La amaba! Gritó en su mente con furia. Eso no podía ser cierto. Él fue el principal villano en la historia de Ivonne y ahora, ¿ahora la amaba? Era chiste, ¿cierto? Los ojitos de Ivy le decían que no. “Mierda”. —¿Cuándo pasó eso? — preguntó realmente enojado. —Dios. Hace unas semanas, no sé bien, antes de que dejara de ir a la Universidad. —¿Controlás si va o no a cursar?— gruñó. —¿Qué? No. Claro que no — respondió al instante —. Solo me dí cuenta que había dejado de ir, pero no sé si fue inmediatamente después de eso. —¿Y qué le respondiste?— preguntó más frío de lo que le hubiese gustado. La mirada de Ivonne le hizo comprender que ella no entendía a qué se refería —. ¿Qué le respondiste a su mierda de confesión? — indagó furioso. —Que era imposible enamorarme de alguien que abusó de mí. Le dije que él solo me daba asco — respondió malinterpretando el tono del morocho. A los oídos de Ivonne aquellas preguntas sonaban a reproche por haber desencadenado toda la horrible realidad que hoy enfrentaba el rubio. —¿Qué te dijo cuándo dijiste eso?— indagó con la furia comiéndole el alma. —Nada, que él no pensó que… Como que no se había dado cuenta que aquello fue una violación— susurró con dolor. Maty salió de su estado de furia y se concentró en la mujer entre sus brazos, esa mujer que luchaba contra las lágrimas que empujaban por salir. Al verla, al analizar sus facciones, supo que había algo más que aún no le confesaba. —¿Qué más, Ivy bonita?— preguntó con cariño. Sintiendo cómo los celos fueron rápidamente reemplazados por preocupación y cariño. —Cuando estuvimos en su casa le dije — Se detuvo un momento a respirar—, le dije que no lo podía perdonar, no ahora y tal vez nunca lo haga, que debía trabajar a partir de esto — confesó avergonzada de aquellas palabras. Ahora, en retrospectiva, tal vez habían sido innecesarias. —Ivonne — llamó el morocho. Ella levantó sus ojitos y lo contempló con temor de ser juzgada por aquel hombre que le ocupaba el corazón por completo —, ya lo dije y lo repito. Todo lo que le pasa es por su culpa, de nadie más, él lo entiende — aseguró con su mirada clavada en la de ella. —¿Creés que pueda hablar con él? — preguntó—. Mi psicóloga dice que me puede ayudar si hago las preguntas que vuelven a mi cabeza una y otra vez. ¿Creés que sirva? —Imagino que ayuda a cerrar un momento de mucho dolor. Tenés que sanar, Ivy bonita, y si esto te ayuda entonces creo que hay que intentarlo — explicó apretándola contra su cuerpo y dejando un beso sobre su cabeza en cuanto terminó aquella frase. —¿Podrás acompañarme? Es como que yo aún… Em… le temo. —Por supuesto, linda, te acompaño hasta el fin del mundo si querés — aseguró antes de besarla con suavidad —. Ahora decime a qué se debieron tus celos de esta noche si sabés que jamás miraría a nadie que no seas vos— dijo sonriente y cambiando radicalmente de tema, intentando hacer que Ivy, su preciosa Ivy, se sintiese más tranquila con aquello. La sonrisa de la morocha le dijo que había logrado su cometido.
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